Carlos Kleiber, Munich, 1977Herbert von Karajan, EMI, 1956Bueno, cuánto tiempo
Quiero pedir disculpas por la tardanza.
Tuve un problema bastante tonto pero al mismo tiempo bastante gordo con mi ordenador.
Cuando conseguí solucionarlo (bueno, más bien cuando mi hermano lo consiguió... un abrazo, César
), estaba bastante liado y bastante vago, otra combinación nefasta.
Lo siento.
Retomamos donde lo dejamos:
justo cuando Ochs está explicando que Mariandel es Sophie von Faninal, aparece como por arte de magia Faninal (avisado por Valzacchi). (23:53 en Karajan; 1:18:15 en Kleiber)
Ochs pretende en un primer momento no conocer al susodicho; Faninal se presenta y reconoce a Ochs como su yerno. El comisario le insta a reconocer entonces a Mariandel / Sophie como su hija, pero Faninal hace llamar a su auténtica hija, que está esperando fuera.
Más chillidos de los nignos acosando a su papi
Cuando llega Sophie (1:20:00 en Kleiber), entre coros de murmuradores y criticones ("
Qué escándalo!"), Faninal le comenta: mira, ahí tienes a tu futuro esposo. Aprovecho para presentarte a su parentela: esa viuda de ahí es su esposa; esta horda de nignos, sus hijos; y esa de ahí, según me han dicho, eres tú. A que quieres que la tierra te trague? Yo también.
La primera intervención de Sophie en este acto es casi sitemáticamente cortada. Ella le responde algo así como: pues guay. A mí este Ochs nunca acabó de llenarme el ojo.
Más murmullos corales de "
qué escándalo" (uno tiene la sensación de que toda Viena se ha congregado ahí) y a Faninal empieza a darle el sofocón. Aquí Faninal es una versión aterciopelada del Egisto de
Elektra: ambos son igual de pusilánimes y están representados musicalmente con medios no muy distantes (gritos semiahogados y entrecortados sobre fondo orquestal agresivamente arremolinado).
A Faninal se lo llevan a una de las habitaciones contiguas, la escena se vacía y se calma un poco.
El final de este momento orquestal, justo antes de la intervención de Ochs, es otro de esos suspenses que Strauss bordaba. Con un uso casi puntillista de la orquesta, y unos silencios muy bien paridos, nos sugiere que algo está a punto de pasar.
Recordaréis un efecto similar en
Salome, cuando ella se asoma a la cisterna y aguza el oido poco antes de la decapitación; o en
Elektra, poco antes de la orgía de sangre final.
Ochs encuentra de nuevo su peluca perdida (ha estado calvo durante unos 15 minutos) y con la peluca, recupera un poco la compostura.
En ese momento pretende irse por peteneras del albergue junto a su churri Mariandel, aunque el comisario le segnala que el interrogatorio no ha terminado.
Mariandel le dice al comisario que tiene algo que declarar pero que lo hará en privado, sin la presencia del Baron (1:21:41 en Kleiber; 27:55 en Karajan).
El comisario y Mariandel se dirigen hacia la alcoba y, de detrás de las cortinas que ocultan la cama, empiezan a volar las prendas de Mariandel, para gran regocijo connivente del comisario y para estupefacción de Ochs, que intenta por todos los medios acercarse a ellos (los guardias lo retienen).
Bueno, pues éramos pocos y parió la abuela.
La última de las apariciones estelares de esta ajetreada velada: el duegno del albergue entra precipitadamente y anuncia la llegada de...
veamos: nuestros dos tortolitos Octavian y Ochs han visto desfilar a Annina, Valzacchi, un rebagno de nignos, varios fantasmas, el personal de servicio del albergue, los huéspedes, la poli, Faninal y Sophie. Pero aquí falta alguien.
Y no, no es el Cantante Italiano.
Segnoras, segnores, con todos ustedes, (1:22:44 en Kleiber ; 29:17 en Karajan) su Alteza, la princesa Marie Therese von Werdenberg, la Mariscala.
Y la música se desenrolla como una alfombra roja ante los pies de nuestra princesa, para que ella haga su entrada como las princesas deben.