El Triunfo de la Voluntad, de Leni Riefenstahl
En los últimos tiempos me he acercado al cine nazi y he sacado algunas conclusiones, entre ellas, tales como que estas películas estaban tan bien hechas que resultaban un arma propagandística doblemente eficaz. Y a medida que se acercaba la guerra, eran más descaradas todavía. Así, Hitlerjunge Quex (1933), basada en un caso real, en la que los comunistas aparecen como libertinos, sucios y caóticos, mientras que los nazis aparecen pulcros, disciplinados y valientes. O la descarada Heimkehr (1941), en la que una comunidad alemana que vive en Polonia en 1939 es perseguida y casi masacrada por los polacos (con las mismas tácticas que hacían los nazis con ellos) hasta que llega la libertadora Wehrmacht. Lo único bueno es que contaba con la Filarmónica de Viena interpretando su banda sonora. Hace años vi Jüd Süss, la infame película antisemita que produjo Goebbels, y que fue muy efectiva, ya que las SS atacaban judíos con más entusiasmo tras su visionado. Al menos, para mi personal satisfacción, encontré al héroe ario más petulante e insufrible que al protagonista judío.
Era cuestión de tiempo que me acercase a Leni Riefenstahl. Y ayer pude ver esta película, una de las más famosas películas propagandísticas de la historia. Encontré que la película tiene una enorme calidad por su despliegue de impresionantes efectos visuales y técnicos. Al final, entre tanto desfile nazi y tanto griterío de Hitler, me aburrí bastante, pero hay cosas que me llaman la atención:
1. Hitler decía cosas que en realidad son muy generales y muy manidas. Pero teniendo en cuenta el contexto, uno entiende por qué las masas lo seguían. Y eso es peligrosísimo.
2. Lo que me dio más pena y miedo fue ver a las Juventudes Hitlerianas. Ver cientos, miles de niños y adolescentes jugando tan inocentemente, sabiendo que son perfectamente capaces de matarte es aterrador. Ya entonces, la mayoría de ellos eran irrecuperables, pues serían nazis radicales el resto de sus vidas, y otros tantos serían carne de cañón en la guerra.
3. En la película las SA tienen un papel preponderante , que acababan de ser purgadas un mes antes en la Noche de los Cuchillos Largos. Y dice Hitler que "solo un loco puede afirmar que he desmantelado un movimiento que está con nosotros desde el principio". Pero qué cara más dura.
4. Da miedo ver la cantidad de gente que formaba parte del partido.
5. Uno puede ver como era Núremberg antes de la guerra. Lo bello que era. Ahora no perdonaré que hayan usado música del preludio del tercer acto de Los Maestros Cantores para estas imágenes.
6. La película es dinámica, y está tan bien hecha que te sientes parte del ambiente. Eso también es horrible. Y peor aún, que estar tan cerca de Hitler, a través de primeros planos, de sonrisas y de resoplidos en su discurso final, hacen descubrir que también era humano, además del monstruo que hoy en día todos odiamos, casi como los medievales odiaban a Satanás, por eso supo ganarse a tanta gente en Alemania, y admiradores en el mundo entero. Un ser perverso, pero humano también
7. Por último, la gente que ovaciona, alza el brazo sonriente al paso de Hitler y sus tropas, posiblemente no sea antisemita radical, posiblemente no fuera asesina, pero estaba definitivamente ganada para el régimen. Es atroz saber que mientras esto sucedía, otros colectivos ya eran inmisericordemente perseguidos. Revisité "La Ola" de Dennis Gansel no hace mucho, y la tuve presente. Esta gente, a cambio de paz, bienestar y trabajo, entregó su alma a un régimen que con los medios suficientes, fue capaz de sacar lo peor de lo peor del ser humano, sin importarles que otros sufrieran, o si había cosas que no eran éticas. De eso, ninguna sociedad está libre, ni entonces ni hoy.
La próxima, cuando sea, será Olympia, de la propia realizadora.