Currenzis al 50% Pocas veces he visto tanta desigualdad en un director; porque cuando está bien, lo está en serio (patria oppressa, el coro del
asesinato, la escena del sonambulismo, que a mí si me gustó, Mr Hentzau, incluso el pietá, rispetto...); pero hay momentos de mucha flojera.
Entre ellos el dúo majestuoso de los esposos. Estas oscilaciones impiden que un Verdi funcione como debe funcionar Verdi, al rojo vivo.
El coro yo creo que tiene que pulir un poquito Verdi, aunque es obvio que el patria oppressa lo
tienen muy bien ensayado. Tanta ópera modernita, tanta ópera modernita, pero luego en Verdi...
El perro sale poco, espero que le paguen bien.
Urmana no está para este papel; la respeto, pero la voz ya no proyecta como antes, le falta expansión y holgura, los agudos en forte los
chilla; sabe lo que es la línea de canto verdiano (sin llegar a grandes fantasías) y aún tiene fuelle. La coloratura simple es tentativa, pero mejor de
lo que me esperaba (pese a un tropiezo en el brindis), claro que me esperaba un naufragio que ni el Andrea Doria. No compensa estos problemas con un
retrato punzante del personaje (no es Margherita Grandi, vamos).
Tiliakos se carga el dúo con la doña y desafina, y no estoy seguro de que el fraseo verdiano sea lo suyo. La voz tiene alas y no se le extravía en algún
repliegue de los mofletes, sabe que las dinámicas están ahí para dar vida a la música, pero bah. Ulyanov bien.
Me ha sorprendido el aire de familia que tiene esta producción con la de Simons para Boris. Es uno de esos casos en los que los imitadores, en
vez de engrandecer una obra (como pasa con Avellaneda), la disminuyen. Me pregunto por qué será
No odio a Cherniakov. Me gustan su Wozzeck, su Jugador y hasta su Khovanshchina. El Onegin, si excusamos el atentado a la acústica, tiene
bastantes buenas ideas y unas pocas tonterías. En este caso se produce la inversión, y hay bastantes tonterías y unas pocas buenas ideas.
El asesinato de Banquo, que leí en algún periódico que estaba muy bien resuelto, es hasta ridículo. Primero los asesinos bromean delante de él y
le dicen "pues vamos a matar a Banquo, je, je, je", en una escena con una lógica propia de Gila.Banquo, que tampoco es tan tonto, como es lógico se
escama; pero no porque tenga los presentimientos numinosos de que habla la obra. Luego cae al suelo rodeado de gente, supongo que por combustión espontánea
de los higadillos o algún otro fenómeno sobrenatural en una producción que quiere rehuir lo sobrenatural (salvo que alguien le asestara una puñalada trapera
que yo no viera desde mi esquivo asiento; es posible que no me haya enterado bien de lo que pasa en esta escena: pero, créanme, no por ello es buena). Faltan detallitos:
¿no puede alguno de los asesinos desconectar la farola, o si no son diestros con los cables, reventar la bombilla para conseguir en
esa plazoleta tan bien iluminada la penumbra de la que habla el libreto? ¿Tanto cuesta? Lo de la chistera de la doña (¿era una chistera, o me traicionaron los ojos?)
está bien en Una Noche en la ópera de los Marx.
Tampoco me convence, en suma, que una obra en la que lo fabuloso propulsa las acciones humanas, y la superstición se entroniza en la mente, se
pueda representar excluyendo en absoluto lo fabuloso o, aunque sea, uno se conforma con poco, una interpretación psicologizante de lo fabuloso.
El señor Cherniakov es muy libre de descreer de lo sobrenatural, pero esa postura me parece antojadiza en un mundo que ha visto el aúge de Pilar
Esteban y otros fenómenos de palpable inverosimilitud.