Il Commendatore, convertido después en el convidado de piedra, es un personaje breve pero tremendamente importante para el desarrollo de la obra. La ópera comienza con su muerte en manos de Don Giovanni y termina con la bajada al infierno de Don Giovanni de la mano de la estatua.
Probablemente es el personaje más “moral” de todos. Es aquel que sale en defensa de su hija tras “la afrenta” que sufre Donna Anna, pero que cae muerto, algo que no le impide regresar de la muerte para restaurar el orden, tras las acciones de Don Giovanni.
Grangrottlob escribió:
Creo que sin él se pierde mucha obra. Que papel tan breve y a la vez tan profundo y maravilloso.
Fantine escribió:
Coincido con que el único que se salva realmente es el Commendatore... y así le va al pobre.. muerto en un plis plas y estatua parlante por siempre jamás.
Simon escribió:
Il Commendatore, dificil sacarlo del contexto en el que se plantea... mi pregunta: la vuelta del Commendatore... es cosa de dios o del diablo ? Es la presencia divina que viene a castigar, o la presencia maligna que viene a llevarse lo que es suyo ? Obviamente, el resultado es el mismo, pero la interpretación no.... el pedido es el cambio de vida, o al menos, el arrepentimiento.... no debería ser maligno, no ? pero la mayoría de las veces se lo presenta como si fuera el diablo mismo. Si es la presencia divina, exigiendo arrepentimiento en la última hora..... tiene sentido que el elemento sea el comendador (un justo, un virtuoso, que murió en pos de defender el honor de su hija), y por otro lado... se explica el miedo de leporello (tomando la visión de leporello que uno da, no ? jajajaaja)
Maddalena escribió:
Ya que estamos con la estatua, siempre me llamó la atención el destino de la expresión “convidado de piedra”, que sigue usándose para referirse a alguien que no tiene voz ni voto, es decir, todo lo contrario a lo que fue originalmente el comendador, quien –como ejecutor del más allá- determina nada menos que la condenación del protagonista ...
No encontré mucho sobre la fuente del tal convidado, excepto una referencia a Menéndez Pidal (quién si no) que tiene un artículo al respecto. Parece que hay una leyenda medieval andaluza y un par de romances en los que aparece un caballero que patea irrespetuosamente una calavera, que luego lo invita a cenar a su tumba. Es apenas un esbozo, así que el mérito de elaborar la historia correspondería al propio Tirso.
Este era cura –aunque creo que no muy beato- y escribe en plena contrarreforma, hay que castigar los pecados por vía divina. Pero en su época ni siquiera los pecadores cuestionan la justicia del más allá: Don Juan pide por un confesor antes de clavarse de cabeza en el infierno. En cambio, medio siglo después, Molière lo vuelve ateo, ostentosamente ateo, se la pasa discutiendo del tema con su criado, dice que solo cree que dos más dos son cuatro y al final no se arrepiente en absoluto. Don Giovanni sigue a este, aunque alardea menos de su ateísmo. Es obvio, en la escena del cementerio, que se burla de Leporello por su temor supersticioso. Y cuando finalmente aparece la estatua, ratifica “non lo avrei giammai creduto ...”, pero se comporta con total sangre fría ante la sorprendente evidencia del más allá.
Personalmente, a mí me encanta el mito de la estatua parlante y creo que está muy bien insertada en la obra (la simetría asesinato inicial/condena final) para que no fastidie el realismo del resto. No es la moralina lo que me atrae, obviamente, sino que me resulta irresistible la combinación de lo espiritual con lo cotidiano. Es decir, la irrespetuosa invitación de DG (que el fantasma de su víctima vaya a cenar a su casa, el colmo de la burla) y –encima- el fantasma se lo toma literalmente y aparece nomás, en un formato nada etéreo, incómodo y duro en su pesada estatua ... es una escena gloriosa.
Amfortas escribió:
A mi el mito del convidado de piedra me recuerda "Crimen y castigo". En la novela de Dostoievski, el sentimiento de CULPA pesa como una PIEDRA sobre el protagonista hasta el final. Quizá vaya por ahí el sentido del mito: como el crimen, la culpa, no se extingue y persigue al culpable.
(…)Poco antes del estreno (y de la composición) de DG había muerto Leopold Mozart, el padre de Wolfgang. Como sabemos, las relaciones de padre e hijo no habían sido demasiado buenas, pero, a trancas y barrancas, se habían mantenido durante toda la vida de Leopoldo, con un nutrido intercambio de cartas entre ambos y con algunas visitas.
¿Influiría esta muerte de Leopoldo en las frases dedicadas al padre en DG? Puede que sí, sobre todo porque en otras de sus operas no se encuentran muestras así de ternura filial.
Acto primero: cuando Doña Ana descubre el cadaver del Comendador: “Ma qual mai s’ofre, oh dei, spettacolo funesto agli occhi miei ¡. Il padre...padre mio...caro mio padre...etc...”, toda la escena está llena de referencias al padre muerto. Parece difícil pensar que Wolgfang no tuviera presente a Leopoldo al componerlas. Es posible que ese sea el homenaje póstumo a Leopold Mozart.
También en cierta manera, la figura del Comendador, tan rígido (de piedra ¡¡) recuerda al inflexible Leopoldo. (¿Temería Wolfgang que su padre reapareciese para castigarlo?).
¿Realmente el Comendador es tan “moral”? Lo de irse al infierno con Don Giovanni , siempre me resultó raro . ¿Puede estar representado en él, el propio padre de Wolfi?