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Escena 1 - Munich
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Cómo explicar lo alucinante que podía ser Britten, su capacidad única para condensar en varias pinceladas tantas emociones y tantas sensaciones. Vamos allá. Britten nos construyó una magnífica puerta de entrada a las maravillas de su última ópera,
la puerta un cementerio de Múnich...
Antes de nada, la ópera comienza con uno de sus sellos de identidad: el monólogo. El gran hilo conductor a lo largo de las 17 escenas son los pensamientos de Aschenbach, de quien hablaremos más cuando toque en el otro hilo. Para definirlo desde ahora de forma simple, los monólogos (que en un principio Britten los quería parcialmente recitados) son por un lado el sustituto de un narrador omnisciente (el primer problema que se encontró la libretista Piper al adaptar la obra de Mann) y por otro la forma más elocuente de dibujar la soledad del protagonista, su ensimismamiento, su dificultad constante de tener una comunicación real con el mundo que le rodea. Ya veremos todo ello, pero hacía falta introducirlo.
La obra empieza con una secuencia breve de los clarinetes, entrecortados, como titubeantes, que introducen rápidamente las palabras de Asenbach (
00:07). Ha perdido la inspiración. A sus frases les apoya un crescendo orquestal (más maderas, trompas, arpa), que explota (
00:35) transmitiendo perfectamente la ansiedad del protagonista. Tras la explosión vuelve cierta calma que enseguida vuelve a disiparse en una crecida de intensidad esta vez de las cuerdas (
1:06), que conduce de nuevo a la frase y al tema del principio (
My mind beats on...). En
1:38 llega la explosión definitiva. El recuerdo de su nombre, dicho en voz alta, con solemnidad (
I, Asenbach), es un intento de recuperar la confianza perdida. Pero las paredes de las desoladas calles por las que camina le devuelve un irónico eco de trompetas, el instrumento de la gloria. La perorata de vacuos honores acaba con una reflexiva frase:
imagination servant of my will, la imaginación esclava de mi voluntad. Colocada al final del diminuendo orquestal y dejando que
will se extienda en el silencio instrumental, la frase aparece devastada, insegura, una proclamación a esas alturas carente de sentido.
Vuelve el tema inicial (
2:09), en una repetición que es la columna vertebral del monólogo. Pero esta vez nos conduce a otro sitio diferente. En
2:38 comienza un rápido ritmo de las cuerdas salpicado de arpazos, sobre el que Aschenbach desarrolla lo dicho en la frase que comentábamos más arriba. Como se ve ahora, no era tan sólida como pretendía, enseguida a dado paso a la desesperación y la confusión. De nuevo se acaba en el silencio, y las corcheas de la voz sobre
fastidious, uno de los recursos favoritos de Britten para subrayar algo. De nuevo la repetición en una escala más aguda.
Pero Aschenbach ha terminado su camino. Por el texto, cantado en silencio orquestal, sabemos que de pronto se ha parado delante de un lugar arbolado, del que sale un aire fresco. Piper nos da una sutil pista (
tardy spring) y la orquesta recuerda el tema de
I, Asenbach!, de nuevo con el ritmo de las trompetas. Estamos ante las silenciosas puertas del cementerio (
3:57). Impresionante el agudo (ejem) en
dead cantado por Pears (hablemos un poco de él
) en ese semifalsete tan suyo. Escalofriante.
Aschenbach mira las puertas y lee unas inscripciones. Britten nos las dibuja de una manera magistral. Tras un golpe de campanas (
4:12), es el coro en una siniestra media voz el que las lee. Y Asenbach les responde irónicamente. La orquestación es alucinada e inquietante. La melodía de la primera frase, cantada por el coro masculino, anticipa momentos posteriores.
El viaje comienza aquí.
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La escena da de pronto un giro. Alguien aparece (
4:58), con una intervención violentísima de las cuerdas, secundada por la percusión. Aschenbach lo dibuja en pocas palabras (muestra prematura de su relación ensimismada con el mundo, en el caso de que el viajero que ahora aparece sea un ser real...
): extranjero, sin duda un viajero, grosero y con una mirada insolente. Sea como sea, el viajero le ataca (cuando se refiere a su mirada:
How he stares..., la percusión es definitiva), tanto que no quiere ni mirarle (una reacción del todo infantil).
El extraño viajero comienza una alucinada intervención (
5:51), melifluamente llevada por la madera, las trompas juguetonas y aderezada por la percusión. El texto y la música son Britten puro, un canto de sirena dulzón y embriagante, lleno de imágenes oníricas. Y, chocando con el bloqueo de Aschenbach,
diabólicamente inspirado.
Aschenbach no duda en calificarlo de alucinación (
7:08), con otro juego en la misma palabra. (Estamos en el mundo de recursos musicales de
Sueño de una noche de verano, por ejemplo. Hoy precisamente si me da tiempo hablaremos algo de eso en el otro hilo.)
La respuesta del viajero ya pone del todo las cartas sobre la mesa. (
7:19). Un atrevido
See!, introduce melodías y palabras (bambú, tigre) cada vez más exóticas, más... orientales
En todo caso, extrañas.
Peligrosamente extrañas (O terror and delight). Todo es seductor y caótico, estamos ante las puertas del Infierno y un extraño cicerone nos va a introducir de lleno, a Aschenbach en su espiral final, y a nosotros en las peligrosas delicias de esta ópera.
Aschenabch canta sobre él, que repite su melodía inicial, hasta que ya en solitario demuestra hasta qué punto el encantamiento ha surtido efecto:
wild unrest, deep desire!. Y el viajero termina el hechizo (
8:03):
Nada te ata, viaja al Sur!, mientras se aleja. Las flautas dejan sumido a Aschenbach en una turbación hasta que tras un silencio, en
8:46 se abre una melodía de la orquesta obscenamente clara, de un contraste radical con lo anterior. Como si los árboles del cementerio hubieran dejado pasar el último rayo de sol de la tarde. De pronto esta explosión de esperanza romántica en nuestro héroe que ha comenzado la escena cansado y turbado es emocionante. La texto es elocuente:
¿Debo dejar mi inútil combate con el mundo?
Pero enseguida surge una melodía disonante (
9:07) que se combina con una variación de la anterior para terminar la escena. La decisión está tomada:
So be it!/I will pursue this freedom/And offer up my days/To the sun and the south./My ordered soul/Shall be refreshed at last.. (Estas últimas frases son un cambio que Britten hizo en aras de la claridad y el impacto. Originalmente había un recitado más extenso e intelectual que Hickox incluyó en su grabación y que tal vez comentemos por ahí, y que acababa con un sugerente
precipitado por un repentino deseo de lo desconocido )
Perdón por la extensión pero esta escena es clave.
Normalmente los comentarios serán más breves Pero es que en cierto modo esta escena resume la obra entera, anticipa todo y es muestra de la enorme capacidad expresiva de Britten: sus juegos con las palabras, su combinación de la tonalidad más clara con disonancias expresivas, y sobre todo la capacidad de sugerir sobre el fabuloso texto de Piper. Mañana más