Parece que va el día de rarezas belcantistas, a la contribución del señor Tunner yo añado:
L'assedio di Calais, Glimmerglass Opera Festival, 12-VIII-2017El festival de ópera de Glimmerglass, con más de 40 años ya de carrera, es el segundo más importante de los EE.UU. (después de Santa Fe). Además, me queda al lado de casa. Sin embargo, por sus fechas veraniegas no había podido visitarlo hasta ahora.
Este año nos ofrece las óperas
Porgy and Bess,
Serse y
L'assedio di Calais; además del musical
Oklahoma! y del estreno mundial de una ópera cómica titulada
Scalia and Ginsburg (sobre los dos famosos jueces del Tribunal Supremo y con mesa redonda incluida dirigida por la propia Ginsburg, gran operófila).
De todo ello, me ha coincidido asistir a
Oklahoma! y a
Calais. Esta última es una de las muchas óperas raras de Donizetti, de hecho Glimmerglass suponía su estreno en los EE.UU., después de 180 años. Escrita en Nápoles entre
Lucia di Lammermoor y
Roberto Devereux, está por supuesto muy lejos del nivel de ambas obras maestras pero tiene muchos puntos de interés, sobre todo para el que esté interesado en la evolución musical del compositor. Donizetti la escribió pensando en París, hasta el punto de incluir un ballet (no representado en esta ocasión) e incorpora otros experimentos como un muy atractivo sexteto en el segundo acto, con cinco solistas masculinos y una mujer, con alguna intervención del coro. El libreto, sin embargo, es algo deficiente y de hecho la obra, en su corta carrera escénica, ha visto varias versiones (dos y tres actos, añadido de personajes, etc.) sin llegar a cuajar dramáticamente su emotivo final. Glimmerglass nos ofrecía la segunda versión de Donizetti, con un rondò finale añadido para la prima donna (a mí me sobró, creo que resta efecto al clímax, en el que el rey perdona la vida a los nobles de Calais).
Firmaba la producción la propia directora artística del festival, la veterana
Francesca Zambello. Inspirada por eventos recientes (Calais convertido en un campo de refugiados) y, supongo, consciente de que a los yanquis es difícil venderles la ambientación medieval, nos lleva a lo que podría ser el Alepo de 2017, o cualquier otra ciudad de un conflicto actual. De hecho, se llega hasta a usar vagas traducciones en los sobretítulos para eliminar las referencias a la Guerra de los Cien Años. Por ejemplo «Francia, Scozia e Albione un sol freno reggerà» pasa a «I will rule three lands at the same time» o «Edoardo, signor dell'Inghilterra e del franco reame» que es simplemente «the ruler of our land and yours». La escenografía se centraba en un edificio arruinado giratorio, bastante bien diseñado, además de en una muralla que se abría y cerraba (con bastante incoherencia con la acción, ya que los ingleses entraban y salían de la ciudad como Pedro por su casa). Al principio parece que va a haber movimiento: el protagonista se descuelga de la muralla durante la propia obertura (muchas veces se abusa de esto en la escena actual, pero aquí el propio Donizetti incluía la huida y persecución de Aurelio durante la obertura en sus indicaciones escénicas). Sin embargo, una vez entrados en materia, la dirección de actores es mínima. En conjunto, no me ha convencido mucho la producción (aparte de que, en una ópera tan rara, lo lógico sería ceñirse a la ambientación original).
El reparto estaba compuesto en su mayoría de cantantes jóvenes. Mi preferido resultó
Adrian Timpau, barítono moldavo perteneciente a los Glimmerglass Young Artists, que interpretaba a Eustachio, alcalde de Calais. Con una buena voz y capaz de proyectar la autoridad y nobleza requeridas por el personaje, es un cantante que puede tener una buena progresión. Destacó especialmente en el sexteto de los seis burgueses que entregan sus vidas para salvar la ciudad.
Cierran el trío protagonista su hijo Aurelio, interpretado por la mezzo en travesti
Aleks Romano, y la esposa de este, Eleonora (
Leah Crocetto). Romano, procedente del programa Domingo-Cafritz es una cantante muy representativa de la joven escuela estadounidense actual. Papeles técnicos bastante en regla, voz algo pequeña, buena actriz. Resultó bastante convincente en general, con muy buen registro agudo, pero flaqueando por abajo y con alguna oscilación que se acercó al accidente en uno o dos momentos puntuales. Su mejor momento fue la escena en la que cuenta a su esposa un ominoso sueño que ha tenido («Io l’udia chiarmarmi a nome»). Crocetto es la cantante de mayor perfil entre el reparto. La voz más grande, habitual en papeles verdianos o puccinianos, es capaz de dar buenos pepinazos. Por desgracia, para el caso que nos ocupa, con un estilo algo ajeno al bel canto (deja sordos a los soldados ingleses, pero no llega hasta sus potentes notas agudas con la suavidad y continuidad que exige Donizetti). Ambas se compenetraron bastante bien en el más destacado momento de la ópera (junto con el sexteto): un dúo en el que terminan cantando al unísono, mezclando el compositor hábilmente los diferentes colores (el programa lo compara al famoso dúo de
Norma, pero sin salirnos de Donizetti tenemos el de
Maria Padilla, que creo ofrece un mejor paralelo).
Los otros cuatro burgueses de Calais, con pequeños papeles, resultaron bien cubiertos en general (menos uno, al que francamente no se le oía). El espía inglés estuvo muy bien servido por
Zachary Owen.
El rey inglés corrió a cargo de
Michael Hewitt, cover del bajo titular, que se defendió bastante bien (aunque me gustó más ayer como Jud Fry). Poco que comentar de la reina de
Helena Brown o de los coros, competentemente interpretados pero demasiado poco desarrollados en la partitura.
La orquesta del festival estuvo dirigida por
Joseph Colaneri, entusiasta defensor de este repertorio belcantista. Con tempos bastante ágiles, estuvo a la altura de una partitura, con especial mención para el clarinete solista de
Pascal Archer (que nos presentaba a un Aurelio durmiendo plácidamente en un momento de calma) y los violonchelos del interludio del sexteto.
En conjunto, hay que aplaudir a Glimmerglass, Zambello y Colaneri haber rescatado esta ópera que merece más atención de la que recibe y que nos han ofrecido con un nivel muy digno. El tipo de función en la que, aunque algún cantante esté algo verde, se notan el entusiasmo y los ensayos de un reparto joven muy implicado dramáticamente y en la que el todo supera a la suma de las partes.