1. OberturaEn algún sitio he leído que Marschner no era un inspirado autor de oberturas, sino mas bien un correcto compositor haciendo "música de kapellmeister". No comparto la opinión, particularmente. No crea quizá nada nuevo, la estructura es weberiana, la música rinde a veces homenaje a Beethoven, y el uso "narrativo" de material de la ópera o la creación de atmósferas gracias al uso de recursos armónicos ya estaba inventado, pero el desarrollo de estos recursos es magistral, imprimiendo una viveza y unos colores que nos meten en escena desde el primer momento.
La obertura de
Der Vampyr, que escucharemos ahora, recuerda mucho por tanto a la de
Der Freischütz, pero además las escalas tempestuosas, los trémolos, los crescendos de tensión siempre me traen el recuerdo de la posterior del Holandés.
Vamos a utilizar durante la mayor parte de la exposición la grabación de
Rieger del
74. Tiene algún problema de sonido, particularmente perceptible al principio de la obertura (creo que el ingeniero llega corriendo del baño, toca un botón y lo soluciona), pero me parece que el resto de las versiones que he escuchado suenan moribundas en comparación.
La obertura, como hemos dicho, rápidamente establece la atmósfera gótica en la cual nos vamos a sumergir. La estructura es de
allegro de sonata. La tonalidad de la ópera queda establecida desde el primer compás:
Re menor (huy, como el Holandés!! ... y como Don Giovanni!)
Comienza con una
introducción (Allegro con fuoco) con acordes que ascienden en forte seguidos por una ondulación descendiente de corcheas en las cuerdas, puntuados por tres graves rúbricas. La frase se repite dos veces, y se nos presenta el
primer tema asociado al
vampiro: una tempestuosa escala cromática descendente que cada vez empieza una segunda por encima, seguida de un pasaje de acordes disminuídos. Este tema aparecerá en varias ocasiones en la ópera, como
motivo reminiscente del mal.
La imágen no está torcida: es el cromatismo que la mueveSe presenta después un díalogo entre vientos y cuerdas, interrogando primero aquellos, con contestación descendente de los segundos, y después al contrario. El díalogo (¿es la sed del vampiro la que habla con la resistencia de sus víctimas?) trepa cromáticamente hasta un nervioso temblor de síncopas que cae en una escala descendente y termina en unos acordes picados. El ritmo frenético se aquieta poco a poco y unos compases de enlace dan paso al
segundo tema en contraste: un tema triádico soleado, en modo mayor, relacionado con el bien, el de la
fe de Malwina, a cargo de cuerdas y maderas. Lo encontraremos también después en la ópera, siempre en relación con la fe en Dios, que hará que ningun mal pueda vencer.
Nos recordará con toda seguridad a Der Freischütz y el tema de
Agathe de la obertura (aunque el material musical de Malwina tiene mucho mas que ver con
Euryanthe, como muy bien apuntaba Loge).
Una vez expuesto, una transición inquietante nos hace pasar al
desarrollo, de nuevo en Re menor; maderas y cuerdas nos devuelven un tema secundario maléfico, que se extiende adornándose de nuevas escalas cromáticas ascendentes, en desarrollo fugal, hasta que unos acordes dan paso de nuevo a la
re-exposición del primer tema, con su tormenta, y el amenazante
motivo del vampiro.
Vuelve el tema de la
fe de Malwina, que parece impotente para contrarrestar la potencia de los temas asociados al mal; este contrataca y se desarrolla impetuosamente en una apoteosis cromática que se rompe en su cumbre con una especie de destrucción de las murallas de Jericó: el mal se precipita a los infiernos en una escala descendente.
Un silencio da paso al ganador de la lid, el tema de la fe, en Re Mayor, que se desarrolla en tono triunfal en la coda hasta la cadencia conclusiva: el consabido chimpún final.