Bueno, ante el interés del público y ya que no hay otros espontáneos que se lancen al ruedo, ahí voy yo:
Interesante noche de ópera la vivida el pasado sábado en el Palacio Euskalduna de Bilbao. Se presentaba la coproducción de Las Bodas de Fígaro que Emilio Sagi ha preparado para la ABAO y el Teatro Real (junto a otros dos teatros) y que se pudo ver ya el año pasado en el coliseo madrileño.
Me pareció una propuesta excelente. Sagi no hace experimento. Opta por ir por el camino que mejor conoce, el del realismo con toques coloristas. Crea, ayudado por unos estupendos colaboradores ( Daniel Bianco en la escenografía, Renata Schussheim en el vestuario y Eduardo Bravo en la iluminación), un ambiente mediterráneo, andaluz, un ambiente cerrado eso sí (toda la acción, recordemos se desarrolla en el palacio-cortijo del Conde Almaviva y en su jardín) pero con una luz que lo inunda todo en los tres primeros actos. Con una acertada dirección de actores, que se mueven con soltura y gracejo por el escenario, Sagi consigue que el público se entretenga y que se entienda perfectamente la amena historia que Mozart y da Ponte nos cuentan.
Eduardo López Banzo, con su Al Ayre Español, dirigía el aspecto musical de la obra. Y aquí es donde la representación hizo agua. No sé porque motivo, pocos ensayos, poca preparación, en muchas ocasiones la orquesta fue por un lado y los cantantes por otro. Y de esto sólo se puede culpar a Banzo, mucho más atento a que le siguieran sus profesores que a coordinar a foso y escena. Bien en los tempi y en la concepción de la obra, muy dinámica, esperemos que en posteriores representaciones lime esos desajustes.
En el plano vocal, amplia representación de cantantes españoles, y especialmente vasco-navarros. Ainhoa Garmendia dibujo una Susanna animada sin caer en la vulgaridad, perfecta en lo vocal, sobre todo en su aria del cuarto acto que bordó. Bayo, quizá la más perjudicada por la falta de dirección musical, anduvo bastante justa en sus dos arias más famosas, sobre todo en porgi amor. Se lució más en los recitativos mozartianos que no son más moco de pavo. Aún así es una gran profesional y en el pasaje más rápido de dove sono lució una voz mucho más brillante y entonada. Estupendas el resto de cantantes femeninas, incluido el excelente Cherubino de Maite Beaumont. Ellos también muy bien casi todos. El mejor Tezier como Conde, que lujo de barítono. El más flojo Regazzo como Fígaro, con la voz siempre atrás y con poco volumen. Y siempre fenomenal Chausson que hizo una “vendetta” que gustó mucho.
La gente salió contenta, con los típicos comentarios de este público: “pues ha estado bien” “pues me ha gustado” “que maja ella” “ah, ¿pero cantaba la Bayo?”, ya saben los foreros habituales del Euskalduna, lo que dicen siempre