LA NARIZ
Ópera en tres actos y diez escenas de Dmitri Shostakovich, con libreto del propio compositor, Evgenij Zamjatin, Georgi Yonin y Alexandr Preiss, basado en la obra de Gogol.
Primera representación: San Petersburgo, 18 de Enero de 1930.
Personajes:
Platon Kovalyov (barítono), Ivan Yakovlevich (bajo), Praskova Osipovna (soprano), un brigadier (tenor), Ivan (tenor), la nariz (tenor), el criado de la condesa (barítono), el empleado de la redacción (bajo), el padre (bajo), la madre (soprano), dos hijos (tenor, bar), Petr Feodorovic (tenor), Ivan Ivanovic (barítono), la señora vieja (contralto), una caminante (soprano), el doctor (bajo), Yaryzkin (tenor), Pelagia Podtocina (mezzosoprano), su hija (soprano), dos apariciones (tenor, bajo), el especulador (bajo), un coronel jubilado (tenor), dos dandies (tenor, bajo), un fulano (bajo), la portera (mezzosoprano), sus dos hijos (bajo), tres conocidos de Kovalov (tenor, bajo, bajo), el peón (bajo), el plantón (tenor), dos cocheros (tenor), dos acompañantes (recitado), Hozrev-Mirza (recitado).
Contexto histórico:
El primer decenio siguiente a la revolución de octubre fue un período de una creciente creatividad para el joven estado soviético. Son los años de la nueva política económica y de la gestión del Ministerio de Cultura por parte de Anatolij Lunacarskij, que favorecía el desarrollo de los movimientos de vanguardia. En pocos años, en los que un clima más liberal acompañó la construcción de la estructura del nuevo estado, se desarrolló una considerable creatividad y experimentación prácticamente en todos los ámbitos artísticos y literarios: del constructivismo de la palabra de Majakovskij y de la imagen de Rodvenko, al teatro bio-mecánico de Meyerchold y la joven escuela cinematográfica de Eisenstein, por citar unos pocos. Todavía para esta generación de artistas cada proyecto formal o temáticamente tomaba cuerpo y significado interno de una discusión ideológica más general sobre el sentido del arte y sobre su significado en la sociedad.
En el gran debate que existía en aquel momento en el país, se discutía también sobre la creación de una nueva música, en concreto de un nuevo teatro musical. El género operístico, siendo tremendamente popular, trataba de encontrar representantes convincentes del estilo soviético. Fue necesario un cierto esfuerzo por parte de los principales teatros para estimular este desarrollo, dando a conocer los trabajos más innovadores de los músicos “burgueses”, como Wozzeck de Berg, Der ferne Klang de Schreker, etc.
No obstante, el público continuaba prefiriendo el repertorio y las óperas del llamado “vampukismo”, una mezcla de sentimentalismo, espíritu de aventura y tramas fabulosas que se había hecho famoso con la ópera Vampuka, del hoy desconocido Vladimir Erenberg.
En este contexto Shostakovich se dispone, en 1927, a componer su primera ópera. El joven pianista y compositor ya había destacado el año anterior con el extraordinario éxito de su Sinfonía Nº1, que había sorprendido y entusiasmado al público del entonces Leningrado.
Shostakovich conoce al director teatral Vsevolod E. Meyerchold, que rápidamente lo encargó de la dirección musical de Gostim, su teatro moscovita. Bajo el estímulo afectuoso de la personalidad del regista y el contacto directo con la vida del teatro, Shostakovich terminó en 1928 la partitura de La Nariz.
En la elaboración dramatúrgica de La Nariz se siente la influencia de Meyerchold, que daba una gran importancia a la música en su concepción del teatro (una vez afirmó: “todo lo que he aprendido sobre el violín lo he transferido a mi teatro”).
Shostakovich explicó así por qué decidió utilizar la célebre novela homónima de Gogol: “Los autores soviéticos han creado un gran número de obras grandes y muy significativas, pero como no soy un escritor era difícil para mí crear un libreto a partir de alguna de ellas. Ningún autor ha querido ayudarme: algunos no tenían tiempo o estaban comprometidos, otros no estaban interesados en el desarrollo de la ópera soviética. Hubiera sido muy fácil recurrir a cualquier texto breve, pero no he encontrado en nuestra literatura contemporánea ninguno adaptable a una ópera. No quedaba otra opción que regresar a los clásicos. He pensado que una ópera con tema clásico sería más aceptable en nuestros días si fuese satírica (...) Al fin he elegido La Nariz de Gogol.”
Como se desprende del tono de justificación de estas palabras, una de las críticas más recurrentes al trabajo de Shostakovich fue no haber escogido un tema revolucionario y soviético. La explicación proporcionada parece más encaminada a esquivar el ataque que a motivar una elección que, con la distancia histórica, parece absolutamente coherente, sobre todo teniendo en cuenta el marcado humorismo grotesco que se manifiesta en la forma de Shostakovich, ya desde la Sinfonía Nº 1.
Resulta así convincente otra afirmación del compositor: “El tema de La Nariz me ha atraído por su contenido fantástico y absurdo, expuesto por Gogol en un tono rígidamente realista.” Sobre este particular trato estilístico Shostakovich ha reflexionado mucho, también para la dramaturgia de su ópera, en la que el humor nace de la ironía que se desprende de lo absurdo de las situaciones y la seriedad del tratamiento musical.
Pero el clima en el que fue creada La Nariz había cambiado irremediablemente en el momento de su primera representación, 1930. Las señales de un cambio de direción de la política cultural soviética eran muy evidentes. Los opositores del estilo experimental y vanguardista, acusado de estar sujeto al “formalismo burgués” y los favorecedores de un “realismo socialista”, fundado en un lenguaje accesible inmediatamente a la “masa popular”, se afirmaban siempre con prepotencia.
El efecto de la provocadora y temeraria ópera de Shostakovich llegó en cierto sentido fuera de tiempo, y fue parecido, como escribe un crítico contrario, “a una bomba arrojada por un anarquista.” Aunque entre la ópera y la obra de Gogol hay casi cien años de diferencia, Shostakovich vivió la predicción de la obra de Gogol: la población se movía al unísono, cualquiera que fuese diferente era considerado un enemigo. La “buena gente” y los salvadores de la humanidad, los revolucionarios aterrorizaban al enemigo, luego a los que creían que eran sus enemigos, luego a toda la nación y finalmente a ellos mismos. El miedo estaba en el orden del día, era una obligación ciudadana.
La ópera que debía representar un ejemplo del nuevo estilo soviético, se estancó después de trece representaciones, a las que siguieron solo dos en el año siguiente. No obstante, Shostakovich continúa siendo estimado como uno de los talentos más prometedores de la nueva era, hasta que en 1936 expió sus pecados de juventud, con la famosa condena en “Pravda” de su segunda ópera Lady Macbeth del distrito de Mtsenk.
Censurada implícitamente, de La Nariz no se habló más en la URSS hasta el memorable reestreno del título en el Teatro de cámara de Moscú con la dirección de Boris Pokrovski en 1974, precedida de una representación a modo de ensayo en Berlín, en el que se hizo todo lo posible por recuperar los aspectos satíricos y grotescos de la crítica social, leídos a través de la lente de una escenografía bretchiana.
(Continúa)