Acto II:
Escena 1: coloquio y soliloquio
Esta escena también es novedosa, no existie en el libro.
Mrs Jessel y Quint, en un lugar indeterminado (yo propongo la mente de la I, creo firmemente que I está alucinando), conversan. La conversación es, en la línea de estos fantasmas, terriblemente críptica, fascinantemente ambigüa y termina con una frase descarnada que Piper tomó de un poema de Yeats: "La ceremonia de la inocencia está ahogada."
I está oyendo todo y tras este coloquio de los fantasmas empieza el soliloquio de la pobre mujer, pieza clave de la ópera
“Perdida en mi laberinto no veo la verdad, sólo los nebulosos muros que el apremio del Maligno me levanta. Perdida en mi laberinto no veo la verdad. ¡Oh! ¡Inocencia! Tú me has corrompido, ¿qué camino debo tomar? No conozco nada acerca del Maligno, pero, lo temo, lo noto, lo imagino. Perdida en mi laberinto, ¿qué camino debo tomar?”
Y, efectivamente, I está en su laberinto, en una pugna consigo mismo (primero) y con las fuerzas del mal (que no son sino una representación de su propia represión).
Atentos al “¡Oh! ¡Inocencia! Tú me has corrompido”...esa ilusión de inocencia que tenía puesta en los niños se ha desvanecido.
A partir de aquí, la progresión dramática es imparable.
Escena 2: las campanas
Los niños, Mrs Grose e I van a misa. Los niños cantan diversos canticos supuestamente religioso, mientras ambas conversan. Y digo supuestamente porque ni el tono con el que lo dicen ni lo que dicen es precisamente religioso. De hecho, cantan “Oh amnis, axis, caulis, collis, clunis, crinis, fascis, follis: ¡bendecid al Señor!” y ya hemos visto qué significaban todas esas palabras.
La I clama: “Están diciendo obscenidades!” y le comenta a Mrs Grose que cree que los niños están actuando todo el rato para parecer buenos, pero que están poseidos por los fantasmas de Quint y Mrs Jessel. Mrs Grose le aconseja que escriba a su tutor, pesar de habérselo prohibido expresamente, pero la I duda.
Flora y Mrs Grose entran en la iglesia y Miles y la I se quedan fuera, donde tienen una conversación breve y enigmática (en el libro es todavía más tensa y Miles llega a decirle a la I que no es bueno que un chico esté tanto tiempo con una señorita y que él quiere estar con chicos, porque ya está creciendo y quiere hacer “cosas”). Miles le reta a que escriba a su tutor y la I se derrumba. Se siente sola en su cruzada contra el mal (casi parece Bush y su paranoia del eje del mal), sola, abandonada, perdida. Sale corriendo.
Escena 3: Mrs Jessel.
...y al llegar a casa se encuentra con Mrs Jessel. La escena es nuevamente de alto voltaje. La institutriz muerta e I tienen una conversación al límite. Y es que hay que pensar que, en cierto modo, I ve en Mrs Jessel a sí misma, a lo que puede suceder si falla en su cruzada. No puede soportar ver en lo que ella misma se puede convertir.
Hundida, una vez que desaparece Mrs Jessel, I se decide y escribe al tutor de los niños.
Escena 4: la habitación
I se dirige entonces a la habitación de Miles. Allí tienen una conversación tensa, en la que I intenta que Miles le cuente algo...algo de Quint, algo de su corrupción, algo del colegio...qué hace miles con el fantasma? Qué hizo Miles con Quint cuando vivía? Por qué lo han expulsado del colegio? Miles vacila y se oye la voz de Quint que viene a proteger los secretos de ambos. La I avanza, pero la vela misteriosamente se apaga y se quedan a oscuras.
La I asustada pregunta: “ah! Qué pasó? Quién apagó la vela?”. Miles sabe perfectamente qué ha sucedido, pero con su característico cinismo inocente responde “He sido yo, querida”...
Escena 5: Quint
Quint enfadado ante la posibilidad de que la I hable con el tio de los niños, induce a Miles a robar la carta que la I ha preparado. Miles obedece y sale corriendo con ella.
Escena 6: el piano
Ya nos acercamos al desenlace. Miles toca el piano tan maravillosamente que Mrs Grose e I están literalmente hipnotizadas escuchándolo. Mientras Flora consigue que Mrs Grose se rinda al sueño, I observa a Miles con sentimientos encontrados...ella ama al niño, pero la perspectiva de que esté siendo “corrompido” todavía por el fantasma de quien lo corrompió en vida es terrible...pero, cuando se da cuenta, Flora ha desparecido. I se da cuenta de la estrategia: Miles ha logrado despistarla y ahora Flora (quien ha logrado, a su vez, despistar a Mrs Grose) ha huido.
I despierta a Mrs Grose y salen huyendo a por Flora. Mrs Grose pregunta si van a dejar solo a Miles, pero I le responde “No se preocupe. Él está con Quint!”. Miles sonríe maliciosamente.
Escena 7: Flora.
I y Mrs Grose encuentran a Flora en el lago. Mientras Mrs Grose le echa una reprimenda, I ve aparecer a Mrs Jessel. I grita, pero Mrs Grose no ve nada. Mrs Jessel pide a Flora que no revele nada, que no la traicione y, efectivamente, aunque I se desespera y chilla y grita, Flora niega ver nada. Mrs Grose tampoco.
I está ya enloquecida, pues ella sí ve a Mrs Jessel. Pero Flora empieza a gritarle que la odia y Mrs Grose se la lleva. I se queda sola y deseperada. Se ha dado cuenta de que es el momento de la verdad.
Escena 8: Miles.
Dentro de la casa, Mrs Grose comenta a I que Flora en sueños ha dicho cosas terribles y que va a llevarla con su tío, diciéndole, además, que la carta no ha llegado. La I asume que fue Miles quien la robó y se decide a entablar la prueba final, el último combate. Y lo hace diciendo (muy significativamente) “¡Oh, Miles!... No puedo permitir que te pierdas. ¡Serás mío y yo te salvaré! “
Miles aparece y la conversación truncada en la escena de la habitación se renueva. I interroga a Miles. Miles parece firme, pero empieza a ceder. I llega al paroxismo, mientras, de nuevo, se oye a Quint diciendo “estoy aquí! No traiciones nuestros secretos!”...Miles vacila...la situación se encrespa...Miles reconoce haber robado la carta. Quint sigue con sus llamadas. Miles no puede más. La I le intenta obligar a que diga quién está allí con ellos, su nombre....la tensión es terrible.
“¿Quién es él? ¿Quién? ¡Dilo, por amor de Dios! ¡Mírame, Miles! “ grita I, Miles no quiere decirlo y está a punto de explotar. Quint e I luchan por él, I lo llega a agarrar y zarandear y Miles, vencido y desesperado grita: “Peter Quint! Tú, demonio!” y cae en brazos de la I.
I clama victoria. Ha vencido. Ha liberado al niño. Ha logrado vencer al mal. Pero, mientras se oye a Quint desvanecerse con el nombre de Miles en los labios, I se da cuenta de que el niño está muerto.
Desesperada, grita: “No, no me dejes ahora”...y sollozando comienza a cantar, como en un ejercicio de exorcismo, la canción de Miles: “¡Ah, Miles! ¡Malo, Malo! Malo... como un niño malo Malo... en adversidad”.
“¿Qué hemos hecho de nosotros?” solloza I. Y mientras la luz se desvanece en el escenario, I sigue cantando como hechizada y con el niño muerto en brazos... “Malo, Malo, Malo... “.
Cuando comente los Mp3s ya verán...esta ópera corta el aliento...tengo los pelos de punta sólo de escribirlo, jeje!!
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