CONCHITA, de Riccardo Zandonai.Ópera en 4 actos con música de Riccardo Zandonai y libreto de Maurizio Vaucaire y Carlo Zangarini, basado en la novela de Pierre Louÿs
La femme et le pantin, cuya adaptación fue propuesta anteriormente a Luigi Illica para ser musicada por Puccini, pero el tema no cuajó.
Para algunos, entre ellos nuestro compañero
Ángel de fuego esta Conchita es la Carmen italiana y no les falta razón, empezando por el hecho de que nuestra protagonista es cigarrera en Sevilla,
.
Estrenada el 14 de Octubre de 1911 con Tarquinia Tarquini (1882 - 1976) (que posteriormente, en 1917, se convirtió en la esposa de Zandonai) en el rol protagonista, en el Teatro Dal Verme de Milán, famoso, entre otras cosas, por ser el recinto que acogió la primera representación de esa obra maestra, cumbre verista, que es Pagliacci de Leoncavallo (21 de mayo de 1892 ).
Esta ópera tuvo cierto tirón en su momento; la propia Tarquini cosechó grandes éxitos con ella en la Royal Opera de Londres (1912), el Cort Theatre de San Francisco (1912), el Philarmonic Auditorium de Hollywood (1912), el Heilig Theatre de Portland (1912), Metropolitan Opera House de Philadelphia (1912), la Chicago Grand Opera Company (1913), el Metropolitan Opera de Nueva York (1913), o el Teatro di San Carlo de Nápoles (1913). La mismísima Rosa Raisa debutó el papel en 1929. Desde luego hace tiempo que ha desaparecido del repertorio, y no tengo constancia de que se haya estrenado en España. Alguno podrá decir que es porque no tiene gran calidad. Vale. No es una Obra Maestra, pero algún que otro
majoni ya nos hemos tenido que tragar… y, además, apenas dura una horita y media. Por otra parte, se presta perfectamente a que un Calixto cualquiera muestre escenas de sexo explícito a cascoporro,
felaciones incluidas.
Teatro Dal Verme (alrededor de 1875)Personajes:Libreto en italiano (con traducción al inglés).
Resumen del argumento:La Ópera comienza en la fábrica de tabaco de Sevilla, en Agosto, con un calor que se caen los pajaritos. Mientras Conchita y sus compañeras trabajan, con bastante desagrado, por cierto, (
tabaco infame, mestiere infame) por la labor en sí y por lo pesada que es la supervisora (
Conchita Pérez, como no trabajes te voy a meter un paquete), aparece un inspector acompañando a varios visitantes a quienes está mostrando las instalaciones (
esto era un antiguo monasterio y tal). Uno de ellos es Mateo, presentado por el inspector como pariente del Gobernador. Conchita reconoce inmediatamente al caballero que la prestó ayuda ocho meses atrás, cuando, tras abandonar el Convento, regresaba a mediados de Diciembre a Sevilla, y una avalancha detuvo el tren en el que viajaba a la altura de la Sierra de Guadarrama. En aquél momento tuvo ciertos problemas con una gitana y un policía. Don Mateo de Díaz reconoce también, con gran agrado, a la bella joven, pregunta cuándo puede volver a verla, cuánto dinero gana, y como ella gana una miseria, pues … ahí va un Napoleón. Conchita invita al caballero a su casa, que está cerquita, donde vive con su madre, una viuda que se pasa el día rezando a la Virgen, en casa y en la Iglesia, y que abre un ojo que no veas cuando ve a su hija con semejante caballero.
Mamá, ve a comprar manzanilla y unas pastas … se quedan solos y él, caliente, intenta abrazar a la joven, que ven para acá, que soy virgen, mejor, que si para ti soy solo una aventura, que no, que te querré siempre … prometer hasta meter ... Vuelve la madre, Mateo confiesa que está locamente enamorado de su hija, y (sin que lo vea Conchita) afloja algo de guita a la vieja. Él se marcha, prometiendo que volverá al día siguiente, y no acaba de salir por esa puerta cuando la madre ya está enseñando a Conchita el parné que acaban de recibir. Conchita, indignada, dice que tienen que irse de Sevilla y que jamás volverá a ver a ese hombre.
El segundo acto tiene lugar seis meses después, en el interior de un Café de Sevilla, una pequeña sala atestada de público, llena de humo, en la que Conchita se gana la vida como bailarina. Mientras baila, Mateo, que ha estado buscándola todo ese tiempo, entra en el local y se queda horrorizado al verla en ese ambiente. Está furioso por la manera en la que baila, e insiste en reunirse con ella a solas esa noche. Ella se niega, y una vez despejada la sala, se queda para interpretar su “arriesgado” baile especial ante un reducido grupo de turistas. Mateo la ve desde fuera, a través de la ventana, y finalmente, hecho una furia y loco de celos, rompiendo el cristal irrumpe en la sala, causando la lógica confusión y amenazando al dueño del local con la pérdida de su licencia. Los turistas abandonan el local como alma que lleva el diablo, y Mateo insiste en que Conchita vaya con él. Ella se niega a seguirlo, furiosa por haber interrumpido su baile, y, casi con toda seguridad, por haber hecho que la despidan, por supuesto sin indemnización ni finiquito que llevarse a casa.
Mateo le declara su amor, y le dice que está ligada a él por sus besos y su juramento. Ella afirma que lo ha olvidado todo hace tiempo, que no le quiere, ni a él ni a nadie, y que verdes las han segado. Mateo, que no se lo puede creer, la reta a explicarle porqué se ha mantenido alejada de él todo ese tiempo. Conchita replica que sólo quiere asegurarse de que él la querrá para siempre. Entusiasmado, le jura que hará lo que sea para demostrar su amor por ella, y que lo que realmente quiere es que vivan tranquilamente en el campo, lejos del ruido y la vorágine de la ciudad; por cierto, casualmente tiene una casita a la que quiere que vayan juntos, y cuya llave entrega en ese momento a Conchita. Ella no quiere que Mateo la acompañe, pero le gusta la idea de ir yendo, eso sí, ella solita, a instalarse. Se despide tiernamente de él, y le promete que le recibirá con los brazos abiertos al día siguiente.
El tercer acto se desarrolla en una calle de Sevilla, desde la que puede verse el patio de la casa de Conchita iluminado por la luz de la luna. Aparece Mateo, que da dos golpecitos en la reja. Conchita sale de la casa, pero en vez de dejarle pasar, y ante el pasmo de Mateo, le ofrece lánguidamente su mano a través de la reja para que él la bese. Se ríe un poco de él, y, tras asegurarle que su intención es seguir siendo libre como un pajarillo, le conmina a que se marche por donde ha venido. Mateo, torturado hasta el límite de su resistencia, amenaza con volarse la tapa de los sesos allí mismo, pero Conchita cruelmente se mofa de él y de su edad, y le vuelve a invitar a que se largue con viento fresco. Sin poder creerse que se la hayan vuelto a jugar, Mateo permanece junto a la puerta. Conchita llama a Morenito, y le dice a Mateo que se fije bien en lo guapo, joven y lozano que es el mozo, y en cuantísimo se quieren y se adoran. Entonces deja que el tal Morenito traspase la reja,
, (- aquí hay un filón para un buen director de escena - ) y entra en la casa abrazándose a él. Mateo, loco de rabia y de furia, echando espumarajos por la boca, trata infructuosamente de abrir la verja aferrando las rejas con sus débiles manos.
El ultimo acto tiene lugar en casa de Mateo, donde éste sigue en estado de shock tras los sucesos de la noche anterior. Conchita llega y una vez más se burla de él, echándole en cara que no se pegara el tiro con el que amenazó anoche. Pero ahora, por fin Mateo la tiene en su poder. Tranca las puertas, la agarra y la tira al suelo violentamente. Ella trata, sin éxito, de apuñalarlo con el alfiler que sujeta su mantilla (Almodóvar podría debutar como director de escena con esta obra, desde luego). Mateo, triunfante, le hace ver que ahora la tiene a su merced, y ella le dice que vale, que puede matarla, pero que nunca será suya. Mateo, enfurecido, la obliga a arrodillarse y le zarandea los hombros mientras le grita que ahora le toca a ella sufrir. Durante toda esta escena, Mateo está fuera de sí, pero de pronto deja de gritar y se da cuenta de lo que ha hecho. Conchita, convencida al fin del amor y del dolor de Mateo, se rinde, y cae el telón mientras se juran amor eterno.
La grabación que he escuchado es la siguiente:
Conchita - Riccardo Zandonai Mario Rossi (1969)
Conchita: Antonietta Stella
Mateo: Aldo Bottion
La Madre di Conchita: Anna Maria Rota
Dolores: Giovanna di Rocco
Rufina: Rosina Cavicchioli
La Sorvegliante: Rosetta Arena
Estella: Lorenza Canepa Verra
Una Donna: Emma de Santis
Una Madre: Angela Rocco
Orquesta: RAI de Turín
Coro: RAI de Turín
Disponible en
Spotify. Excelente la Stella, a sus cuarenta años, y muy correcto el tenor, Aldo Bottion, fallecido recientemente (el 30 de Marzo de 2009).
Espero que disfrutéis con la escucha de esta obra, breve, intensa y abyecta, a pesar de que acabe bien,
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