No sólo es un bodrio infame lleno de incoherencias y abundantes situaciones ridículas y sonrojantes.
No sólo hay que aguantar un reparto infumable en el que apenas se salvan (y con muchos matices) Schäfer y Arteta
No sólo hay que soportar una dirección orquestal caída, plúmbea, antiteatral y destensionada.
Es que, sobretodo y esencialmente, se nos ofrece un espectáculo muy, muy,
muy aburrido. Un tostón que provoca, que una de las obras maestras de la historia de la lírica, se convierta en un suplicio que estás deseando se acabe.
Y sí aunque les moleste al Sr. Sutherliano, Siddharta o quién sea, algunos seguiremos con el debate, porque estamos ya
hasta las gónadas de aguantar las mamarrachadas de estos señores que condicionan el 100% de los espectáculos que montan y se están cargando la ópera. Ya que han ganado la batalla, por lo menos algunos tendremos, digo yo, el recurso a la protesta y no quedarnos impasibles, mientras se cargan el género que tanto amamos.
Claro que salieron a saludar todos juntitos y durante unos segunditos, para evitar un nuevo escándalo, porque ya durante el primer acto hubo protestas y gritos de "fuera, fuera!!". AL menos, además de abuchear, pude gritar como puro desahogo "¡Pobre Mozart!", ya que no podíamos coger al Sr. Chernienko atarle una bola de hierro al pescuezo y lanzarlo al Manzanares con un bloque de hormigón en los piés.
En fin, un protagonista digno del Teatro de Carrión de los Condes con una voz y una proyección virtuales y confiados a la más pura imaginación. Un berreador como Ketelsen, que ya hizo el ridículo hace años como Escamillo, dió una vuelta de tuerca al sonrojo. El tenorino Groves de timbre e ingrato y gutural donde los haya,dió un recital de falsetuchos, coloratura aproximativa e incapacidad para pasar un sol natural de manera distinta a un viandante de la calle. Como Zerlina apareció una jovencita con menos carnes que el tobillo de un jilguero, pero aún menos voz. Una especie de niñita de primera comunión, que parecía estar interpretando el "antes muerta que sencilla". Al igual que ocurría con la intérprete de Despina en el Cosi ¿No habrá españolas que harían una interpretación sideralmente superior y también estén delgaditas y tal? Mejor ni hablar del moscón indigno que cantó??? Masetto (Insisto, no habrá españoles para hacer algo más decente que lo perpetrado por este individuo). La Shäfer, sin graves, con centro inconsistente y timbre nada bello, al menos acentuó con intensidad los recitativos previos a sus arias, que cantó dignamente. Arteta también resultó digna, timbre grato y personal, proyección sobrada, aunque también sufrió en el registro grave ("Gli vo cavare il cor" en el primer acto) y aún más en ese escollo tremendo que es "Mi tradì", en el que se quedó escandalosamente sfiatada en la larguísima volata hacia el final del aria, que temerariamente, pretendió solventar en una sola toma de aire.