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4. Regna il sonno su tutti…Fatal mia donna - Macneil, Verrett
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Me encanta la sensual feminidad de la Lady de Verrett. Temerosa en los
Follie, seductora y juguetona en
Sei vano... Por contra la Lady de Nilsson es dura y gélida, un verdadero ser criminal. No muestra en público sus dudas, lo que hace que la escena del Sonambulismo sea escalofriante, porque no vemos a una mujer con remordimientos sino a un monstruo que delira. De nuevo en este duo, otra de las cumbres del Macbeth de Verdi (y aún más del de Shakespeare, mucho más rico e intenso, por mucho que Spi se empeñe en negarle dramatismo, y encima sin demostrarlo
), vemos a una Nilsson de frío cristal. Igual que vemos a un Macneil que mantiene la elegancia vocal incluso en los más teatrales de los parlatos. Transmitir intensidad en los recitativos es una prueba de fuego para un barítono como él, que pone todo el peso de la interpretación en los recursos vocales. Y, como vemos, lo consigue sin necesidad de histrionismos.
Nilsson comienza con una entrada escalofriante. La frase de
Regna il sonno suena lejana, misteriosa y fría. Otro de los grandes logros de la Lady de Rysanek, por cierto, esa entrada escalofriante. Nuestra verdicida favorita a penas muestra temor en ese
Oh contenido, impertérrito, consolado enseguida por una tranquila frase, previa a la entrada de Macbeth.
Esos acordes magníficos (por la partitura más que por cómo suenan esos metales de la orquesta del Met
) preceden a Macneil. Su
Tutto e finito es increíblemente delicado, en pianissimo, con un hilo de voz. Tan a pecho se toma Macneil lo de a media voz en el pasaje que se le oye muy detrás de la orquesta (la toma de sonido tiene sus más y sus menos). De lo que oímos, apreciamos un fraseo limpio como siempre, bien acentuado sin exageraciones. Nilsson parece contagiada y responde muy bien de ritmo y fraseo.
Es interesante cómo Macneil da un tono de sobriedad a toda la página. Por ejemplo ese
chi dorme, serio y tranquilo a media voz, que contrasta muy bien con la potente exclamación que sigue. El pequeño cantabile que describe la escalofriante escena de los cortesanos rezando es un ejemplo de la purísima y elegante línea de canto de Macneil, secundado por unos
Follie fríos y seguros de Nilsson, excelente por cierto en las semicorcheas que cierran la frase.
Macneil comienza la siguiente estrofa (
Allora questa voce...) -la más intensa de todo el duo- con misteriosa solemnidad, con una voz que suena preciosa y aterciopelada en el centro. Las subidas progresivas al forte y al agudo son limpias y vibrantes, de un cuerpo extraordinario. La última de ellas, toda sobre el pasaje, revela el magnífico squillo de su voz. La dirección, algo rápida, no permite darle a estas exclamaciones el dramatismo que encierran.
La respuesta de Nilsson sorprende por lo bien matizada que está, en una contenida media voz: ese
Ma acariciador, con la m alargada; esa a de
Vano en piano, juguetona... No tiene la sensualidad de Verrett, pero es impresionante cómo una voz tan enorme y con ese timbre tan frío consigue sonar burlona.
Como Spi se ha parado aquí, yo también lo hago. Pero disfrutad del final del duo, que es impresionante, sobre todo la maravillosa frase de Macbeth (
non potrebbe l'oceano...), donde Macneil libera de forma gloriosa su voz