Ópera en tres actos
Libreto de J. D. McClatchy y Thomas Meehan, basado en la novela Nineteen Eighty-Four de George Orwell
Estreno: Londres, Royal Opera House-Covent Garden, 3 mayo 2005


Dirección musical
Lorin Maazel

Dirección de escena
Robert Lepage

Escenografía
Carl Fillion

Vestuario
Yasmina Giguère

Iluminación
Michel Beaulieu

Coreografía y dirección de escena
de la reposición
Sylvain Émard


Winston Smith Michael Anthony McGee

Julia Nancy Gustafson

O'Brien Richard Margison

Monitora de gimnasia / Borracha Silvia Vázquez

Syme Andrew Drost

Parsons Graeme Danby

Charrington Lynton Black

Proletaria Mary Lloyd-Davies

Pub Quartet The Demon Barbers


Orquestra de la Comunitat Valenciana
Cor de la Generalitat Valenciana
Francesc Perales, director


Escola Coral Veus Juntes de Quart de Poblet
Jordi Blanch, director

Escolania de la Mare de Déu dels Desemparats
Luis Garrido, director

Pequeños Cantores de Valencia
Carmina Moreno, directora


Producción:
Big Brother Productions, LLC, en colaboración con The Royal Opera House, Covent Garden de Londres
Realizada por Le Projet Ex Machina (Quebec)



La ópera en sí me gustó, aunque la parte del 2º acto en que O'brien habla con Winston y Julia se me hizo muy aburrida y creo que el final podría haber sido más corto y más intenso; todo el dialogo de Julia y Winston al final y la parrafada de Winston me parecen innecesarias. Ahí le pones una musica intentisisima y un "te traicioné" dicho por ambos, más un Winston soltando su "I love Big Brother" a lo bestia al final y para mi ya estaría. Lo que no me convenció fue el uso de los falsetes de casi todos los personajes masculinos. Lo que más interesante me pareció fue lo que cantaba la proletaria (creo que era ella, la que limpiaba la ventana) y la 1º parte de la tortura. Me esperaba más de la escena de las ratas (tanto musical como esceneograficamente)... Muy chula la parte de los crios.

En cuanto a los cantantes: Silvia Vazquez me gustó como borracha en el tercer acto, pero su monitora del 1º acto se me quedó en poco.... La voz de Winston me pareció bonita pero creo (y digo creo porque tampoco sé si es cosa de la obra) que iba un poco descontrolado. ¿Era el personaje Parsons quien cantaba lo del chocolate? Porque a ese no le escuché nada en toda la obra. El otro, el de las palabras, me gustó bastante. O'brien, Richard Margison, a ratos.... Y ella, Nancy Gustafson, para nada; también es que no se la oía mucho, porque Lorin Maazel estaba entusiasmado, le dió mucha caña a la orquesta y los cantantes apenas eran audibles. Me dejaba al tendero y a los del pub... pssseee, no sé
La puesta en escena muy acorde con el tema. Lo dicho, me esperaba más de las escena de las ratas.

Hubo desvandada en el 1º entreacto, y en el 2º fue a más. Aunque al principio del 3º acto se recibió a Maazel con braveo. De los aplausos finales no puedo decir nada porque tuve que salir pitando (es lo que tiene el palau, en la web dice que termina a una hora, el libretillo dice otra, cuando estás allí parece que terminará a otra diferente... y al final tengo a mi padre un cuarto de hora esperandome fuera )

Es que al lado de Diana Damrau cualquier soprano desmerece en ese papel.

Pues a mí esta ópera, vista en dvd, me pareció un coñazo importantísimo falto de inspiración melódica, una ópera que se hace irremediablemente muy cuesta arriba... En cuanto a Nancy Gustafson, es que tiene que estar ya muy mayor... La hacía retirada. En su momento, fue muy digna.

irremediablemente muy cuesta arriba depende; a mi no se me hizo...

Crítica en "Levante"

http://www.levante-emv.com/cultura/2011 ... 85607.html

Otra crónica, hoy el "El Mundo".

El Gran Hermano sube a escena
‘1984’
Libreto: J. D. McClatchy y Thomas Meehan,
sobre la novela de George Orwell. / Compositor
y director de orquesta: Lorin Maazel. / Director
de escena: Robert Lepage. / Reparto:
Michael Anthony McGee, Nancy Gustafson,
Richard Margison, Silvia Vázquez. / Palau de
les Arts, Valencia, 23 de febrero.
Calificación: 
ÁLVARO DEL AMO / Valencia
LorinMaazel, como es bien sabido,
permanece en activo como uno de
los grandes directores de orquesta
del pasado siglo; nunca ha abandonado
su actividad de compositor y
para su primera ópera ha tenido el
acierto de elegir la novela de George
Orwell, cuyo pesimismo visionario
no ha dejado de confirmarse
hasta el presente. Los libretistas
han seguido fielmente el texto literario,
con atención y minuciosidad,
en una concentración sintética rigurosa,
que sobrepasa la mera
fuente de inspiración; han logrado
un texto idóneo para recibir una
versión lírica, que extiende los significados
de la ficción narrativa, situándolos
en otro medio.
El peligro que acecha a una ópera
escrita hoy, un momento en que
no existe escuela ni estilo que señale
las pautas a seguir, es que la partitura
sea algo así como una especie
de homenaje o recorrido por la obra
de otros músicos más o menos cercanos
en el tiempo. Y la crítica tiende
a veces a identificar, o a suponer
que identifica, influencias de aquí o
de allá en cada nuevo estreno.
Lorin Maazel, compositor, se ha
zambullido como nadie, en su condición
de director de orquesta, en
toda clase de músicas; lo que no
significa que su obra sea un simple
pastiche de colegas más o menos
pretéritos. Cabe detectar aromas o
pinceladas de otros autores, cuya
variedad cada cual identificará según
su gusto, pero la escritura de
1984 funciona con plena autonomía
sin préstamos ni complejos. El
Maazel director de orquesta extrae
de la orquesta creada por él todo el
brío, la invención melódica, la riqueza
de contrastes y la amplia gama
de colores de su música, sabiamente
escrita también para las voces,
como demuestra la interpretación
del coro y los solistas. Habrá
quien hubiera preferido una mayor
hondura, un desgarro más incisivo
a una música tan competente como
quizá algo ligera, dada la seriedad
del tema tratado.
Robert Lepage cuenta teatralmente
la historia con plástica habilidad,
sin truculencias, con una sabia
utilización del escenario giratorio
que nos sitúa en el exterior de
oficinas, calles y salas de tortura,
así como en el interior de cada cubículo
donde los ciudadanos del
¿futuro? son observados por el ojo
insidioso y mortífero del Big Brother,
el temible Gran Hermano
que, anulando la privacidad, destruye
al hombre mismo.
El Palau de les Arts valenciano
merece elogios rotundos por una
función tan estimulante, que debía
ser exportada a otros teatros.
El público premió calurosamente
al artífice principal y a todos los
artistas, aunque es preciso decir
que los descansos fueron aprovechados
para la huida. Al final, un
tercio de la audiencia había desertado.

Parece que los críticos la ponen mejor que el público, porque si hay abandono de dos tercios; para mi no hay coincidencia. Mañana voy y os dire mi opinión.

No parece haber despertado mucho interés esta ópera entre los foreros, y la verdad es que me da pereza escribir una crónica, agravado por el hecho de que la ví hace varios días y ya casi no me acuerdo. Debe ser grave, porque suelo tener muy buena memoria para las funciones que he presenciado.
En una primera audición, la obra no me dijo demasiado.
La segunda...francamente, no creo que llegue nunca.

Tampoco ha ayudado mucho el paro del foro.

Yo fui el viernes y em gustó más de lo esperado. Es una obra muy disfrutable, con algos fragmentos realmente bellos. El problema es que musicalmente es desconcertante, oscila continuamente entre un estilo llamémoslo "moderno" (atonal, buscando sonoridades inesperadas, etc.) y otro "broadway", auto explicativo. Y cuando te acostumbras a un código, te cambia al otro, y así, te sientes siempre fuera de lugar. O esa fue mi impresión, sobre todo en el Acto I, el más largo y duro. Mi momento favorito fue el de la profesora de gimnasia: me fascinan las escenas para soprano de coloratura histérica, tipo Abigaille y Madame Mao.

De la dirección, obviamente no podemos poner pegas, aunque sí que había a veces un exceso inmisericorde de volumen. En cuanto a cantantes, los que más me gustaron fueron Margison (potente y agresivo) y Silvia Vázquez, que no será Diane Damrau, pero hizo bastante bien el dificilísimo papel de Monitora. Por otro lado, McGlee no me entusiasmó, pero realmente no le puedo reprochar nada y Gustafson no me gustó.

Conclusión: Siempre es un placer conocer una obra nueva, guste más o menos.

A mí me recordó lejanamente a Puccini en dos momentos: El final del coro inicial, con las invocaciones que recuerdan las de Turandot y el final del "dúo de amor" (supongo que puede llamarse así) con un climax orquestal y vocal que se parece al de Butterfly.

C'est vrai.

Por cierto, que me había olvidado del coro inicial, otra de las mejores partes de la obra.

Le pongo una nota 6/10 a la obra. La interpretación vocal, escena y decorados un 8/10. Lo mejor la orquesta, como otras veces.
El segundo acto me pareció bastante rollo. En general, se hace algo pesada la obra. El interés de una obra nueva y la dirección musical por parte del propio autor hace imprescindible verla para los amantes de la ópera.
Los amantes del género ocasionales o desde un punto de vista social, mejor que se abstengan. Esa es mi recomendación.

Depende, a los fans de lo apocaliptico igual les mola la obra

Bueno, os voy a comentar mis impresiones porque si no mi queridísima Antxi me reñirá porque no me animo a escribir... y tendrá razón.
A pesar de que a mí me gusta (todos lo sabéis) la ópera tradicional, y sobre todo con melodía, quise ver esta obra porque también reconozco que hay que abrirse a los nuevos tiempos y no quedarse estancado. Y he de deciros que no me disgustó del todo, pero con matices,
Lo primero es que el directo cambia la percepción totalmente, si hubiera visto esta ópera en vídeo, estoy convencido de no haberla aguantado hasta el final, pero aquí si lo hice. Es una obra donde el autor mezcla momentos melódicos y con reminiscencias de otros autores, con otros totalmente atonales y "chirriantes". Disfruté con el coro inicial, con el himno, con la "pelea" entre el coro de niños y el de niñas del final del primer acto, con la monitora y la borracha de Silvia Vázquez (para mí extraordinaria), y con la preciosa canción de la abueleta proletaria, para mí con diferencia, lo mejor de la obra. Además, los para mí extraños e inexplicables diálogos atonales que por lo que visto hay que incluir "por ley" en toda ópera contemporánea que se precie, hay que reconocer que gracias al buen hacer de alguno de los intérpretes (para mi gusto sobre todo Margison en primer lugar, Mcgee y Drost), tuvieron cierta razón de ser en algunos momentos.
Es curiosa la existencia de esa "ley no escrita" que he comentado antes: un músico de los pies a la cabeza como Maazel que demuestra en esta obra que sabe hacer buena música y melodias preciosas, las pone con cuentagotas y se ve obligado (siempre en mi opinión, claro) a que predomine la famosa, moderna y chirriante atonalidad, para que no le tilden de antiguo, retrógrado y fuera de onda... ay señor...
Quién, aparte de del autor que conoce la partitura, sabe cuando un cantante lo hace mal o bien interpretando esta obra? Imposible saberlo, a oidos del espectador medio como yo nos suena exactamente igual (de mal) un grito desaforado sin sentido escrito en el pentagrama como uno que se invente el cantante si se le olvida el papel. Sin embargo, si volviera a ver la obra, la canción de la proletaria sabría enseguida si ha sido bien o mal cantada.
De todas maneras, para gustos colores, y respeto profundamente a quienes les guste la música atonal. Yo prometo que voy a intentar seguir conociendo obras contemporáneas para enriquecer mi oido y abrir mis miras a nuevas opciones musicales.
La puesta en escena interesante, al igual que la iluminación. El vestuario acorde a la historia que se cuenta. La orquesta es tan buena que hace que suene bien hasta cualquier barbaridad que el autor escriba, y de los intérpretes, la mejor con diferencia la proletaria (Mary Lloyd-Davies), que en dos ratitos da una lección magistral de canto. Silvia Vázquez extraordinaria y haciendo una excelente creación de sus dos personajes, Margison voz rotunda y creible escénicamente, y el que también me gustó bastante en su papel fue Andrew Rost.
Yo fui el día 1 y no hubo desbandada de público, pero los comentarios de la gente en los entreactos (yo soy de los que le gusta poner la oreja) ponían de vuelta y media la obra, y a la hora de los aplausos... flojitos flojitos flojitos, y esperando por educación y respeto para aplaudir al maestro por todo lo que ha hecho por nuestro les Arts, NO por esta obra. Es lógico, es un tipo de música que hoy por hoy y en general no provoca emociones, ni sentimientos, ni pone los pelos de punta que te hagan aplaudir a rabiar a un intérprete por ello. Casi todo es frío frio, pero ay amigos! el público no es tonto, y cuando saludó la proletaria, los aplausos se triplicaron... tal vez porque su papel era pequeño pero hermoso y de corte melódico? Pues yo pienso que sí.
Volvermos a intentarlo...

¿Conoce Nixon in China o Doctor Atomic? Le gustaría: obras contemporáneas tonales, pero no suenan anticuadas.

Y una pregunta... ¿A usted le gusta Elektra? ¿Wozzeck? Por curiosidad, nada más