Exterior del Castillo de Chenonceau, Loira
Tiempo seco y soleado
Henos aquí en el número 7 de la partitura, el más conocido. O beau pays de la Touraine. La todavía-no-reina-de-Navarra Marguerite (la Adjani, recordemos) está rodeada de sus damas de compañía, acaba de arreglarse (finir sa toilette, qué bonito queda en original). El pajecillo Urbain sostiene el espejo.
Hay versión larga, versión corta preparada por Meyerbeer, y versión de tijeretazo puro y duro. Hermoso acompañamiento de arpa, creando un ambiente "acuático", y ojo al cello y la flauta. La letra es ésta (colgaré a Dame Joan cantándolo y nos reiremos todos juntos):
O beau pays de la Touraine! / Riants jardins, verte fontaine / Doux ruisseau qui murmure à peine / que sur tes bords j'aime à rêver (Oh, hermoso país de la Turena; rientes jardines, verde fuente (?), dulce arroyo que murmura apenas, en tus orillas a mí me gusta soñar)
Belle forêt, sombre rivage / cachez-moi sous votre ombrage / et que le foudre et l'orage / jusqu'à moi ne puisse arriver (Bello bosque, orilla sombría, escondedme en vuestra sombra y que el rayo y la tormenta hasta mí no puedan llegar - Scribe podía llegar a ser ramplón, válgame el Cielo)
Que Luther ou Calvin ensanglantent la terra / de leurs débats réligieux; / des ministres du ciel que la moral austère / nous épouvante au nom des cieux (Que Lutero y Calvino ensangrenten la tierra con sus debates religiosos, ministros del cielo cuya moral austera nos espanta en nombre de los cielos)
Aquí la música coge carrerilla:
Sombre chimère / humeur sévère / n'approchez guère / de notre cour! Sous mon servage / on ne s'engage / qu'à rendre hommage / au dieu d'amour (Sombría quimera, humor severo, no os acerquéis a nuestra corte. A mi servicio uno sólo se compromete a rendir homenaje al dios del amor)
Aquí entran las dos damas y el paje. La música acelera, se adorna, coloratura p'acá, coloratura p'allá, y final en Re sobreagudo que Meyerbeer jamás escribió
Después del prodigioso número, la tijera suele aparecer. Y ya la metieron Meyerbeer y Scribe, cortando partes del libreto que nos ayudarían a entender mejor el asunto. Valentine, dama de la reina (la misteriosa dama de Raoul que visita a Nevers en el acto I) sufre de amores, el paje se troncha, y la reina dice que lo arreglará todo.
Viene entonces el frecuentemente cortado coro de bañistas. Un desnudo por exigencias del guión, pa entendernos. Las señoritas del coro se despelotan, y el paje se dedica a mirar desde detrás de un árbol. Esto da mucho juego a los directores de escena. Y en su tiempo debió tener mucho éxito (Jean Pierre, no mires con esa cara)
Llega entonces el nº8 bis. ¿Y por qué "bis"? Porque no estaba en la partitura original. Meyerbeer lo escribó después para MArietta Alboni, un prodigio de la naturaleza que estrenó en Londres el papel de Don Carlo en Ernani (sí, el barítono, no es coña). Es el famosó Rondó del paje. ¿Qué tiene de destacado? Dos La bemol graves, un Sol y un Fa - tiene pinta de ser muy abajo - y por arriba subida hasta el Do llena de agilidades. La Tourangeau, en Bonynge estudio, no llega al Fa, al decir de los sabios. Y mira que suelta notas cavernosas. En el rondó (frecuentemente omitido) Urbain nos cuenta como ha traido a Raoul atado y con los ojos vendados hasta el chateau.
Llega entonces el buen hugonote, y las malassssss mujeresssssss lo miran, lo soban - recordemos que se estaban bañando, el público masculino ya está en celo a esta altura del acto. La reina y el caballero se quedan solos. Raoul se quita la venda - y descubre a Dame Joan. Como pa echar a correr y no volver. No, no pasa eso. La reina es extremadamente bella y sensual, y empieza el dúo. El tijeretado dúo. Bonynge y Sutherland juran que Corelli no se sabía su parte y por eso lo cantó ella sola en la Scala. La reina y el hugonote coquetean, empiezan a cantar, ella dice uy qué mono, él piensa se va a enterar la guarra (Valentine) y yo aquí con este peassso señora. Ah, si j'étais coquette (si fuera coqueta), dice ella, tres Ah sobreagudos de sospechosa sonoridad, la cosa se va calentando (dependiendo del director de escena puede pasar de todo), y el final del dúo es arrollador.
Y de pronto vuelve Urbain. En la partitura hay una frase de Marguerite (cortada a veces) muy expresiva: Allons, toujours le page, algo así como Grrrrrr, otra vez el putañero paje... Y detrás del paje, la corte. Entre la que destacan Nevers y el noble católico Saint-Bris. El trato será el siguiento: Raoul se casa con la hija de Saint-Bris y concordia entre católicos y hugonotes. Nevers, anterior prometido de la señorita; Saint-Bris, padre; y Raoul, futuro, se juramentan, entre las protestas de Marcel, que se dedica a romper el unísono.
Tachán, entra la dama. Valentine. ¿Qué veo?, dice Raoul (Hasta por el culo me conocen, por hacer un chiste). ¡Es ella! La guarra que iba a casa de Nevers. ¿Casarme con ella? ¡Ni jarto vino! Claro, a Saint-Bris todo esto le parece fatal. ¿Estás llamando guarra a mi hija, peazo hugonote? Estalla la tempestad, en un número de conjunto APOTEÓSICO. Todos empiezan a gritar (¡esto es ópera!) y para rematar el jaleo Marcel se pone a cantar la Coral por encima de todos. ¿Pero qué pasa?, le preguntan a Raoul, y este calla como un muerto. Saint-Bris y Nevers (¿por qué?) deciden darle boleto y le desafían, Valentine está al borde del pasmo, la Reina no se lo cree. La olla se calienta, agudos mantenidos, lanzados, sobrados, platillazos, la orquesta enfebrecida. Saint-Bris y Nevers se llevan a Valentine, ofreciéndole hos***s a Raoul, que las acepta mientras los soldados de la Reina le impiden pegarse allí mismo.
Telón. Hay que resaltar el Martini que se toma Angela Denning en el montaje de Berlín.
Amadeo, tienes la palabra