Yo fui el sábado 30. Causó baja J. J Rodriguez por la razón que ha expuesto fasolt. Lo sustituyó Javier Franco, que morirá como se cante todas las funciones. Yo esperaba que apareciera Ódena, Cansino o Bullón, pero no hubo suerte.
Estuve muy cerca del director Chichon, que la verdad es que se ve que disfruta con la zarzuela. Además nos solazó el breve intermedio tras el segundo acto con la romanza de Vidal, a modo de interludio. En algunos momentos me pareció que iba un poco lento pero la orquesta, cercenada, en líneas generales sonó muy bien. Se me escapó en la salida, por el toque de queda, y me quedé sin preguntarle que para cuándo Elina en una zarzuela completa. Que si en el futuro vamos a traer extranjeros, cojamos a los buenos.
Javier Franco superó con gallardía un papel de envergadura. Es cierto que a veces la orquesta le sobrepasaba pero hay que reconocer que sabe cantar, ofrece detalles y termina con unos agudos valientes, sin temor a estrellarse. Y encima habiendo cantado el día anterior. Fue justamente aplaudido por su entrega,
Jorge de León es casi su complementario: se le escucha sobradamente pero su canto suena forzado, muscular, todo potencia. Antes engolaba y estrangulaba el agudo, ahora ya engola todo el registro; lo bueno es que cuando llega al agudo suena más liberado y brillante que el resto de las notas. Es joven y de momento aguanta pero no sé cómo acabará. He visto su evolución como cantante y no me da buena espina. Una pena, porque me gusta mucho. Pero su romanza de entrada me resultó poco emotiva; precisamente él, que saltó a la fama en este mundillo en un apacible rincón de Madrid, no lejos de la calle Jovellanos.
Las damas, Yolanda Auyanet y Rocío Ignacio estuvieron muy parecidas en su cometido. Voces perfectamente audibles, agudos potentes mas algo desagradables y filados y medias voces mucho mejor ejecutados, algunos de gran belleza. De hecho, el dúo "Cállate corazón" fue lo mejor de la canaria.
Los secundarios acompañaron bien, sin pasarse de histrionismo, algo que se agradece. Me gustó especialmente el saboyano Román González-Cañadas, en una canción que parece inocente y facilita y a mí me parece un campo de minas.
El coro es otro de los grandes damnificados. Muchas veces fuera de escena, no debían de ver al director porque se desacompasaron un par de veces, hasta que Chichon ajustó el paso. Y además con mascarillas. Bien los bailarines, coreografía vistosa, sin caer en la vulgaridad.
La puesta en escena..., psé, concuerdo con fasolt. Al menos no son dos sillas y una mesa, con las gabardinas marca Joseluis.
Pero yo llevé a tres debutantes y los dos primeros actos, no sabían dónde se ubicaba la acción. Uno incluso me dijo que el segundo parecía un tendedero público tras lavar las sábanas en el Manzanares. El tercer acto sí está bien ambientado en la dehesa extremeña, con sus buganvillas y todo.
Sin embargo, buena tarde de zarzuela. La comunión profesionales y público es total: se les agradece el compromiso y estos a su vez agradecen nuestros apoyo. Al final esto es lo que quedará en el recuerdo y no si tal agudo fue abierto o si este falló aquí o acá.