Tal como avisaba, continuamos en plan diabólico con el
Ballet de "El diablo y Catalina", de Dvorak.Finisecular como pocas, se estrenó, con rotundo éxito, en el Teatro Nacional de Praga el 23 de noviembre de 1899. Es la novena ópera de su autor, y precede inmediatamente a Rusalka, aunque más que a ésta recuerda, por su continuo impulso rítmico, a "La novia vendida" de Smetana. El libreto, de Adolf Wening, extraía las ideas fundamentales del "Libro de cuentos bohemios" publicado en 1860. Nos presenta a un diablo encantador, humano y popular, al que más tarde evocará también otro compositor checo, Jaromir Weinberger, en su ópera "Schwanda el gaitero". A Dvorak, por otra parte, le fascinaban los cuentos fantásticos y las leyendas inspiradas en las tradiciones nacionales (que convirtió tantas veces en argumentos de óperas y poemas sinfónicos), así como los temas históricos y nacionalistas.
La acción transcurre en Bohemia, en una época imaginaria. En una aldea vive Catalina, muchacha de noble ascendencia y aspecto encantador pero de carácter terrible, con la que nadie quiere bailar. Sólo se atreve Marbuel, un extraño cazador que resulta ser un enviado de los infiernos, y la arrastra con él. Pero ni siquiera en el infierno soportan a Catalina, así que Marbuel pacta su salida con el joven Jirka (que está enamorado de ella, pero teme no poder ser feliz a su lado), a cambio de una bolsa de doblones y de sustituirla por el administrador de la corte. El joven logra engañar al administrador y hacerle entrar en el infierno, y se gana el corazón de la altiva princesa, no sin antes regañarle por la dureza de las leyes contra los campesinos.
Dvorak se presenta aquí como un compositor de la tierra, inundando su partitura de polkas, valses populares y furiants, si bien también hay lugar para los característicos y conmovedores momentos de remanso lírico, en los que brota el melodismo propio de su autor.
(Fuente: Rafael Banús para Diverdi)