Christa Ludwig, dícese que mezzo, pero también una Lady Macbeth, una Färberin o una Leonora de referencia, fue asimismo una Mariscala tan improbable como fascinante. Después de firmar para Walter Legge uno de los Octavian de referencia de toda la discografía en 1956, y de pasear el papel por teatros como Viena, Salzburgo, el Metropolitan o La Scala, la Ludwig debutó la Mariscala nada menos que en la Staatsoper vienesa, el 13 de abril de 1968, bajo la batuta de Leonard Bernstein, en la première de la producción de Otto Schenk que todavía hoy puede verse en la Hiesige Hauptstadt. Llegó a asumir la Mariscala en Viena en más de veinte ocasiones, hasta 1980; en 1969 cantó el papel en Salzburgo, con Karl Böhm, y también se conserva grabación de su interpretación en Chicago (1973, Ferdinand Leitner). Incluso después de debutar la Mariscala, Ludwig continuó alternando este papel con el de Octavian. En una entrevista concedida a
Die Welt con ocasión de su ochenta cumpleaños, decía Ludwig entre otras cosas que siempre le había interesado más la Mariscala que “
dieser eigentlich dumme Bub”. Claro, también decía: “
natürlich war ich immer neidisch auf die Soprane, hätte so gern Elektra und Brünnhilde, Isolde und Salome gesungen. Ich war manchmal so frustriert, dass ich nie wieder singen wollte”. Creo que se entiende.
En su libro de memorias
In my own voice, Ludwig escribe que el personaje de la Mariscala le resulta especialmente querido “
debido al texto de Hugo von Hofmannsthal, y he hecho propia su filosofía femenina (…) Cuando canté por primera vez la Mariscala tenía cuarenta años, exactamente la edad a la que la gente comienza a mirar hacia atrás en sus vidas. Y así me ocurrió a mí. Era como si yo misma estuviese pronunciando las palabras de la Mariscala cuando ella, todavía una joven mujer de treintaitantos, se ve ya como la vieja Princesa Resi (…) Interpreté el monólogo del primer acto como hubiera interpretado un lied de Schubert. Con el acompañamiento de la orquesta es posible hacer el texto muy claramente inteligible, y expresar cada sutil matiz de la resignación y el dolor con los colores de la voz. Hay dos tipos de voces de la Mariscala. Cada uno cambia en algo el carácter del personaje, y mi voz de mezzo es el más oscuro de los dos. Cual se prefiera es una cuestión de gusto. Por un lado, hay Mariscalas como Elisabeth Schwarzkopf o Lisa della Casa, y por el otro, Mariscalas como Regine Crespin, Sena Jurinac, y yo. La voz plateada, ligera de la Mariscala tipo Schwarzkopf hace que el personaje suene más distinguido y aristocrático. Las voces más oscuras le hacen sonar más mujer, incluso más madre. El comienzo del trío del tercer acto siempre fue un problema para mi voz de mezzo porque resulta muy agudo y ha de ser cantado pianissimo. Solo las voces de soprano pueden realmente hacer eso. Así que yo siempre comenzaba muy suavemente, pero con un sonido más pesado. Por otra parte, el monólogo del primer acto se sitúa maravillosamente en mi registro central, y es glorioso para ser cantado por una voz más oscura”.
Escucharemos
el tramo final del acto primero, desde el monólogo, en la interpretación salzburguesa de 1969, con el Octavian de Tatiana Troyanos y la batuta contenida y clásica de Böhm. Ludwig hace suyo el personaje, con una caracterización personal, muy cuidada, con la profundidad de las más grandes, pero el timbre me evoca a una mujer más mayor y más seria de lo que yo imagino a la Mariscala, que aquí, más que
halb mal lustig, es un carácter con la agitación interna y el sombrío apasionamiento que podemos hallar en las canciones de Wolf o de Brahms. Cuando le dice a Octavian eso de “
er mich über kurz oder lang wird sitzen lassen”, percibimos que las lágrimas no están contenidas en sus ojos, sino fluyendo por su mejilla; y el conmovedor monólogo subsiguiente resulta también un poco serio de más. Pero la cantante, pese a todo, atrapa por la fuerza, la veracidad que sabe imprimir a su personaje; la frase “
Heut oder morgen oder den übernächsten Tag” (15'45'') pocas veces ha sonado con tal dramatismo, con tan súbita desesperación; y el monólogo del Onkel Greifenklau está dicho como en estado de shock, como apenas consciente el personaje de lo que está sucediendo a su alrededor. No es quizá el personaje imaginado por Strauss y Hofmannsthal, pero es un personaje real y con vida. Ludwig es la emperatriz de las
traurige-Marschallinen.