Victoria de los Ángeles (1923-2005)
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SU VIDA
Victoria de los Ángeles nació en Barcelona el 1 de noviembre de 1923. Su padre, Bernardo López, de orígen andaluz, era el bedel de la Universidad de Barcelona, y residía allí con su familia: su esposa Victoria García y sus tres hijos Carmen, Victoria de los Ángeles y José. Las aulas vacías de la universidad y la sala del paraninfo, donde podía tocar el piano, fueron el entorno cotidiano de la infancia y juventud de esta gran cantante.
En su adolescencia, Victoria de los Ángeles cultivó su temperamento artístico de manera autodidacta. Después de la Guerra Civil española, entró en el Conservatorio del Liceu, donde la escuchó por primera vez la cantante y profesora Mercè Plantada, y realizó sus estudios musicales con la mezzosoprano Dolors Frau y el guitarrista Graciano Tarragó.
El 20 de diciembre de 1940 participó en el programa Concursos vivientes de Radio Barcelona y ganó el concurso cantando “Mi chiamo Mimì” y “Un bel dì vedremo”. El premio fue interpretar La Bohème en el Teatro Victoria. Este hecho inició la carrera concertística de Victoria de los Ángeles y la llevó a entrar en contacto con el conjunto instrumental Ars Musicae que dirigía José María Lamaña y que trabajaba especialmente el repertorio de los siglos XII al XVII. Con Ars Musicae debutó el 19 de mayo de 1944 en el Palau de la Música Catalana. Poco después, el 13 de enero de 1945, hizo su debut en el Gran Teatro del Liceo con la Condesa Almaviva de Le nozze di Figaro.
En 1947, cuando ya era conocida en su país, ganó el primer premio del prestigioso concurso de Ginebra y se lanzó su carrera internacional. En 1949 debutó en la Scala de Milán, primero con un recital y, un año más tarde, con Ariadne auf Naxos de Strauss. En 1948 se presentó en Londres con una transmisión radiofónica de La vida breve de Manuel de Falla por la BBC. A partir de este momento, comenzaría una colaboración fundamental con el pianista Gerald Moore. También en 1949, debutó en la Ópera de París con su impactante Marguerite del Faust de Gounod, obra que en la temporada 1950-51 la impondría de inmediato como una de las grandes favoritas del Metropolitan Opera House de Nueva York, teatro en el que cantó durante 10 temporadas consecutivas. En 1952 debutó en el Teatro Colón de Buenos Aires con Manon de Massenet y Madama Butterfly de Puccini.
Realizó giras por Japón, Australia, Sudáfrica, Rusia, y toda Europa, debutando en Viena en 1957. Fue la primera cantante española que cantó en Bayreuth, elegida por Wieland Wagner para interpretar en 1961 y 1962 la Elisabeth de Tannhäuser. En su intensísima carrera, llegó a interpretar el papel protagonista de más de 35 óperas entre las cuales están La Traviata, Carmen, Pelléas et Mélisande, Fidelio, Fausto, Pagliacci, Werther, Orfeo, Cavalleria rusticana, La Bohème, Madame Butterfly, Il barbiere di Siviglia, Otello, Tannhäuser, Lohengrin, Ariadne auf Naxos, Der Freischütz o Don Giovanni. Sus numerosas grabaciones son consideradas de referencia indiscutible.
En 1961, cabe destacar su participación en el estreno póstumo, en versión de concierto, de L’Atlàntida de Manuel de Falla en el Gran Teatro del Liceo. En aquellos años, realizó una importante difusión de la música española y latinoamericana, y colaboró con su admirado Pablo Casals, y con los compositores más importantes del momento: Joaquín Rodrigo, Frederic Mompou, Xavier Montsalvage, Oscar Esplà, Héitor Villa-Lobos y Eduard Toldrà.
A mediados de los sesenta, la carrera de Victoria de los Ángeles se fue orientando hacia el lied, ofreciendo recitales antológicos por todo el mundo acompañada de grandes pianistas como Geoffrey Parsons, Alicia de Larrocha, Gonzalo Soriano, Miguel Zanetti y Manuel García Morante.
La última ópera que interpretó fue Pelléas et Mélisande de Debussy en la Zarzuela de Madrid en 1980. Entre sus últimas actuaciones, destacan su concierto de celebración del debut en el Palau de la Música en 1989; el histórico recital en el Gran Teatro del Liceo acompañada por Manuel García Morante en 1992, y su participación en la ceremonia de clausura de los Juegos Olímpicos de Barcelona de aquel mismo año.
Su carrera continuó hasta el 28 de diciembre de 1997, fecha de su último concierto oficial, acompañada por Albert Guinovart, en el Teatre Nacional de Catalunya de Barcelona.
Falleció en Barcelona el 15 de enero de 2005. Su capilla ardiente en el Palau de la Generalitat de Catalunya fue visitada por miles de personas y por las principales figuras de la lírica internacional.
(extraído de
aquí)
VOZ Y ARTE
Arturo Reverter: "Desde luego, el timbre era muy característico, tenía un terciopelo y una satinada suavidad. Esa sonoridad aparecía envuelta en una muy matizada, pero clara y diáfana luz emanada de una garganta preparada prácticamente desde el nacimiento, con una impostación natural y una línea de canto extrañamente madura. El timbre, de soprano lírica de cierta anchura, luminoso, aunque con claroscuros muy excitantes, era cremoso y acariciador, terso, de evidente sensualidad, homogéneo, con fácil soldadura de registros, de purísimo esmalte. Pocas cantantes han gozado de una voz tan mórbida, de tan delicadas inflexiones. El canto en ella, debido a esa naturalidad emisora, era de aplastante espontaneidad".
Luis Algorri: "Victoria no canta para el público. No canta para los oyentes, para los espectadores, para los posibles compradores de un disco. No. Victoria canta para mí. Personalmente. Para usted. También personalmente. Nunca para el público, para un público ignoto, anónimo, siempre muy numeroso, que la adoraba. No. Ella hacía saltar diamantes de su voz para usted, para mí, personal e individualmente: nunca oí una voz menos general, menos anónima, menos multitudinaria. Victoria cantaba y cantaba, infaliblemente, para mí, me amaba a mí con su canto, me hacía llorar de emoción a mí, me seducía y me enamoraba a mí. Nunca más en mi vida he experimentado, con ningún otro cantante, con ninguna otra voz, esa certeza de la proximidad, de la inmediatez, de la caricia personal, de los pelos de punta porque te estaba cantando como sólo se puede cantar en la oreja de alguien que te adora. Sólo con ella. Ella me adoraba, lo sé de cierto. Si no, no hubiese cantado así. Para mí. Para usted, que lee esto. Para tantos que la queríamos sin límite posible porque cantaba, porque nos cantaba, como nadie…"
Bernarda Fink: "Victoria de los Ángeles, que hacía todo bien, que pronunciaba perfectamente los idiomas que cantaba, sin ningún acento, poseía una musicalidad perfecta. Victoria es una de las cantantes que siempre me acompañó durante los años de estudio, y la considero un modelo por la pureza de la voz, por su forma de hacer música, sin concesiones. Ella no era una cantante de lied, Victoria era el lied personificado. Ella y Schwarzkopf eran el máximo, muy diferentes, pero ambas extraordinarias”.
Elisabeth Schwarzkopf: "Victoria de los Ángeles es la única entre todas nosotras que ha abarcado la más amplia gama de escuelas y estilos y triunfado en todos ellos".
REPERTORIO Y DISCOGRAFÍA
Amplio y variado fue, efectivamente, el repertorio de Victoria de los Ángeles: operistas italianos, alemanes, franceses; lied alemán, chanson francesa, canción española, catalana, vasca, gallega, nórdica; siglo XX, siglo XIX, siglo XVIII, barroco, renacimiento, medievo, etc.
Dentro del repertorio operístico alemán salen los nombres de las weberiana Agathe, de la straussiana Ariadne (no llegó a cantar la Mariscala, aunque el Met se la pidió en reiteradas ocasiones) y de las wagnerianas Eva, Elsa y Elisabeth. Con ésta pisó el Bayreuth de Wieland Wagner en 1961. El testimonio sonoro muestra a las claras que el declive vocal de la cantante era ya por entonces muy serio. Un desgaste que seguramente tuvo mucho que ver con el hecho de haber insistido en exceso en una parte tan comprometida como la de Cio-Cio-San, que le era especialmente querida ("me siento muy cercana a Butterfly. Me ha dado mucho, mucho más que el placer de cantar. He tenido esta maravillosa y duradera sensación de un papel a través del cual me puedo proyectar yo misma") pero que en términos puramente vocales requería un esfuerzo titánico. Afortunadamente pudo llevarla al disco en la edad dorada de su voz, igual que otras partes emblemáticas como Mimì, Marguerite, Manon y Mélisande.
Aunque fue una destacada Donna Anna, de su Mozart nos queda apenas el recuerdo de su Condesa. Para conocer su Verdi tenemos su Desdémona con Mario del Monaco y Leonard Warren en el Met, pero también su Amelia con Santini y su Violetta con Serafin. Su Carmen llegó con Beecham a finales de los cincuenta. Más tardía fue su grabación de Charlotte junto a Nicolai Gedda, casi paralela a su único encuentro con Alfredo Kraus en ese mismo papel en el Teatro de la Zarzuela de Madrid. Era 1969. Para entonces la soprano ya había empezado a acogerse al universo íntimo de la canción, menos exigido en la zona alta y donde ese arte suyo tan cercano, tan hondo, tan poemático, brillaba con una claridad que parecía abrir los mismos cielos de este mundo.
Algunas grabaciones operísticas destacadas son:
Wolfgang Amadeus Mozart - Le nozze di Figaro
Victoria de los Angeles, La Contessa di Almaviva)
Fritz Reiner (1952)
Giacomo Puccini - Madama Butterfly
Victoria de los Angeles, Cio-Cio-San
Gianandrea Gavazzeni (1954)
Jules Massenet - Manon
Victoria de los Angeles, Manón
Pierre Monteux (1955)
Giacomo Puccini - La Bohème
Victoria de los Angeles, Mimì
Thomas Beecham (1956)
Claude Debussy - Pelléas et Mélisande
Victoria de los Angeles, Mélisande
André Cluytens (1956)
Charles Gounod - Faust
Victoria de los Angeles, Marguerite
André Cluytens (1958)
Giuseppe Verdi - Otello
Victoria de los Angeles, Desdémona
Fausto Cleva (1958)
George Bizet - Carmen
Victoria de los Ángeles, Carmen
Thomas Beecham (1959)
Jules Massenet - Werther
Victoria de los Angeles, Charlotte
Georges Prêtre (1969)
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