Orfeo de Monteverdi, Palau de la Música Catalana 18/2/2022Segunda ópera del ciclo "Palau Ópera" (que debería llamarse Palau Ópera barroca porque son dos Handels, un Monteverdi y dos Purcells, pero bueno) con una soberbia Europa Galante y el estupendo Cor de Cambra del Palau dirigidos todos por Fabio Biondi.
Hablemos del elefante en la habitación que es el estirado (en todos los sentidos) de
Ian Bostridge haciendo de Orfeo. Habrá algunos que amen su propuesta, otros que la odien y unos pocos que se queden en medio. En mí caso estoy en que consigo tolerarlo con bastantes peros. Si bien su propuesta del Winterrise me interesó en su momento por una aproximación tan visceral al ciclo de Schubert, casi desde el feismo... aquí me parece pasado de vueltas. Dejando a un lado lo feo de la voz el problema viene con una interpretación exceisvamente afectada y que fuerza la prosodia para hacer los efectos que a él le parecen adecuados pero que para mí muchas veces rompen el fraseo. Y luego está el problema visual... es el único cantante que "interpreta" o que hace movimientos escénicos. Y las comillas vienen porque lo que hace es retorcerse por el escenacio como si estuviera hechizado con gestos y muecas de estar sufriendo un dolor mortal. Desde luego nada que ver con el bello Orfeo hijo de una musa. Y encima se le nota esa actitud altiva y chulesca frente a sus compañeros. El mismo que va diciendo en una entrevista a The Guardian que se metió a tenor tras escuchar a Pavarotti cantar La Forza del Destino en el Covent Garden. En fin.
Y la auténtica trinfadora de la noche fue la grandísima
Roberta Invernizzi como ninfa que nos recordó por qué es una de las mejores intérpretes barrocas de los últimos 20 años. Voz en estupenda forma y con un decir del texto que no solo te enteras de toda la historia sino que además te la crees. Y además diva que se cambió de vestido en el intermedio.
Poco interés vocal la Música y Eurídice de Monica Piccinini con una vocecilla de poca enjundia y pelín plana en acentos. Bien los bajos Fabrizio Beggi y Ugo Guagliardo de Plutón y Caronte y bien el guapetón de Filippo Mineccia como pastor y espíritu pese a que le costó entrar en calor. Los otros tenores un poco sin más.
Pero en general un espectáculo muy bueno sobre todo por una orquesta de sonído bellísimo, precisa y con un planteamiénto más preciosita que rústico pero con un continuo muy rico (ese solo de arpa!), tempi flexibles muy al servicio de la narración y dinámicas contrastadas sin ser radicales.
Si el próximo domingo están en Madrid y creen que pueden soportar las pegas del tenor protagonista no duden en ir. Como en el Auditorio Nacional se ve bien desde todos los lados les recomiendo cerrar los ojos cuando cante Orfeo. En el Palau teníamos a nuestro favor la arquitectura de la sala donde el 60% del aforo no ve el escenario