Como nadie se anima, me da rabia que no quede testimonio de una función de un notable nivel, sobre todo para lo que suele ser una Sonnambula: un título escasamente programado con intérpretes poco afortunados que deviene en coñazo sideral. Bajo esa premisa, quizás no tenía las mejores expectativas para estas funciones de Bilbao, salvo una certeza: sabía que Jessica Pratt no defraudaría. Y no lo hace.
Creo que es la mejor cantante belcantista del momento. Así, sin tapujos. Estando fuera de competición las dos divas de la generación anterior, hoy todo se resume en la intérprete australiana. Tiene una voz de lírico-ligera quizás no muy personal, pero su técnica de canto no tiene tacha. Siempre fina, siempre elegante, sin jadeos en las tomas de aire, siempre en tono, manejando con soltura las dinámicas, poderosísima en el sobreagudo. Puede que quepa hacerle dos matizaciones: el caudal vocal no es ingente, y le falta ese toque de fantasía de las grandes grandes. Si la progresión de esta alumna de Leila Cuberli sigue así, no sé por qué no podemos estar ante una Luciana Serra o una June Anderson dentro de unos años. Es una cantante que, a la vista está, me fascina. Y en este repertorio de coloratura, es imbatible.
Con una Amina así, la Sonnambula ya tenía buena pinta. Pero es que, además, Antonino Siragusa estuvo bastante aceptable. La voz del tenor no es especialmente bella, y tiene algún tic sanremero que le afea el estilo, pero por lo demás es un contraltino con los papeles en regla (dicho sea sin la mínima intención de menoscabo), que gana presencia cuando coloca las notas en la máscara. Acentúa con cierta intención, y quizás donde peor lo pasó fue en su gran escena del segundo acto, bastante justito de fiato. También cabría pedirle a un cantante que viene esencialmente de Rossini que se molestara en hacer alguna variación en la repetición de las cabalettas.
Sumados los dos protagonistas, ya da un buen resultado final. A eso hay que añadirle un Mirco Palazzi con una noble voz de bajo pero escasa sonoridad y rotundidad. Según que frases del Conte requieren de más autoridad. Y una estupendísima Lisa de la no menos jovencísima soprano valenciana Marina Monzó, de buenas y sorprendentes maneras a sus 22 añitos, con las agilidades en su sitio, con una voz bien proyectada, y quizás con algún agudo por cubrir. Un valor en alza, si sabe ser inteligente.
Y si a mayores Pérez Sierra es capaz de estar siquiera bien (pelín errático en la selección de tiempos, pero pasable por lo demás porque no llevó la orquesta demasiado caída y sí imprimió brío en ciertas escenas), pues montamos una Sonnambula interesantísima, aunque sea en ese Euskalduna que se traga las voces, o con esa producción de Pizzi que tampoco las favorece en algunos momentos.
Yo me lo pasé muy bien, mucho mucho. Y con esta ópera pastoril no siempre es fácil. Hay que reconocerle a Bilbao el mérito de fichar a Pratt para esta temporada... y parece que también para las próximas.
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