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 Asunto: JULIO '06: JERUSALEM: BIOGRAFÍA DEL AUTOR
NotaPublicado: 30 Jun 2006 20:55 
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Como sabrán, he pedido el mes de julio para poder hablarles de la ópera Jerusalem de Verdi, por lo que empiezo relatandoles (aunque lo conozcan bien) la biografía de su autor.

Biografía del autor.

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El caso de Giuseppe Verdi es uno de los más extraños de la historia de la música. Sin discusión posible es uno de los compositores más vastos e influyentes del genero lírico. No obstante, esto sólo es admitido (cuando se lo hace) disimuladamente y con la boca pequeña, a pie de página podría decirse, como si reconocer la grandeza del compositor estuviese reñido de algún modo con la aristocracia musical. Posiblemente su misma naturaleza ( en definitiva, como se le ha descrito, un campesino poco cultivado) estuvo en el origen de esta mezquindad hacia sus meritos, y habría que agregar inmediatamente a ello la desconfianza innata que tuvo por teóricos y estetas.
Verdi no solía disertar sobre la música, simplemente la hacía, y la hacía a borbotones, con grandes golpes de talento, y con un éxito popular, que creció sin detenerse en el transcurso de su larga vida. No es extraño, por lo tanto, pensar que la posible envidia haya podido causar la divulgación de muchos tópicos antiverdianos. Además, otra cosa que no puede ser pasada por alto de ninguna manera es la contemporaneidad que tuvo con otro grande: Wagner. La gran mayoría de los teóricos e intelectuales tomaron partido por el alemán y adjudicaron a Verdi el papel de su equivalente popular, cuando no populachero; un incansable fabricante de melodías fáciles, en contra del creador de complejas estructuras que anunciaban la música del porvenir.
Esta especia de confabulación se extendió a décadas después de su muerte, en cuanto al período de entreguerras ningún músico de primera categoría se atrevía a decir (por lo menos en público) que respetaba su obra; y la intelligentzia musical sólo salvaba de la quema las obras de su ancianidad (Otello y Falstaff), ya que, según ellos, en éstas por fin había ¡aceptado la influencia de Wagner!
Cómo dato anecdótico, cabe destacar que Igor Stravinsky fue tal vez el primero en tratar de rescatar a Verdi del limbo en que lo había puesto la intelectualidad musical, en su Poétique musicale (1945), a la que le siguieron textos fundamentales como L’ascencione creatice de Giuseppe Verdi (1951), de Gino Roncaglia, La foudre de Dieu (1954), de Marcel Moré y, desde luego, las páginas que Leibowitz le dedica en su Historie de l’opéra (1957), en las que demuestra con exhaustivos ejemplos la riqueza y complejidad del arte musical de Verdi.
Más cercanamente, en su El libro de la ópera (1987), José María Martín Triana escribió: “Verdi es, sin lugar a dudas, uno de los pilares esenciales de la ópera, y su contribución al género no sólo cambió para siempre el panorama de la ópera mundial, sino que, además, fue el compositor que más empleó la forma de expresar los sentimientos universales y profundos del pueblo italiano y, por ende, del público en general, con lo que supo conectar en todo instante como ningún compositor de ópera del mundo. Por ello, siempre se consideró un músico del pueblo y jamás quiso jugar la carta de la exquisitez, hecho digno de alabanza por su honradez. Por otro lado, posiblemente haya sido el hombre de teatro innato más puro de toda la historia de la música.”

Hijo del posadero Carlo Verdi y de Luisa Uttini, de profesión hilandera, el futuro compositor nació en el caserío de Le Roncole (en Busseto) el 10 de octubre de 1813, y fue bautizado pocos días después con los nombres de Giuseppe Fortulino Francesco, aunque jamás usó estos dos últimos. Pese a la pobreza de su familia, Verdi contó desde niño con la protección de Antonio Varezzi, un comerciante de Busseto, amigo de la casa, lo que le permitió entrar al gimnasio de su pueblo natal y pagarse las primeras lecciones de música con el organistas P. Baistrocchi. Cuando contaba doce años, Varezzi se lo llevó consigo a Busseto, donde amplió su formación musical con Ferdinando Provesi, director de la banda municipal.
Dotado de un talento melódico innato que le hizo componer con facilidad desde la infancia, Verdi era, no obstante mediocre pianista y se interesaba poco por los aspectos teóricos de su arte, por lo que fracasó en su intento de entrar al Conservatorio de Milán, adonde le enviara Varezzi como becario, y debió conformarse con las clases particulares que le ofreció Vincenzo Lavigna, profesor de música del teatro de la Scala e importante discípulo a su vez de Paisiello, con quien estudió entre los años 1829 y 1833.
Durante estos años pasa largas temporadas en la casa de su protector, en Busseto, de cuya hija, Margherita, un año menor que él, se enamora. Finalizados los años de formación se instala en 1835 con el cargo de maestro de música de la comuna de Busseto, y al año siguiente se casa con Margherita, que pronto le dará dos hijos. Pero la felicidad de la pareja será corta, ya que en 1840, cuando sólo tiene 26 años, Margherita y los pequeños mueren en un accidente.
Pocos meses antes de tan infausta circunstancia, Verdi había tenido la alegría de estrenar su primera ópera, Oberto, conte di San Bonifacio, que subió al escenario de la Scala de Milán el 17 de noviembre de 1839, obteniendo tan buen recibimiento que el empresario Merelli le encargó inmediatamente tres óperas más (dos cómica y una seria). Pero ni el temperamento particularmente dotado para el drama de Verdi (hay que recordar que no conseguirá que la ópera bufa deje de ser una asignatura pendiente para él hasta su ancianidad), ni las dolorosas circunstancias personales que atravesaba le permiten coronar la primera parte del encargo: sólo escribe una de las óperas cómicas, Il Finto Stanislao (conocida hoy por hoy como Un Giorno di Regno), que resulta un completo fracaso.
Abrumado por las circunstancias familiares y profesionales, Verdi toma en 1841 la decisión de no volver a componer. Pero ante la insistencia de Merelli (que aparte era un buen amigo suyo) acepta casi por compromiso leer el nuevo trabajo del joven libretista Temistocle Solera (1815-1878), que había colaborado ya con él en Oberto. Se cuenta que, distraídamente, Verdi comenzó a leer el libreto abierto al azar por el verso “Va pensiero sull’ali dorate”, y que quedó de tal manera prendado en la historia y la forma en que estaba contada, que al día siguiente ya se sabía el libreto de memoria. Este flechazo le estimuló afortunadamente a revocar su decisión y compuso en poco tiempo la ópera que sería Nabucco, su primer éxito internacional, y cuyo coro (precisamente el “Va, pensiero”) pasaría a convertirse en poco tiempo en himno y emblema musical del Risorgimento. Por si este cúmulo de afortunadas circunstancias fuera poco, hay que añadir que durante los ensayos del Nabucco, Verdi trabó amistad con la soprano Giuseppina Strepponi, que encarnaba a la protagonista y que, andando el tiempo, se convertiría en la compañera de su vida.
El éxito internacional (Viena, Lisboa, Barcelona, Berlín, Stuttgart, Malta, Budapest…) y las consiguientes demandas que llovieron sobre Verdi a partir de ese momento, le forzaron a componer una quincena de óperas en una década, durante los que él llamó “gli agni di galera” (los años de prisión): I lombardi alla prima crociata (1842), Jerusalem (1842, y su segunda versión en 1847), Ernani (1843), I due foscari (1844), Giovanna d’Arco (1844), Alzira (1845), Attila (1846), Macbeth (1847 y 1865), I masnadieri (1847), Il corsaro (1848), La battaglia de Legnano (1848), Luisa Miller (1849), Stiffelio (1850) y Aroldo (1850 y 1857).
Por si no fuera bastante, por aquellos años Verdi también viajaba constantemente para supervisar los estrenos de sus óperas que se multiplicaban por aquí y por allá, y su compromiso política por la causa de la unificación italiana le lleva a múltiples enfrentamientos con la autoridad y a padecer problemas de censura. Con la salud quebrantada y dueño de una considerable fortuna, decide hacer lo más sensato: comprar la granja campestre de Sant’Agatha (que luego sería Villa Verdi), en las proximidades de Busseto, y se instala allí con Giuseppina Strepponi (1815-1897), que de ser su amiga había pasado a ser su amante en los últimos años, y con la que acabaría casándose en 1859.
Verdi se acerca a los 40 años cuando consuma en rápida sucesión las tres obras que culminan el primer período de su creatividad y que son otras tantas obras maestras: Rigoletto (1851), La Traviata e Il Trovatore (ambas en 1853). En ese último año, invitado a la Opera de París, se junto con el dramaturgo Scribe en una nueva obra que el coliseo parisino desea estrenar con motivo de la Exposición Universal: se trata de Les vepres siciliennes, que se estrenará con muy buena acogida el 13 de junio de 1855. Este título, junto con Simone Boccanegra (1857, segunda versión en 1881) y Un ballo in maschera (1858) son los que suelen considerarse representativos del período verdiano de transición en el que el autor se ha liberado ya de la herencia del belcantismo y de la sujeción a los patrones compositivos de sus predecesores (sobre todo de su admirado Donizetti) y comienza a desarrollar su particular concepción de los recitativos y las arias de bravura, que culminarán en el espléndido e inimitable estilo dramático de su madurez. Entre estas óperas y Don Carlo (1866, con versión definitiva en 1884), Verdi sólo compondrá La forza del destino (1861). Parecen poco dos óperas en ocho años para quien ha llegado a escribir quince en diez, pero no hay que olvidar que estos son los años políticamente más agitados de Verdi, en los que comienza a recoger los frutos de su tarea en pro de la unificación. Con la proclamación del reino de Italia, en 1861, Vittorio Emmanuel II pasa de ser rey de Cerdeña a monarca de todos los italianos (aspiración largamente soñada por el Risorgimento) y encarga personalmente a Verdi que le haga de enlace en las zonas que sucesivamente, plebiscito delante, se suman al reino. Ahora ya no será necesaria la consigna secreta que durante años había ligado al músico del monarca: bajo la dominación austríaca, cuando los enfervorizados públicos de la ópera gritaban “¡Viva Verdi!” sabían que, en forma de anagrama, gritaban también “¡Viva Vittorio Emmanuel Re D’Italia!”.
En los años que siguen a la proclamación del reino, se encarga también de diversas misiones políticas que le obligan desplazarse a Londres, París y San Petersburgo, y tan incesante actividad no se modifica hasta que el agravamiento del conflicto franco-prusiano obliga a las tropas francesas acantonadas en Roma a dejar la ciudad, con lo que (libre por primera vez en décadas de la presencia extranjera) la antigua y gloriosa ciudad de los césares puede ser proclamada finalmente capital de todos los italianos el 20 de septiembre de 1870.
Verdi se acerca a los sesenta años y a la elaboración de su ópera más famosa, acaso la más célebre del repertorio universal: Aida, estrenada en El Cairo en 1871 para conmemorar con cierto retraso la inauguración del canal de Suez. A partir de allí, y rodeado de un prestigio internacional que no hará sino crecer continuamente, Verdi abre un largo paréntesis antes de crear las que serán sus dos últimas óperas en los años de su ancianidad. En ese paréntesis cabe lo más representativo de su música no escénica, entre la que hay que citar Cuarteto para cuerda en mi menor, su Ave Maria y sobretodo su excepcional Misa de Réquiem (1874), dedicada a la memoria del gran escritor Alessandro Manzini, cuya muerte, ocurrida el año anterior, le había afectado profundamente.
En los diez años que van de 1876 a 1886, Verdi, en estrecha colaboración con el poeta y libretista Arrigo Boito, lleva a cabo la lenta gestión de las que serán sus dos últimas obras maestras: Otello y Falstaff, estrenadas respectivamente el 5 de febrero de 1887 y el 9 de febrero de 1893, ambas en la Scala de Milán. Tras la creación de Falstaff, rodeado de la admiración y casi el endiosamiento de sus compatriotas, Verdi ya no compondrá más música para la escena. La última obra de su catálogo será Cuatro fragmentos sagrados, de 1898, escritos en memoria de su inseparable compañera Giuseppina, muerta el año anterior. Él mismo morirá más tarde, en enero de 1901, cuando se encontraba circunstancialmente en Milán, a consecuencia de una hemorragia cerebral. Dejó en herencia sus derechos de autor a una de las múltiples instituciones filantrópicas que había fundado: la casa di riposo per musicisti, que se acababa de inaugurar en la capital lombarda.
Ningún compositor de óperas a tenido una carrera tan densa, prolongada ni proporcionalmente poblada de obras maestras como Verdi. Durante el medio siglo que separa a Nabucco (1842) de Falstaff (1893), Verdi compuso 24 óperas, de las que nada menos que once aún se representan habitualmente y otras cuatro en forma esporádica, y atravesó todas las etapas evolutivas de la ópera italiana del siglo XIX, desde sus “maestros” belcantistas (Rossini, Donizetti y Bellini) a sus “discípulos”, que configurarían el verismo (Puccini, Mascagni y Leoncavallo), ocupando con su sola figura y su obra el vasto espacio que separa a ambas corrientes.
Pero la figura de Verdi, con ser enorme desde el punto de vista musical, es una de las pocas que trasciende con creces ese marco de referencia, ya que la nobleza y la sencilla eficacia de su obra son fiel reflejo de su personalidad. “Su generosidad, su grandeza moral (ha podido escribir por ello Roland De Candé), aparecen no solamente en su música, sino también en numerosas realizaciones desinteresadas: trabajo de irrigación o de desecación, plantaciones, construcción de un hospital, etc. Campesino poco cultivado (como se lo llamó), pero sensible y entusiasta, no inventa doctrinas ni sistemas y desconfía de los programas estéticos por las influencias que podría sufrir de ellos. Se preocupa sobre todo por la sinceridad de la inspiración, que para él es la condición primera y la justificación del arte.”

Saludos :wink:


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NotaPublicado: 08 Ago 2006 1:26 
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Div@
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Registrado: 10 Sep 2005 23:10
Mensajes: 3927
Ubicación: Planeta Tierra
Magnifico trabajo, Luís Riffo :D


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NotaPublicado: 30 Ago 2006 17:50 
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Segundo atril
Segundo atril
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Registrado: 30 Ago 2006 16:56
Mensajes: 93
Ubicación: En cualquier parte, bajo el cielo...
Wow, vaya cantidad de material, amigo!

Pero por lo que veo no fue muy apreciado :roll:

_________________
Il gobbo in Cupido or s'è trasformato!


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NotaPublicado: 30 Ago 2006 20:11 
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Registrado: 29 Mar 2004 16:51
Mensajes: 12318
Ubicación: Esta noche iré a Rick's
Il Gobbo escribió:
Wow, vaya cantidad de material, amigo!

Pero por lo que veo no fue muy apreciado :roll:

Quizá no haya habido demasiadas respuestas, pero siempre está ahí para cuando cualquiera lo necesite, no?
En todo caso, Gracias Luis!


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Traducción al español por Huan Manwë para phpbb-es.com