Lo que hizo ayer Mr. Cura en Santander rozó (cuando no sobrepasó) el esperpento vocal y escénico
. Con el "esultate" más ridículo que haya escuchado nunca ya se presagiaba una noche "histórica" de cogotadas y emoticonos. Este señor al que yo defendí en su momento
y que era capaz de ofrecer agudos impactantes, con un color de voz atractivo por su oscuridad y un registro grave generoso se ha convertido en una caricatura de sí mismo y su ego, ya por naturaleza a muy buen nivel, ha ido creciendo aún más, si cabe, al mismo tiempo que su voz (o lo que queda de ella) se ha precipitado en un recital de susurros, estrangulamientos y colocación occipital absolutamente sin parangón posible en la historia de la ópera. Ya no se puede salvar por ningún lado: actoralmente es de un histrionismo absurdo e hilarante en un intento inútil de ser un referente de "actor-cantante", musicalmente es una pesadilla para el sufrido público y para sus colegas que no saben por dónde va a salir: tan pronto alarga como acorta, masculla las palabras, hace el ventrílocuo emitiendo sonidos sin abrir la boca en un concepto
sui generis de la colocación "in maschera", convierte semicorcheas en redondas y redondas en semifusas, se inventa notas, declama, resopla, lloriquea... Desde el punto de vista vocal no se salva ni una nota, el legato es una utopía, los susurros y las frasecitas entrecortadas ponen de los nervios al más templado de los espectadores y el destrozo que hace de una partitura como Otello supera las más perversas maldades de un barroquero (que nadie se me ofenda...)
Menos mal que Barbara Frittoli dió una lección de lo que debería significar ser una cantante de ópera: voz perfectamente apoyada sul fiato, mórbida, dúctil, que corre perfectamente, con un gran dominio del fiato y del legato así como de la media voz. Se aprecia ya el despuntar de un vibrato ancho en la zona aguda y un registro grave que sigue estando excesivamente cubierto y que le hace perder algo de presencia en ese registro pero nos ofreció un Ave Maria de manual y que supuso el único braveo espontáneo de un público ansioso por escuchar canto de calidad.
El barítono georgiano Lado Ataneli sustituyó al inicialmente previsto Vladimir Stoyanov (miembro de los equipos estables de la ABAO y al que debieron darle una baja laboral...) sin duda aprovechando su presencia en España a raíz de las recientes Toscas de Madrid. Con su inconfundible look híbrido de Georgie Dann y el Rambo de Media Markt al menos lució un centro sano y brillante, aunque sin demasiados armónicos, y un fraseo intencionado. Creo que salimos ganando con la sustitución aunque dibuje un Jago dramáticamente insuficiente.
Del resto del elenco destacar la rotura de voz de Santiago Lanza (Roderigo) en su primera intervención "il rostro piomba su quello scoglio"
, el musical Cassio de Carlos Osuna y lo flojito del resto aunque la Emilia de Marie Kalinine al menos cantó con musicalidad y elegancia su parte aunque sin demasiada voz.
El batutero Mario de Rose era incapaz de dominar orquesta y cantantes al mismo tiempo. Hubo errores y desajustes en abundancia que se corregían por inercia ya que hasta dio alguna señal equivocada. Brillante y empastado el coro de Bilbao y discreta la prestación orquestal.