Este fin de semana me acerqué a Dresde a escuchar un Lohengrin cantado por Klaus Florian Vogt. Esto más que una crónica pretende ser una recomendación, la de visitar en cuanto se pueda esta bella ciudad. Dresde, ciudad arrasada en la segunda guerra mundial, poseía uno de los centros históricos más bellos de Alemania. Poco a poco se va reconstruyendo y hoy la parte más céntrica, la que rodea al teatro, está bastante terminada. Hace dos años en ocasión de un Euryanthe había varios edificios importantes cubiertos por la restauración que hoy ya se pueden ver en todo su esplendor.
Por si fuera poco, a los encantos de la ciudad se une uno de los teatros más bellos del mundo y lo más importante para el melómano, con una orquesta y unos coros espectaculares. Hace poco salió esa famosa lista donde esta orquesta ocupaba la décima posición, pero en mi opinión, al menos en Weber y en el Wagner más romántico, repertorio de gran tradición en el teatro, su puesto tiene que estar más alto en el ranking.
Además si se es aficionado a la pintura el viaje pasa a ser obligatorio, porque se encuentra también en la ciudad su pinacoteca con innumerables obras maestras. Yo todavía me he dejado un sector para una tercera ocasión. Recomiendo para la visita a esta ciudad asistir a Euryanthe, Lohengrin o Tannhäuser. En pocos sitios se puede escuchar este repertorio interpretado de manera tan majestuosa. Ahora empieza a cantar allí Rene Pape un Boris lo que también podría resultar interesante.
La representación se puede calificar de gran categoría a pesar de que el reparto no era redondo.
La producción era absolutamente clásica. Lo que me sorprendió ya que la firmaba
Christine Mielitz, a la que había visto un Parsifal en Viena bastante moderno en una producción especial para el barítono Thomas Quasthoff, que ya sabéis que tiene una minusvalía, pero que se aprovechó en esa ocasión para intensificar el sufrimiento de Amfortas.
En cambio en este Lohengrin sigue al pie de la letra las indicaciones escénicas de Wagner. Sólo el vestuario se puede considerar no del todo fiel ya que hay trajes que pueden pasar por medievales alternados con otros más situados en el principio del siglo XIX. La catedral es gótica por lo que tampoco la podemos situar en el siglo X donde Wagner sitúa la acción. Pero son nimiedades, la producción es de las más fieles que he visto últimamente. La verdad es que se agradece mucho de vez en cuando ver una producción de este tipo, aunque en Lohengrin sigue chocando un poco en las producciones clásicas la aparición del cisne en escena. En esta ocasión era un gran cisne azul como cristalizado, aunque no lo pude ver bien porque se quedó muy al fondo del escenario y yo estaba un poco ladeado. Creo que también la producción favorece a Vogt, que con su altura y físico luce más con una armadura clasica que con un traje de chaqueta y corbata como en la producción que cantó en Baden Baden y Milán.
El director musical era
Christof Perick, fantástico. La orquesta suena de forma maravillosa, con una dulzura en las cuerdas y una brillantez en los metales de categoría, pero la capacidad de apianar de esta orquesta es asombrosa y esto sirvió para realizar una versión con unas dinámicas increíbles además de sacar todo el partido posible al virtuosismo belcantista de Vogt. Del coro se puede decir prácticamente lo mismo, toda la escena final del segundo acto es de lo mejor que he escuchado en mucho tiempo, especialmente el penúltimo coro, con unos pianos y regulaciones nunca vistas y terminando todos en una sfumatura increíble, dando la posibilidad también a los cantantes a hacer medias voces en la escena y subiendo en forte en ocasiones creando unos planos sonoros fantásticos. Tenían que tomar nota todos los directores de cómo se ha desarrollado todo este final de acto, nunca lo había escuchado así y queda precioso.
Henrich era
Kurt Rydl, un veterano al que ya he visto en otras ocasiones. Cumplió por tablas, pero la voz está ya muy gastada. Este papel lo sacó porque no es muy extenso, pero ya no está para papeles más largos. Precisamente fue quien hacía de Gunermanz en esa producción de Viena.
Su Heraldo era
Matthias Henneberg, que salió con mucha fuerza, pero en su intervención del segundo acto se desinfló.
Algo flojo también el Telramund de
Hans-Joachim Ketelsen. Se apuntó también al lirismo de los protagonistas y quiso hacer medias voces y aportar calidad a la matización pero no tiene tanta técnica, quedó corto de voz y de interpretación.
Bastante interesante en cambio su pareja, la Ortrud de
Evelyn Herlitzius, que la he visto en muy buena forma. Esta soprano falcon de voz potente, con bastante vibrato, timbre peculiar y no siempre afinada, es una cantante que sirve muy bien para los papeles de mala, pero es que además ahora se encuentra en una forma espectacular. La voz con notable volumen se proyectaba como un trueno en el agudo y los graves son por lo menos dignos. Arrancó aplausos en medio de la representación después de su invocación a los dioses paganos, algo que no había visto nunca en una representación wagneriana en directo, aunque por la fogosidad de ese pasaje tengo alguna grabación en vivo donde sí escucho algunos aplausos, pero claro, son de grabaciones de hace más de 50 años. Buena actriz.
Insuficiente como Elsa
Camilla Nylund, buena cantante pero muy lírica y de escaso volumen para el papel, sin el metal suficiente para lanzar el agudo en gran proyección junto al forte de la orquesta, necesario en su primera escena. En los momentos líricos acompañó correctamente y no estuvo mal como actriz.
Lohengrin era
Klaus Florian Vogt. Este tenor es muy conocido en este teatro, estuvo en sus primeros años en nómina y cantó un montón de papeles. Después de su lanzamiento y triunfo internacional volvía a su teatro en el papel con el que había triunfado en el Met, Viena y La Scala. Vogt es un buen tenor en el resto de papeles que interpreta, pero como Lohengrin es majestuoso.
Cada rol wagneriano es completamente distinto a los demás. Se pueden hacer subgrupos, los más líricos, los más dramáticos, pero por ejemplo lo que decía Mayo de que un buen Lohengrin no tendría problemas para cantar Walther no se ajusta a la realidad. Este último rol necesita de una línea de canto con fiatos extremadamente largos sobre el paso, por lo que tenores como Melchior que poseen la mayor fortaleza posible se estrellaban en ese rol siendo buenos Lohengrin. Y por el contrario hay buenos Walther que no aportaban nada como Lohengrin. Esta papel es de los más peculiares de Wagner, porque al ser susceptibles muchos fragmentos de ser acompañados por la orquesta en piano, se presta si el cantante tiene condiciones a poder ofrecer un estilo de canto no habitual en Wagner y dar juego al belcanto.
Vogt, que no tiene todas las condiciones ideales porque no es una voz heroica que también es importante para algunos momentos, como su saludo al Rey inicial, aprovecha todas estas posibilidades al máximo, con su voz amplia, bella, lírica y moldeable hasta límites insospechados. Su claridad del color de la voz provocará una discusión interminable entre los wagnerianos, pero la realidad es que en el teatro siempre acaba convenciendo.
Su entrada fue ya de una categoría impresionante cantando a media voz la despedida del cisne. Otros cantantes al situarse al fondo del escenario o de espaldas como marca el libreto, cantan en mezzo forte y al perderse el sonido por el teatro el sonido llega como en piano, pero Vogt canta realmente en media voz y así llega el sonido a la última fila del teatro en una magnífica proyección. Como ya hemos comentado, su defecto más importante para este papel es la falta de una verdadera voz heroica, además de algún sonido fijo en los La3 que tiene que mantener por más compases, aunque su subida al agudo es fácil y nunca está apretado. Mantiene una línea exquisita siempre, con voz homogénea incluso aunque se vaya al mixto, quizás puede haber algún grave no demasiado apoyado, sobre todo cuando este es precedido de un agudo.
Consiguió algunas frases de cortar la respiración, como en su intervención antes del coro final del segundo acto, en la despedida al cisne del tercer acto cuando antes de atacar el "Oh Elsa" realizó un pppp verdadero, que hacía mucho tiempo que no lo escuchaba en un teatro y sobre todo en el In fernem land; fue de esos momentos sobrecogedores donde se nota que los espectadores aguantan la respiración por la intensidad y belleza de la interpretación. El punto culminante de ese fragmento para mí fue el calderón en el “Taube” con la orquesta en pianisimo, venía también Vogt emitiendo en piano y en un mismo aliento en el Taube aumentó el volumen para adelgazarlo al mínimo en un extenso filado. Impresionante, superior a su versión del Met de la cual circula una grabación y donde se escucha en el mismo momento una resolución espectacular. En definitiva a pesar de una posible falta de metal, squillo y temperamento heroico, Vogt le da al personaje una visión mágica y poética que junto a la producción clásica que se vio en Dresde produce una emoción difícil de olvidar.
Al final 10 minutos de intensos aplausos con una ovación espectacular para Vogt, a pesar de que en Dresde no se estila mucho el Bravo, más el aplauso y pateo, pero la globalización llega a la Alemania Oriental y Vogt recogió esa tremenda ovación que emociona y asusta casi al intérprete. La orquesta y dirección que se merecía una ovación de la misma categoría fue aplaudida y semiovacionada, pero sin esa intensidad con la que fue braveado el tenor. Quizás en Dresde están muy mal acostumbrados.
Vogt no será el próximo Lohengrin en Bayreuth como muchos reclamábamos. Seguirá cantando maestros hasta que se termine la producción, Miss Wagner no le suelta. Una lástima, aunque hay posibilidad de que cante algún año Lohengrin a partir del 3º o 4º año de la producción que comenzará en el 2010.