El viernes se estrenará Tristán e Isolda en Sevilla. Aqui adelante algo de información al respecto:
Ficha:
Dirección musical Pedro Halffter
Dirección de escena, Escenografía, Vestuario, Iluminación y Videocreación Pierluigi Pier’Alli
Tristán, sobrino del rey Marke, (Tenor) Robert Dean-Smith
Isolda, pricesa irlandesa, (Soprano) Evelyn Herlitzius
Kurneval, escudero de Tristán, (Barítono) Martin Gantner
Marke, rey de Cornualles, (Bajo) Reinhard Hagen
Brangania, aya de Isolda Mezzosoprano Iris Vermillion
Hoy se ha publicado un artículo en Diario de Sevilla de Andrés Moreno Mengibar al respecto:
Citar:
Un acorde más allá de este mundo
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Wagner consiguió con esta ópera trascender la armonía clásica para alcanzar la sublime expresión sonora de la más pura e incombustible de las pasiones: el Amor
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A. Moreno Mengíbar
Diario de Sevilla
20.05.2009
Höchste lust! ¡Supremo placer! Son las últimas palabras de Tristán e Isolda, los últimos sonidos de Isolda en esta vida, el epítome final del Amor frente a las puertas de la Muerte. Isolda, ante el cadáver del amado, con quien tan sólo el Destino le ha permitido compartir apenas un segundo de sublimación allá en el lejano castillo de Kareol, poco antes de que el caballero expirase entre sus brazos, cierra con sus palabras el enorme, acuciante y obsesivo interrogante que se abrió en los primeros compases de esta ópera.
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Un interrogante armónico, una inquietud tonal, sí, pero ante todo una pregunta sin respuesta en este mundo: ¿puede alcanzar el Amor su máxima sublimación en esta vida? ¿Puede el Amor romper las barreras de las normas sociales? ¿Es posible ir más allá de la armonía clásica en pos de la sublime expresión sonora de la más pura e incombustible de las pasiones?
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Detengámonos en los primeros compases del preludio, esa sucesión de notas que tanto ha dado que hablar desde su estreno hace ya más de siglo y medio hasta la actualidad. Primero, una lánguida melodía en los violonchelos (La-Fa-Mi-Re sostenido), una breve línea ascendente y descendente que abre un clima de inquietud en el registro grave. Y, luego, ese famoso acorde: Re sostenido en chelos y corno inglés; Fa y Si en fagotes y clarinetes; Sol sostenido en oboes. ¿Qué tenemos? Una aparente disonancia, un acorde canónicamente imperfecto que está pidiendo su resolución mediante el retorno a la tonalidad original (La menor). Pero Wagner deja sin resolver el acorde, esto es, abre un interrogante, deja colgada del aire un aura de inquietud subrayada por el ascenso cromático del oboe, primero, y del clarinete en la repetición. Es un acorde interruptus, como insatisfecha será a todo lo largo de la ópera la pasión entre los amantes, siempre rota por los lazos sociales en los finales de los dos primeros actos. Pero será con ese solemne y tranquilizador acorde final sobre la dominante en Fa cuando todo alcance sentido y esperada resolución: la armonía encuentra su final concorde, como los amantes encuentran la paz y la reconciliación más allá de este mundo: Perderse, sumergirse sin conciencia… ¡supremo placer!
Fotos de la producción:
Los que ayer estuvimos en el general, estamos ilusionados con el estreno. Más no diré hasta el lunes