I PURITANI
de Vincenzo Bellini
Bellini en París
“Si vales mil, recibes mil, si cien mil, recibes cien mil”
(extracto de una carta de Bellini, 4 de septiembre de 1834)
Las leyes de derechos de autor francesas garantizaban a los compositores cobrar por los derechos de sus obras, no solo en París, sino en las muchas provincias donde circulaban las óperas exitosas todos los años. Francia contaba con una burguesía educada musicalmente, y también se ganaba dinero vendiendo música impresa. Además, París era el centro de la cultura europea, la capital de la moda y el periodismo, la fama que obtuviera allí, llegaría fácilmente a oídos de toda Europa. Además en música, era de las ciudades pioneras en cuanto a orquestas sinfónicas y afluencia de público a los teatros. Estas condiciones beneficiosas atrajeron a Bellini, quien recaló en París en su camino hacia Londres, a fines de 1833. Bellini abandonó Italia en 1833.
En primer lugar viajó a Londres, donde tres de sus óperas fueron representadas con un éxito clamoroso en abril de ese mismo año. En agosto se trasladó a París. La capital francesa experimentó un gran impuslo artístico durante la década de 1830, es decir, durante la “tregua” entre las revoluciones de 1830 y 1848.
-Les Bains Chinois, donde vivió Bellini, en Paris-
En París, Bellini cultivó la amistad con Chopin, Hiller y Paër. Mayor importancia tuvo, sin embargo, el apoyo de Rossini, que aunque por aquel entonces había dejado de componer óperas, seguía siendo una eminencia en la esfera musical parisina. Rossini, que siempre se mostró generoso y solícito hacia otros colegas más jóvenes, le consiguió a Bellini el encargo de una ópera para el Teatro Italiano.
I Puritani – el tema
Muchos libretos se nutrían de las novelas de Sir Walter Scott (“I Puritani” también fue atribuida a este autor hasta que se identificó la verdadera fuente: el drama “Têtes rondes et cavaliers” -1833- de Jacques Ancelot y X. Boniface Saintine).
Bellini pensó que este tema –escogido hacia abril de 1834- tenía un profundo interés, por sus situaciones de suspenso, el sufrimiento de gente inocente que conmovería al público. Además, este sufrimiento conmovedor surgiría no por acción de algún personaje malvado, sino por acción del destino.
-Escena de locura de elvira-
Luego de su distanciamiento de Felice Romani, Bellini ya no tenía un libretista de su confianza, y tuvo que recurrir al conde Carlo Pepoli: un exiliado político y poeta menor que escribía textos de canciones para compositores, pero que no sabía nada de teatro. Esta inexperiencia perturbaba mucho a Bellini, y se sabe que nunca estuvo conforme con el libreto. Es evidente la inconsistencia dramática del libreto, con un héroe que ayuda a huir a la incógnita reina Enriqueta, volviendo con ello loca a su enamorada puritana; los momentos cruciales rozaban lo absurdo: luego que Elvira enloquece, el drama pierde fuerza y permanece así hasta la última crisis y la reconciliación; el hilo de la historia depende de acciones forzadas y pretextos. Esto no le preocupaba demasiado, ya que, como él mismo decía
“en París se necesita la música antes que nada, ellos no conocen la lengua [italiana], y no les importa si las palabras son buenas o no” (25 de marzo de 1835).
I Puritani – la música
Bellini trabajaba simultáneamente en dos versiones de la ópera. Una estaba pensada para París y la otra para Nápoles. El reparto de la segunda versión estaba integrado por otras estrellas del canto (el papel de Elvira fue concebido para la popular mezzosoprano María Malibrán), lo que indujo a Bellini a efectuar numerosas modificaciones en las voces. La fusión de los estilos de ópera italiano y francés produce en “I Puritani” una mezcla tan sensacional que cabe preguntarse cómo hubiera podido perfeccionar Bellini estas experiencias músico-dramáticas.
A diferencia de otras obras suyas, donde las épocas y espacios pueden ser mucho más vagos (como Norma, por ejemplo), en “I Puritani” Bellini necesitaba evocar un lugar y una época específicos, para recrear hechos históricos.
Bellini utiliza distintos elementos para crear un ambiente de austeridad y de guerra. El coro marcial, las voces fuera de escena, todo evoca una era lejana. Incluso toma recursos de la “grand opéra”, como el hecho de que Elvira, dentro de sus desvaríos, cante en el último acto la canción inicial de Arturo. Pero lo que más acerca esta ópera al estilo de la “grand opéra” es la combinación de espectáculo, brillantez y romance, gracias a su cuidada instrumentación y trabajo de los coros. Esto nos muestra a un Bellini que había mejorado mucho desde sus primeras óperas; sin embargo “I Puritani” es claramente una ópera de transición entre el bel canto y el romanticismo; por lo que uno se pregunta qué habría hecho Bellini si no hubiera muerto tan joven, y hubiera podido seguir evolucionando hacia el estilo romántico.
-imagen de la escenografía pensada para la 3ra escena del primer acto-
I Puritani – escenas resaltantes
* La entrada del tenor en el primer acto “a te o cara”, tiene un ritmo cadencioso y una línea melódica ondulante, con marcados clímax delineados por agudos que se desarrollan por encima de las otras voces, como las de los bajos que le hacen ligeras disonancias por momentos, logrando un efecto conjunto notable. Es una pieza delicada, una canción de amor en la que Arturo le presenta como regalo a Elvira, el velo blanco de novia. Este velo, será también el simbólico desencadenante de la locura de la joven.
-"a te o cara, amor talora", Juan Diego Flórez-
* El aria de Elvira “son vergin vezzosa” fue concebida por el autor à la polacca, es decir, como una polonesa; y presenta a la joven expresando su alegría por su próxima boda con el hombre que ama. En esta, la soprano hace gala de agudos, agilidad, trinos; todos éstos, recursos adecuados para retratar la excitación de la joven.
-"son vergin vezzosa", Maria Callas-
* La primera escena de locura de Elvira, “o vieni al tempio, fedele Arturo”. Elvira cree que su novio se ha fugado con otra mujer, y pierde la razón. En esta escena ella imagina que se casa con Arturo. La melodía es dulce pero a la vez triste, el coro femenino acompaña a la soprano, mientras que los hombres (bajo, barítono y coro) siguen su propio camino, con una melodía distinta que completa la imagen de desconcierto general. Los agudos de la soprano se lucen, y son metáforas de los desvaríos de Elvira.
* En el segundo acto. La voz de la joven, cuando deambula por el castillo, abre la escena “qui la voce sua soave”. La línea melódica de la soprano tiene preeminencia con respecto a la de los otros dos personajes que participan en esta escena, bajo y barítono, que expresan su dolor con sus notas graves y melodías lastimeras. La elevación y caída sutil de la orquesta evoca un dolor sin fin, y los fragmentos vocales simulan los desvaríos de Elvira. En la cabaletta “vien diletto”, Bellini utiliza la coloratura y las escalas descendentes, para evocar la histeria de la protagonista.
-escena de locura, Edita Gruberova-
* El compositor concluye el segundo acto de Los Puritanos con el dúo en tres partes de Riccardo y Giorgio, en lugar del gran finale de conjunto habitual en la ópera romántica. La parte implorante en fa mayor se convierte en un fa menor repleto de tensión y apagado (“Se tra il buio un fantasma vedrai”).
* El dúo heroico de Riccardo y Giorgio “Suoni la Tromba” no sólo fue interpretada como un símbolo de la lucha patriótica, sino que también sirvió de modelo para el ciclo de variaciones Hexamerón. Los virtuosos de París de entonces, crearon sus propias paráfrasis del entrañable tema a instancias de la princesa Belgiojoso, entre ellos Franz Liszt, Sigismund Thalberg, Johann Meter Pixis, Henri Herz, Carl Czerny y Fréderic Chopin.
* En el tercer acto, la sección lenta del concertante, “Credeasi Misera”, tiene un tono doloroso que funciona con tiempos tranquilos. Es una pieza muy exigente para el tenor, por los agudos y sobreagudos que exige la partitura. Esta parte es famosa por que contiene la nota más aguda escrita para tenor, un fa sobreagudo (Fa4), que cantaba Rubini (se cree en voz mixta, como cantaban los antiguos tenores de la escuela belcantista), pero que actualmente se suele reemplazar por un Reb4, que tampoco es una nota fácil. Fuera del sobreagudo, es una pieza preciosa. “que combina amplitud, rica sonoridad, claridad y concisión formal” (Lippmann).
-escena final-
El estilo francés, con su predilección por tableaux grandes y escenas decorativas en las que el colorido orquestal desempeñaba un papel mucho más relevante que en Italia, ejerció una influencia notable sobre la música de “I Puritani”. Pero lo que confirma la sensible percepción por parte de Bellini del gusto francés, no es sólo el mayor colorido de la orquestación, mediante el cual se consigue una atmósfera heroica así como descripciones de la naturaleza (salida del sol al principio de la ópera, una tormenta al iniciarse el acto III), sino también el carácter coreográfico, más a la moda de la première en París.