ManuelR escribió:
Nadine Sierra comía ayer por Madrid unos begels veganos eco muy apetecibles ( ironía)según constató en sus redes. Hoy cancela y vuelve la temible Pratt, qué acertado fue el término peganotas que alguien usó para referirse a ella por este blog, aunque ayer tubo sus momentos buenos ( y sus momentos malísimos). Hoy me aguanto y me la trago de nuevo. Anda, los que vamos hoy no podríamos marcarnos un pataleo como el de Un Ballo en la pandemia?, así cancelan y nos devuelven el dinero, aunque no sea mucho, que todos sabemos que el Real es muy baratito con eso de que es el más financiado de España.
Al igual que Usted acudí las noches del 3 y el 4. La primera fue aburrida de narices. Me gusta como canta la Pratt, pero sobre el escenario tiene menos gracia que un donut sin azúcar. Como muy bien comentó Le Gou, con quien pude departir el día 4 en el descanso, pareciere que ejerce de sonámbula desde el principio de la función. Pero oigan, se puede pagar una entrada por ver cantar a la australiana sin mayor remordimiento. Caso aparte es Demuro, quien al cantar pareciere poseído por el espíritu de una cabritilla. Pero o servidor no se entera, que bien pudiera ser, o al público del Real le gusta el canto caprino, pues el sardo fue profusamente aplaudido en su saludo final.
Bajonazo cuando leo en las pantallas que la Sierra tenía algo mejor que hacer que acudir al teatro, aunque fuere tomarse una justificada aspirina. Tiene toda la razón don NICO al comentar el desprecio al espectador que supone que ningún representante del teatro salga a anunciar la sustitución de último momento. Recuerdo aquel brillante debut de Jorge de León sustituyendo a Marcelo Alvarez en Andrea Chenier en un cambio anunciado por Miguel Muñiz, a la sazón Director General de la compañía, micro en mano desde la boca del escenario.
Sobre lo ocurrido sobre el escenario, poco que añadir. Un lujazo escuchar a Anduaga cantar en el teatro. Incluso creo que ayudo a que la Pratt elevase unos puntos su actuación (a Demuro se lo comió con patatas al punto que el italiano era inaudible en parte sustancial de los duetos).