Tengo que repasar este hilo porque estuve muy liado en plenas representaciones de Parsifal y veo que hay magníficas crónicas como la de Wanderer y pienso muy parecido a la de Richter y visiones muy distantes, algo lógico en una obra como Parsifal. Como también en las representaciones de Parsifal de Madrid he visto a gente salir con los ojos llorosos por la emoción y hay aficionados que se han escapado en el descanso. Es comprensible, porque necesitan una orientación.
Pero Tunner, tenemos que hablar un día de Parsifal. Eso de zarandajas me parece una palabra muy atrevida, especialmente con los problemas éticos y morales que estamos viviendo ahora en la sociedad. Estoy completamente seguro que tras una charla vas a cambiar de visión, sobre todo ahora que te veo cada vez más wagneriano.
Pero de lo que no hay ninguna duda, y créeme de que en esto estoy 100% seguro, que no es un buen planteamiento acercarse a Parsifal desentendiéndose del drama y disfrutando de esa supuesta bellísima música, que es posible que en algunos fragmentos sea intrínsicamente bella, pero lo importante de esta música es la interconexión absoluta con la idea que se quiere transmitir. Tengo una tesis de un americano sobre la armonía de Parsifal y además de un estudio musicológico de categoría es un continuo análisis de la dramaturgia, porque para entender los juegos y combinaciones que se aplican a los motivos, el porqué de las modulaciones, las diferentes colores y atmosferas orquestales que se nos ofrece, no hay otra manera que hacerlo conjuntamente. Por supuesto que se puede disfrutar de Parsifal dejándose llevar, como dice Mandrika, es más, es la forma que más aconsejo, pero eso no evita que todo esté haciendo efecto inconscientemente por detrás y que la profundización en la obra antes de cada representación aumente exponencialmente nuestro disfrute.
A mi me cuesta mucho disfrutar de Parsifal fuera de Bayreuth. En respuesta al amable forero Tann, aunque sea culé, hay una diferencia enorme entre escuchar Parsifal fuera y dentro de Bayreuth. Quizás en las primeras representaciones no seas tan consciente pero cuando llevas muchas audiciones en directo fuera y dentro de Bayreuth, llega un momento que la comparación se hace insoportable, incluso en magníficos esfuerzos como el de Semyon Bychkov. Pero hay muchas cuestiones irresolubles, hay una transparencia sonora en Bayreuth por la disposición de los instrumentos y la concha mística que te hace perfectamente audible las filigramas y los cambios en los motivos, como disminuye uno y entra otro. Aquí quedan muchas veces emborronados, un arpa no se oye, un metal se oye demasiado, la madera se come a las cuerdas o estas tienen que tocar más fuerte y no hacen buen balance con las voces. No es una ópera de fortísimos pero el balance con las voces tiene que ser ajustado sobre todo si no son de enjundia. Y lo más importante es que se pierden esas sonoridades, colores y atmosferas por no hablar del coro.
Además hay cantantes que dicen y expresan bien, pero no son grandes voces, que hacen emocionantes prestaciones en Bayreuth y fuera quedan insuficientes, algún caso se ha comprobado en el Real, como el caso de Amfortas.
En mi opinión no hay nada musicalmente como una representación en directo de Parsifal en Bayreuth. Tann te aconsejo que lo pruebes. Y la preparación antes de asistir debe ser especialmente dramática, por dos motivos fundamentalmente, primero porque se necesita para comprender las intenciones musicales y segundo porque no hay subtítulos y ver un Parsifal sin comprender el texto es una pérdida de tiempo. Entregado al drama no conozco experiencia más subyugante si la producción ayuda. Musicalmente hay muchas probabilidades de que funcione.
En cambio es muy difícil dirigir fuera de Bayreuth. Ya simplemente en las primeras notas del preludio hay que tomar diferentes alternativas a lo que está apuntado en la partitura para lograr el mismo efecto. Y así hay que continuar toda la ópera.
Las funciones del Real en mi opinión tuvieron luces y sombras. Estuve en el primer día de Vogt el 18 y en el 29 con Elsner. Las diferencias fueron apabullantes, por lo musical y por lo escénico. El segundo tenor no debería intervenir en un Parsifal, imposible química con Kundry y las muchachas flor y además no proyecta bien la voz. Solo valdría en una grabación porque hay frases que dice bien. Un error de reparto. En la primera de Vogt fue el más aplaudido y Parsifal el día 29 fue el menos aplaudido del reparto. Y eso que Vogt no está ni mucho menos perfecto en este papel donde le falta dramatismo en las partes más declamadas. Sí lució en el perfecto y emocionante legato del tercer acto. Sin embargo conociendo como cambia la sonoridad de este tenor en Bayreuth, el caso más soprendente que se conoce, en Bayreuth funcionará incluso en las partes más dramáticas.
Lo más indignante de estas funciones fue la amplificación del coro. Cuando se debe cantar desde lo alto de la cúpula, se utilizó la amplificación. Es decir, lo primero que se amplificó fue todo ese fragmento que termina con comed del pan de la vida. Un sonido que tiene que ser purísimo y se escuchó enlatado y mal, en una decisión indignante e innecesaria. También tuvo su catastrófico efecto en el tercer acto. Para abuchear con toda la razón del mundo.
Me parece solvente Kampe, Detlef Roth que funciona en Bayreuth no lo hace en el Real por la amplitud de su voz y el Gunermanz de Selig me parece un poco aburrido, además de pasar apuros en el tercer acto. Flojo Klingsor de Nikitin, esperaba más y absolutamente sensacional vocalmente Jerkunica como Titurel, aunque no me gusta esa exposición dramática del personaje cuando debe ser un símbolo del Deus absconditus, menos aún en esa visión tan egoísta y un tanto vampírica del personaje.
La producción es de gran categoría, fantásticamente trabajada, con un minucioso estudio de la rotación de escenografía, siempre con partitura delante, aunque no funcionó el día de Elsner. Es imposible. Y por mucho que nos empeñemos hay algunos parámetros dramáticos que se tienen que tener en cuenta en algunas producciones.
Fantástico la resolución escénica del final, con cada protagonistas cerrando su capítulo en una serie consecutiva de escenas.
Pero dramatúrgicamente le veo muchos fallos, no se realzan los grandes contrastes que debe haber entre el universo espiritual y el más sensual, la explosión de la naturaleza aflora esta vez por su ausencia y muy pobre la entrada a la sala del Grial con ese soldado recordando la explosión que le acabó provocando la lesión en los ojos.
Tampoco me gusta el final, con ese líder carismático que al conocer la historia de Alemania nos lleva a pensar en el desastre. El final de Parsifal en su música deja una sensación misteriosa de que esa crisis y regeneración, volverá en un continuo movimiento cíclico a otra crisis que requerirá otra regeneración, esa puede ser la interpretación al Redención al Redentor, pero en este caso esos nubarrones son una tormenta en toda regla en la que podemos visualizar ya todos los rayos y relámpagos. Más bien esta producción nos da a entender que la regeneración es ficticia, que la sociedad está condenada a una continua crisis de valores, algo que no es exactamente lo que Wagner proponía aunque reconozco que el planteamiento tiene cierto interés.
Semyon Bychkov hizo lo que pudo, pero los problemas son insalvables. Me gusté especialmente en el 3º acto del día de Vogt, aunque se fue un poco de volumen en el acompañamiento a Selig, pero allí encontré algunos sonidos plenamente Bayreuthianos y por tanto muy emocionantes. Magnífico preludio del 3º acto que expone musicalmente todo el lastimoso y largo regreso de Parsifal a los dominios del Grial.
Espero con ganas la nueva producción de Parsifal en Bayreuth con la dirección de Andris Nelsons.
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