Verdi - Don Carlos (versión francesa), desde el MET vía cines - 26/03/22.
Don Carlos: Matthew Polenzani - Élisabeth de Valois: Sonya Yoncheva - Rodrigue: Ettiene Dupuis - La princesse Eboli: Jamie Barton - Philippe II: Eric Owens - Le grand inquisiteur: John Relyea - Thibault: Meigui Zhang - Le moine/Charles V: Matthew Rose - Le comte de Lerme: Joo Won Kang - La comtesse d'Aremberg: Anne Dyas - Un héraut royal: Eric Ferring - Députés flamands: Vladyslav Buialskyi, Samson Setu, Msimelelo Mbali, Christopher Job, Jeongcheol Cha, Paul Corona - Une voix d'en haut: Amanda Woodbury.
Director: Patrick Furrer (en sustitución de Yannick Nézet-Séguin). Puesta en escena: David Mcvicar - decorados: Charles Edwards - vestuario: Brigitte Reiffenstuel - nueva producción.
Aunque sea en cine, fue cita obligada al tratarse de los platos fuertes de la temporada y quizás la más esperada, pues por primera vez en su historia el Met llevó a escena la versión francesa del Verdi más largo y difícil de producir. Desde antes que se confirmara ya había mucha expectación sobre que versión y que cortes en concreto se darían puesto que hay 7 versiones de la partitura y todas ellas cuentan con sus cortes y añadidos particulares. Algo de engañoso hubo en el marketing alrededor del magno evento pues lo que en realidad se preparó e interpretó para la ocasión no fue la versión del estreno de 1867 como tal, sino una versión híbrida que en su mayoría era la de Módena en 5 actos y en francés, con añadidos de la original de 1867 y material descartado de los ensayos de 1866: al primer acto -Fontainbleau- le cortaron el preludio, el coro de leñadores y la primera escena de Isabel con estos. Al comienzo del tercer acto tampoco hay coro ni intercambio del velo entre Isabel y Éboli. En el auto da fe se corta un fragmento breve de la procesión (un corte inedito que jamas habia dado y creo solo se ha hecho en esta ocasión). En cambio en el cuarto acto se añadieron la Lacrimosa así como la intervención de Isabel y su breve dúo con Éboli durante la insurrección. El final del quinto acto -justo después de reaparecer Carlos V- es el corto con el coro de frailes (el de la integral de Abbado -appendix del último disco- pero recortado).
Musicalmente y como bien es sabido, fue concebida en francés a modo de Grand Opéra como lo demuestra la fluidez del texto y el como este casa perfectamente con la música. De igual forma la vocalidad requerida es más ligera para ciertas partes (otra cosa muy diferente de lo que son las versiones italianas). En este sentido el elenco congregado cumplió la empresa con éxito -en unos casos más que en otros- pese a los contratiempos que fueron surgiendo. Por lo menos el señor Polenzani sacó adelante su personaje adaptándolo a sus medios, cosa contraria a lo que se auguraba y por qué en buena medida la versión lo permite. No es la primera opción que uno pensaría para el protagonico y sin embargo se defendió bien. La química con Yoncheva y Dupuis (sobretodo con este último) fue latente con ambos lo que le valió buenos aplausos del respetable en sus escenas con ellos. La Yoncheva si mostró una gran mejoría con respecto a su debut del papel en París hace 5 años. Parece que aprovechó bien la pandemia para estudiar la parte con toda calma y pulir detalles. al menos en la transmisión se mostró segura y con más dominio de la parte. Insisto en que no es un personaje que vaya a cantar mucho pues la versión que nos ocupa tampoco se programa con frecuencia, pero si el tiempo y la prudencia se lo permiten, puede ir abordando este tipo de roles como según vaya viendo le acomoden (Luisa Miller si le quedó grande y en esos casos es cuando debe ser mas precavida). Dupuis también ya había participado en la mencionada producción de París, aunque en la reposición en italiano del año siguiente con los Alagna. Tiene en repertorio el Posa en italiano y estas funciones marcaron su debut del papel en francés y fue de los que se robaron el show y la simpatía del público junto con Jamie Barton, quien se unió al elenco como sustituta de Garanca. Se ganó con el cambio hay que decirlo, y aunque son voces totalmente diferentes, las interpretaciones de cada una tienen lo suyo. Como es usual por la vocalidad del personaje, La Barton estuvo más justa en las agilidades de la canción del velo y ya más encendida en O don fatal. En ambos números y en los aplausos finales tuvo el teatro a sus pies. Ella disfrutó de la experiencia en lo que se refiere a la construcción del personaje ya que tambien debutó la parte en francés, y aprovechó para hacer un guiño a Tatiana Troyanos como publicó en sus redes. El señor Owens como Felipe II (en sustitución de Günther Groissböck) si se quedó corto ya que desde la función de estreno el papel le quedó grande en lo vocal llevándolo al límite de sus recursos y al grado de cancelar su participación en la penúltima función para estar al 100 en la transmisión. Actoralmente impuso mucho y si mostró el lado débil del personaje especialmente en su aria y en el dúo con el inquisidor. En este caso si se queda uno con la ganas de oír y ver lo que hubiera hecho el señor Groissböck con el rol. El inquisidor de Relyea cumplió el cometido y en lo actoral impuso mucho su caracterización. Fue lo que había y no estuvo mal considerando el panorama actual de bajos. Matthew Rose como Monje/Carlos V estuvo mucho mejor que Owens y de hecho fue su reemplazo como Philippe en la penúltima función (los que lo vieron afirmaron por redes que le iba mejor a el la parte del rey). El resto del elenco y demás comprimarios bastante bien servido por habituales de la casa como era de esperar para la ocasión.
Patrick Furrer sustituyó a Yannick de última hora -por enfermedad se supone- pero no llegó frío pues fue asistente y ya había concertado un par de funciones previas. El maestro suizo compañó a los cantantes en todo momento manteniendo la atmósfera adecuada y resaltando sus momentos clave
Como es costumbre el coso neoyorkino no escatima en gastos cuando se trata de obras de gran formato y la ocasión no era para menos. tiraron la casa por la ventana con la nueva producción de McVicar, la cual es una representación visual de la cosmovisión de Felipe y el Inquisidor: un imperio del miedo gobernado por la muerte. Dicho concepto, al igual que hicieran Schiller y Verdi, esta sustentado por supuesto en la leyenda negra, pues como bien sabemos la realidad fue otra (en parte). La escenografía consiste en un solo decorado principal que va cambiando de elementos en cada acto. este decorado único de escala monumental es una estructura semicircular con catacumbas y osarios que nos recuerdan la prescencia constante de la muerte en cada imagen visual, con la intención de atrapar a todos los personajes en un mundo casi sin luz solar. De ahí el predominio de tonos negros y oscuros tanto en el vestuario como en la escena, lo cual acentúa con creces la atmósfera opresiva y claustrofobica de la obra. Bajo esa premisa como punto de partida la intención del director es que también la audiencia sintiera ese encarcelamiento claustrofobico reforzando la idea de que no hay escapatoria para ninguno de los personajes. En comparación a su anterior puesta para Frankurt, más austera y ya vista en Madrid (de la cual rescata algunos detalles como la marioneta y la reja de la prisión), esta nueva producción es más opulenta y curada en lo actoral como en ciertos detalles: los problemas de Carlos son más evidentes y durante el auto da fe parte de los osarios de la escenografía pasan a ser palcos donde los nobles prescencian la ejecución mientras un bufón hace acrobacias y piruetas en los garrotes ahí dispuestos -4 al centro del escenario- resaltando el aspecto grotesco y repugnante del acto. en la procesión se alcanzan a ver un cuerpo momificado (de un condenado?) y demás reliquias de algún santo (se sabe que Isabel y Felipe fueron fanáticos de estas cosas). Al final durante el solo de la voz celestial, un resplandor de fondo lateral da a entender las llamas, pues no hay hoguera como tal en escena: los condenados eran penitentes y pasan primero por el garrote. En el despacho del rey no hay más que su mesa rodeada de una penumbra sepulcral y un cristo monumental que cuelga sin cruz y con aspecto sometido dejando en claro que quien mueve ahí los hilos es el inquisidor. Esto adquiere todo el sentido ya que en la escena del jardín antes de la canción del velo, aparecen unos niños y uno de ellos lleva una marioneta que se puede interpretar de forma similar. En el último acto Carlos e Isabel están en paz con la decisión de separase, no hay abrazos ni lágrimas, solo la sinceridad del momento. Cuando el rey y el Inquisidor irrumpen con los guardias Carlos es ajusticiado en escena y en ese momento aparece el monje/Carlos V ya con la corona: todos de piedra y al sonar el coro de frailes es Posa quien regresa de entre los muertos para llevarse a Carlos.
Sin rozar la perfección fue una funcion bastante disfrutable en conjunto por la ocasión y la emoción palpable en escena. Un plus la imponente producción con vestuario de lujo, ya que permitió a los cantantes sacar partido de sus personajes: ahí tuvo que ver también el trabajo de McVicar con estos. El elenco principal fue de menos a más conforme fue avanzando la tanda de funciones, reservándose para la transmisión. Todos los involucrados estuvieron bien comprometidos y de ello dieron fe los artistas al momento de las entrevistas. de esas ocasiones contadas en las que todo fue fluyendo por sí solo.
_________________ Che il rivederti annunzia Quasi un desio fatale... Come se fosse l'ultima Ora del nostro amor? http://lesbijouxandcolors.blogspot.com/
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