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Primeros papeles:
1933-1941</center>
Empezamos hoy por fin a escuchar a nuestra soprano. Las audiciones que presentaremos en esta primera parte corresponderán a óperas debutadas durante sus primeros años de carrera (1933-1941), aun cuando la grabación propuesta no pertenezca a ese período. Ya tendremos tiempo más delante de hablar de su evolución vocal: de momento, nos limitaremos a ilustrar sus primeros años de carrera.
La relación de papeles integrados al repertorio durante el período es:
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1933
Lauretta en Gianni Schicchi.
Anna en Nabucco.
1934
Ines en La Favorita.
Nanetta en Falstaff.
1935
Gilda en Rigoletto.
Sofia en Il Cavaliere della rosa.
1936
Micaela en Carmen.
Suor Genoveffa en Suor Angelica.
Cio Cio San en Madama Butterfly.
Mimì en La Boheme.
Manon en Manon de Massenet.
1937
Zerlina en Don Giovanni.
Elsa en Lohengrin.
Damigella en L’incoronazione di Poppea.
Katiusha en Risurrezione.
Margherita en Faust.
1938
Liù en Turandot.
Manon en Manon Lescaut.
Violetta en La Traviata.
1939
Suzel en L’amico Fritz.
Rossana en Cyrano de Bergerac.
Margherita en Mefistofele.
Adriana en Adriana Lecouvreur.
Sakuntala en La leggenda di Sakuntala.
1940
Felice en I Quatro rusteghi.
Francesca en Francesca da Rimini.
Suor Angelica, en Suor Angelica.
Alice en Falstaff.
1941
Giulietta en Giulietta e Romeo, de Zandonai.
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Tras el debut radiofónico de finales del 1932, Olivero interpretó papeles secundarios de óperas de Respighi y Alfano, hasta que el
31 de octubre de 1933, en el Vittorio Emanuele de Turín, tuvo lugar su debut oficial en la ópera
Gianni Schicchi, con Luigi Montesanto en el rol titular. Los periódicos locales señalaron el “garbo y afectuosidad” con que cantó el
O mio babbino caro, aquí en una grabación del 1953:
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Tras esto se le presentó la primera oportunidad de salir del ambiente turinés y del
EIAR, cantando los roles secundarios de soprano en
La Favorita y
Nabucco en La Scala, a finales del 1933. Los repartos de ambas funciones eran como para atemorizar a cualquiera: en
Nabucco, junto a
Cigna,
Galeffi y
Pasero, mientras que en
Favorita compartió escenario con
Aureliano Pertile y
Ebe Stigniani. Olivero recuerda una anécdota sobre esta última:
Citar:
Un día, durante un ensayo de La Favorita, estaba yo sobre uno los escalones de la escena, en un rinconcito, atemorizada por la presencia de aquellos grandísimos cantantes. En cierto momento se me acercó Ebe Stigniani, y poniendo un pie en el escalón, apoyando el codo sobre su rodilla, me miró y me dijo: “Señorita, le recuerdo a usted que si quiere vivir en este ambiente debe convertirse en una carroñera”. A decir verdad, me lo dijo con dulzura, pero aun así me resultó muy chocante. Está claro que nunca puse en práctica su consejo, como por otra parte tampoco lo hizo la propia Stigniani, de la cual todos sus colegas han hablado siempre maravillas, definiéndola a lo sumo como una mujer reservada y esquiva.
Cantó también un
Falstaff junto a Mariano Stabile y a la Canglia, bajo la dirección de
Tullio Serafin. Fue su primer encuentro, no sabemos si afortunado, con este grandísimo conocedor de las voces líricas, que de inmediato se dio cuenta de las posibilidades de la joven soprano.
Le siguió el papel de
Gilda, debutado en Carpi junto al barítono Mario Basiola (ultimísimo de los alumnos de Cotogni, y por lo tanto no lejano a la escuela de Olivero). A parte del éxito obtenido, Basiola felicitó personalmente a la joven, efectuando una pequeña profecía:
Citar:
Es usted una Gilda maravillosa, porque su voz denota pasión, temperamento. Y añado que no se limitará a esto, sino que se adueñará de los papeles dramáticos.
Sin embargo, el maestro
Serafin no parecía de acuerdo con esta opinión. Habiéndola escuchado cantar el aria del acto I de
Traviata (personaje que no había debutado todavía), quedó sorprendido por la grandísima agilidad, ductilidad y capacidad para filar el sonido. Además, la voz era extensa, alcanzando hasta el
fa sobreagudo en las vocalizaciones. Serafin instó a Olivero a olvidarse del repertorio lírico para concentrarse en el
ligero, haciéndole estudiar los roles para soprano de
Mignon de Thomas,
Don Pasquale,
Il Barbiere di Siviglia,
Lucia de Lammermoor y
L’Elisir d’amore.
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El director Tullio Serafin intentó reconducir la carrera de Olivero hacia la vocalidad ligera.</center>
Serafin le aseguró un contrato para cantar el rol de
Filina en
Mignon, de modo que Olivero tuvo que estudiar a fondo el personaje, buscando la colocación apropiada para éste y semejantes papeles. A principios de 1936 esperaba un contrato para cantar
Mignon en La Scala; sin embargo, el contrato que finalmente le ofertó Serafin fue para
Lohengrin, y en Roma...
Tanto Olivero como el maestro Gerussi, junto al que había invertido mucho tiempo en preparar todos estos roles ligeros, se encolerizaron con el director a causa de este repentino cambio de parecer, que les había hecho perder un tiempo y unas energías valiosísimas. No sabemos si fue a causa de este desagradable incidente, pero lo cierto es que la Olivero
no llegó a cantar ninguno de estos personajes en toda su vida.
Podemos suponer el esfuerzo que debió suponer para su voz el estudiar durante meses Norinas, Filinas y Rosinas, para saltar de súbito a las tesituras centrales… Sin embargo, una profesional es una profesional, de modo que Olivero finalmente aceptó el contrato para cantar
Elsa. A fin de consolidar esta zona media de la voz, Gerussi le propuso estudiar también el personaje de
Cio Cio San, que logró debutar ese mismo año con gran éxito.
Pero a pesar de la gran versatilidad de nuestra soprano, que ya era efectiva y observable en aquellos primeros años de carrera, Gerussi le advirtió muy seriamente contra intentar abarcar un
repertorio demasiado amplio. Olivero recuerda:
Citar:
Mi maestro decía que es mejor permanecer por debajo de las propias posibilidades, antes que osar algo más alto y obtener un resultado indeseable. Esa es la razón por la que, de Verdi, sólo he cantado La Traviata, Rigoletto y Falstaff, sin aventurarme en otras partes. La voz verdiana, de color especialmente bruñido, no era la mía. He respetado siempre esta advertencia de mi maestro.
En su empeño por consolidar papeles puramente líricos, debutó también
Mimì de
La Boheme, personaje con el que obtendría algunos de sus éxitos más gloriosos en esta etapa. La escuchamos aquí en una grabación de 1940, posterior en tan solo cuatro años al debut:
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Se aprecian aquí muchas de sus señas de identidad, como su increíble capacidad para las regulaciones de intensidad y la dulzura en la emisión, unidas a su singular y sincera personalidad interpretativa.
En marzo de 1937 cantó por primera vez en escena la
Manon de Massenet. La representación tuvo lugar en el Comunale de Módena, y a su lado estuvo ni más ni menos que al tenor
Beniamino Gigli, todavía en la cúspide de su fama. Esta grabación es del 1953 (es decir, posterior a su período de inactividad teatral), pero puede servirnos para hacernos una idea de aquel momento:
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Junto a Gigli cantó de nuevo una
Boheme en el Castelo Sforzesco de Milán, al aire libre: más de 30.000 espectadores asistieron a la representación, de la que al parecer no se conserva ninguna toma fonográfica. El evento fue descrito por las autoridades fascistas como
la inserción del teatro lírico en el cuadro de la actividad de masas en Italia...
Más importante que esto último, al menos desde el punto de vista artístico, fue el encuentro con el compositor
Franco Alfano:
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El compositor Franco Alfano, uno de los mayores admiradores de Magda Olivero.</center>
En
octubre del 37 fue contratada de nuevo por el
EIAR, en esta ocasión el de Roma, para tomar parte en la radiotransmisión de la ópera
Risurrezione. Alfano estuvo presente en los ensayos de la ópera, seleccionando personalmente a la Olivero para el rol protagonista. Tenía pensado que su esposa, Martha, adiestrase a la joven soprano desde el punto de vista teatral, a fin de que ofreciese una caracterización creíble. Ciertamente, parecía difícil que una jovencita de buena familia fuese capaz de dar vida al personaje de
Katiusha, mujer que pasa del enamoramiento sincero a la máxima degradación de la prostitución y la cárcel, antes de enfrentarse la redención final. Pero pronto descubrió que había poco que enseñarle: “¡Lo sabe todo, todo!”, le dijo la señora Alfano a su esposo. El propio Franco, profundamente conmovido por la actuación de la Olivero, le escribió la siguiente carta a
Umberto Giordano en noviembre del 37, comunicándole su descubrimiento:
Franco Alfano escribió:
Amigo Umberto, permíteme llamarte la atención sobre Magda Olivero, puesto que me siento obligado en conciencia a hacerlo. He tenido como intérprete de mi Resurrezione a esta joven artista, y te juro que pocas veces un autor puede encontrar una colaboradora más diligente, más admirable y más entusiasta. Ella vive la parte que interpreta… ¡la vive y la sufre! Recientemente en Roma, en la radio, su éxito personal ha sido enorme. Su voz clara, penetrante y expresiva, unida a su espontánea musicalidad, le depararán una carrera ciertamente de las más brillantes.
He querido decirte todo esto por justicia, como prueba de gratitud por esta brava joven que tanto da de sí misma a nuestra bella y terrible arte
Un abrazo,
Franco Alfano..
Para terminar por hoy, escuchemos el fragmento
Dio Pietoso de la ópera
Risurrezione, grabado en el 1953:
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<center>
Il treno arriva ed ei non giunge ancor!...
Non viene! non verrà.!...
Tornerò sola indietro, nell'asilo mio triste
col pensier del domani che ne l'ombra mi spia
come una preda!...
Dio pietoso, fa ch'egli venga alfin,
che vegga il mio duol, del rio mio destino
tutto l'orror!
che senta l'oscuro minacciar mortale
che su di me incombe, che mi strugge il core!...
Oh, mio pietoso Iddio! Dio di bontà suprema!
Dio che sai e perdoni! Signore onnipossente,
umil mi volgo a te!
Signor! Dio d'amor!
Ascolta l'angoscia di un'anima che muore!
_________
Llega el tren y él sigue sin venir…
No viene. No vendrá…
Volveré sola, derecha a mi triste morada,
pensando en el mañana que me espía desde las sombras
como a una presa…
Dios piadoso, haz que él venga al fin,
que vea mi dolor, del discurrir de mi destino
todo el horror...
Que sienta su oscura amenaza de muerte
que me acorrala, que me oprime el corazón…
¡Oh, mi dios piadoso! ¡Dios de suprema bondad!
Dios que sabe y perdona, señor omnipotente,
Humildemente me inclino…
¡Señor! ¡Dios de amor!
¡Escucha la angustia de un alma moribunda!</center>
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