Función del día 21. Meade, Aronica, Simeoni, Ófila
Pimera función del segundo reparto. Lo primero decir que me cuesta entender por qué la gente paga un pico más por ver un estreno, cuando suele ser la función más flojilla de todas, pendiente de nervios, ajustes y rodaje. Sí que es verdad que da una idea de por dónde van a ir los tiros, pero suele quedar margen de mejora. En este caso, era el estreno del segundo reparto. Norma tiene una gran ventaja y una gran desventaja. Empezando por la desventaja, nos la conocemos tanto y tenemos en el oído la referencia de Normas tan grandes que el nivel de exigencia es alto. La ventaja es que la obra me parece tan maravillosa que me resulta difícil no disfrutarla a pesar de todo.
Yendo al grano y por orden de aparición. Empiezo por Abbado, porque lo primero es la obertura y porque su quehacer condicionó toda la función. Bellini no comenzó a asomar hasta el segundo acto. Todo el primer acto fue lo más anti-belcanto que uno se puede imaginar. Volumen a todo trapo, chunda-tachún chan-ta-ta-chán chimpón, era difícil encontrar esas melodías como circulares continuas larguísimas (no sé cómo explicarlo) que son Bellini. Por suerte para todos, debió reflexionar en el descanso, y en el segundo acto se moderó y fue cuando la función comenzó a despegar. No tanto por mérito suyo, sino porque dejó respirar y meterse en estilo a los cantantes sin tener que desgañitarse, que es lo más antibelliniano que se me ocurre.
Luego viene el coro que no estuvo tan fino como otras veces. En el masculino, mejor las voces graves que las altas.
Órfila como Oroveso me gustó. Le faltaría ser más bajo-bajo para el papel, pero es un cantante que me gusta. También creo que el papel es el que es. Mejor en el segundo acto que en el primero, lo que ocurrió casi con todos.
Luego llegó Aronica. En su entrada me pareció totalmente desbocado por no decir descontrolado. Digamos que con demasiada energía y con una afinación muy mejorable. Es verdad que no ayudaba tener que hacerse oír a través de la orquesta. Más parecía Otello furioso que Pollione enamorado. Al llegar el dúo con Adalgisa, de verdad pensé que qué les enamoraría exactamente a estas dos mujeres. Afortunadamente en el segundo acto cambió. Parecía otro cantante y tanto el dúo con Norma como el final fueron muy destacables. Creo que si se modera en el primer acto tiene mucho margen de mejora, porque al final demostró que puede hacerlo.
Meade me pareció una buena Norma. Lo mejor sin duda de la noche. Fue la única que venció a Abbado en el primer acto. Actoralmente tiene muchas limitaciones, pero cuando salió ella comenzó a sentirse la música de verdad. Después de todo lo oído hasta ese momento, el Casta Diva fue como un inicio de reconciliación. Me parece que su timbre es muy bonito, aunque esto ya es más a gusto de cada uno. Tiene unos agudos y unos filados estupendos, puede con todas las notas y, sobre todo, puede con las partes más graves. Y así lo mantuvo toda la función, aunque debería cuidar más el plano interpretativo ya que resulta un punto fría. Pero fue sin duda lo mejor de la noche y lo que lo que a la vista no transmitía, al oído sí lo hacía. Y por todo el conjunto, orquesta, Aronica, Órfila, Simeoni, el nivel desde el dúo con Adalgisa al Qual cor tradisti fue subiendo subiendo hasta decir maravillosamente Deh non voleri vitime.
Simeoni. Pues la vi más floja de lo que esperaba. Como la tónica general, mejor en el segundo acto. En el primero me pareció que tiraba mucho de portamentos y temblé pensando en el dúo con Norma del segundo acto. Pero no, mejoró y fue muy disfrutable. De hecho este dúo fue el aplauso más sentido de la noche.
Y por último, la puesta en escena. Pues qué quieren que les diga. Yo soy muy simple, y me gusta que los romanos sean romanos, los galos, galos, los druidas tengan largas barbas blancas y que lo que vea sea mínimamente coherente con lo que oigo. Eso sí, en la estética oscura y fea que está ahora tan de moda… pero no me disgustó. Me sobraron tantas proyecciones y los bailarines. No me emocionó, pero no me disgustó. Sólo me parece inadecuado el tema de subir tanta escalera. Creo que no aporta nada y es una crueldad para los cantantes, porque no estamos hablando de tres escaloncitos. Me parece una auténtica falta de consideración y me maravilló que la Meade pudiese dar las frases tan largas que dio después de subir todo eso, y no una ni dos veces.
Así que en resumen. Un primer acto muy mejorable, un segundo acto mucho mejor, y unos intérpretes que una vez más rodados pueden dar, si no unas funciones memorables, sí bastante disfrutables. Esos sí, si el director les deja, que es el punto más negro que veo.
Al final, como suele pasar, disfruté a pesar de todo, y espero que los que vayan más adelante pueden hacerlo todavía más. Yo, por si acaso hay mejoría y para no perdérmelo si es así, repito el 4.
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