“Mi vida es demasiado fuerte como para contarla en pocas palabras” (Jose Luis “Dum-Dum” Pacheco)
Antes de la recomendación conviene hacer un delicado preámbulo, porque para enfrentarse a este ensayo no viene mal tener un estómago bien entrenado. El 4 de noviembre de 1977, en el Palacio de los Deportes de Madrid, y en medio de una notable expectación, el cordobés Tony “Martillo” Ortiz, y el madrileño Jose Luis “Dum-Dum” Pacheco, se zurraron la badana a base de bien en un dramático combate encuadrado dentro de la categoría del peso “welter”. Un enfrentamiento lamentable que nunca se debió celebrar (“la legalización de una masacre”, como escribió el cronista Manuel Alcántara) y que precipitó al “Martillo” dentro del saco roto en cuyo interior se amontonan, desarticuladamente, los restos de los llamados boxeadores “sonados”. Los cortes de imagen que al día siguiente trascendieron a través de la televisión no dejaron lugar a la duda. Estos dos gladiadores, enemistados en lo personal y cuya única ciencia pugilista, según un artículo publicado por Alfredo Relaño en “El País” ese mismo día, consistía en “parar los golpes del contrario con la cara”, bordearon los límites del reglamento (pero por la parte de fuera) en una lucha encarnizada y situada en las antípodas de las reglas establecidas en su día por el Marqués de Queensberry. La victoria en esa crujiente velada, con múltiple fractura de mandíbula incluida, se decantó a los puntos (casi todos de sutura) a favor del “Martillo”, pero el salvaje castigo al que le sometió “Dum-Dum” repercutió definitivamente en el físico de un pegador en declive que ya evidenciaba notables signos de deterioro y que, pese al pírrico triunfo, esa noche no debió haber subido de ninguna manera al ring…
Dos años después de su lanzamiento, vuelvo al sangriento libro de Servando Rocha, publicado por la editorial La Felguera dentro de su colección “Memorias del Subsuelo” y construido sobre la violenta trayectoria de ese embrutecido legionario, boxeador despendolado, miembro de la banda juvenil de los “Ojos Negros”, y víctima de las torturas de “Billy el Niño” en las lóbregas dependencias de la Dirección General de Seguridad, que fue José Luis “Dum-Dum” Pacheco. Un libro tan demoledor como un ”crochet” de Rocky Marciano en el mentón a primera hora de la mañana y que se puede completar con la no menos cañera autobiografía del propio Dum-Dum, editada por Autsaider Comics con el sugerente título de MEAR SANGRE.
TODO EL ODIO QUE TENIA DENTRO, un libro traumatológico, casquero y gutural, como debe ser un buen libro de boxeo, que además cuenta con detalle la intrahistoria canalla del Madrid apache y enfangado de los años 60 y 70: un libro veraz como la vida misma, imposible de simultanear con los Nocturnos de Chopin y cuyas 498 páginas pasan por delante de los ojos del lector a una velocidad de vértigo y dejando en el ambiente un acre aroma a cuero, linimento y hostias como panes.
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