Nueva temporada en el Palau de les Arts, con la esperanza de que ahora sí sea la vuelta a la completa normalidad que tanto estamos echando de menos. Aquí es cierto que la buena gestión de sus dirigentes nos ha permitido la mayor parte de este tiempo disfrutar de espectáculos operísticos, pero siempre con unas medidas de seguridad, que aunque necesarias, cambian completamente el clima que acompaña a este nuestro mundo de la ópera.
A la llegada al teatro me ha sorprendido el numero de policías que se veía por los alrededores, y la seguridad en el mismo. Alguien ha comentado que es que estaba lleno de políticos, mi primer pensamiento ha sido ¡la cartera!, falsa alarma, al final no ha habido problema.
Esta noche era como las ofertas de los comercios 2x1, aunque creo que aquí hemos perdido los clientes, el añadido regalo perjudica más que beneficia al producto final, es mi opinión, y como hay libertad de expresión (todavía), así lo expongo.
Este Réquiem llegaba acompañado de polémica por el montaje de Romeo Castellucci, uno de los muchos “genios” que últimamente tanto se están preocupando de educarnos. Se lo agradezco, pero me gustaría que descansaran, que pararan un poquito, no vayamos a coger un empacho de tanto saber. Digo esto porque sale uno con un lio en la cabeza de miedo. Como tienes que estar pensando que es lo que quiere decir el “genio”, pues no le puedes prestar toda la atención a la música, es como si a una buena paella le pones por encima unos montoncitos de chocolate con churros y unas cuantas torrijas. Ni comes paella, ni chocolate con churros, ni torrijas. Un revoltillo.
El caso es que si este montaje se presentara como tal (chocolate con churros y torrijas), pues igual se podría ir a ver, aunque hay cosas que se deberían evitar, por ejemplo lo de la pintura por encima de la cabeza de la niña que daba lástima, creía que se asfixiaba, si yo soy el padre le digo “niña bájate de ahí que este tío no está bien”.
La otra parte es el Réquiem en sí, que como todo el mundo sabe es una maravilla. Me acordaba de esos letreros que alguna vez se encuentran por ahí que dicen algo así, “hoy tenemos un buen día, ya veréis como viene alguien y nos lo estropea”, y llegó el Castellucci. A pesar de todo he disfrutado, aunque es verdad que he estado en varios momentos con los ojos cerrados.
Los cantantes solistas han tenido un buen nivel en general, con mención especial para el niño que al final canta a capela (solo ante el peligro), delante de la primera fila de platea. Bien.
La Orquesta ha estado sensacional como de costumbre, el Director la ha manejado a conciencia mimando a los cantantes, a los que no me ha parecido que haya tapado en ningún momento. A este joven Director se le ve implicado y con ganas de sacarle todo el partido que sabemos tiene, ha terminado de aterrizar, por lo que creo es justo darle su tiempo necesario. Muy bien.
Lo del Coro es de traca, no solo canta como los ángeles (encima con mascarilla), además corre, baila, y no hace ganchillo porque todavía no se le ha ocurrido a alguno de los “genios de los que hablábamos. Extraordinario.
Y como colofón tuve la suerte de coincidir con Mandryka y su bellísima esposa. Mandryka, Gran Tigre, menudo fiera.
O sea, que a pesar de todo lo dicho, he salido más contento que unas pascuas.
Bien hemos empezado, que continúe todo el año, y que este virus traicionero no nos vuelva a gastar una mala pasada, y desaparezca de nuestras vidas para siempre.
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Era tan pobre que solo tenia dinero
La vida está llena de pequeñas cosas que son las que te hacen feliz
