"LE CHIEN VERT"El primer cuadro de nuestra historia nos presenta a un personaje inclasificable, un auténtico perro verde llamado Alfred Eric Leslie Satie (Honfleur, 17 de mayo de 1866 - París, 1 de julio de 1925), o mucho mejor Erik Satie, como le llamaban los demás y él mismo, por supuesto.
[1]Compositor y pianista francés, controvertido y genial, considerado por sus obras un inspirador del impresionismo de sus contemporáneos, por más que jamás pretendiera tal cosa y ni siquiera le hiciera mucha gracia; además de un precursor de futuras corrientes, tendencias y géneros como el minimalismo, serialismo o la música de ascensor, sin alcanzar a imaginarlo...
¿Fue entonces puramente casual?
No tanto: su antiacademicismo a ultranza y la relativización de casi todo bajo la óptica de la ironía y el humor, unidos a su despierta imaginación y creatividad hacían pronosticar que dejaría huella en la historia de la música.
Repasando su vida podemos comprobar que, al igual que la mayor parte de su obra, fue muy poco convencional y a veces hasta disparatada.
Hijo de padre normando y madre escocesa que muere cuando Erik sólo tenía 6 años, se cría hasta los 12 con sus abuelos paternos en Honfleur, donde realiza sus primeros estudios musicales como organista, estudios que a partir de 1879 continuará en el Conservatorio de París.
Ya entonces provoca disparidad de opiniones entre sus profesores, pues mientras que su profesor de Armonía le anima a estudiar piano y composición, otros maestros le consideran falto de talento. Su periplo en el conservatorio no resulta fructífero, chocando a menudo con la rigidez de las normas académicas (¿cómo iba a ser de otro modo?). Esto le lleva a ser expulsado, readmitido y finalmente a abandonarlo voluntariamente en 1886 para alistarse en el regimiento de infantería de Arras.
Pronto decide que esta nueva vida tan radicalmente distinta tampoco le satisface y un año después enferma a propósito de bronquitis con el objetivo de ser declarado incapaz para el servicio militar. En esta primera época (1884-1886) escribe sus primeras obras, fundamentalmente valses para piano y chansons, publicando bajo el nombre modificado de Erik en honor a su madre.
A partir de 1887 comienza a vivir en una pequeña habitación del último piso de un edificio de la Butte Montmartre (según decía, vivía por encima de sus acreedores) y a frecuentar cabarets como
Le Chat Noir, donde conoce a lo más granado de la bohemia. En esta vida nocturna hace amistad con el poeta Patrice Contamine de Latour, cuya obra le inspira sus célebres
Gymnopédies para piano (1888) Un año después empieza a componer las
Gnossiennes también para piano, inspiradas en el folklore musical rumano y la música para gamelán de Indonesia que había podido descubrir en la Exposición Universal de París.
En 1891 es contratado como segundo pianista en
L’Auberge du Clou, otro cabaret artístico de Montmartre, donde conoce a Claude Debussy con quien entabla amistad hasta 1916 en que les separa un malentendido por el que nunca se reconciliarán.
Ese mismo año conoce a todo un personaje, Joséphin Péladan, escritor y ocultista, Gran Maestro de la Orden Rosa-Cruz Católica y Estética del Templo y del Grial, a la que se adhiere Satie, convirtiéndose en su maestro de capilla y comenzando con ocasión de ello una etapa mística en su vida y sus composiciones que le dura varios años, aún después de haber roto sus lazos con la Orden en busca de independencia artística e incluso religiosa: ¡funda su propia iglesia! (De la cual fue miembro único, eso sí). En referencia a estas inquietudes del compositor, su amigo y humorista Alphonse Allais le rebautiza como "Esotérik Satie". Del Satie más esotérico son las
Trois Sonneries de la Rose Croix y los
Préludes du Fils des Etoiles, compuestas para la Orden de la Rosa-Cruz, pero también muchas más posteriores, como las
Danses Gothiques para piano (1893), la
Messe des Pauvres para coro y piano/órgano (1893-1895),
La Porte héroïque du ciel (1894) o las
Pages mystiques (1895), ambas para piano.
Mención aparte merecen las
Vexations, una obra para piano cuya composición se fecha en 1892-1893, pero que no ve la luz hasta después de la muerte de Satie en 1925, cuando sus amigos entran por primera vez en su humilde habitación de Arcueil y la descubren entre un montón de otros manuscritos y objetos curiosísimos
[2]. La peculiaridad de las Vexations es la de constituir una especie de mantra musical, con un motivo de 8 compases que ha de ser repetido hasta 840 veces, haciendo que la obra dure entre 18-21 horas en total. Con esta pieza tan delirante Satie anticipaba las bases de la futura música repetitiva minimalista y serial y su efecto en el oyente haciéndole entrar en un estado alternativo de percepción del sonido mediante esta repetición sistemática. Ahí es nada.
1893 es también una fecha clave para Satie, pues entabla relación con dos personas fundamentales en su vida, si bien en aspectos muy diferentes.
Por una parte comienza su única relación amorosa conocida, con la pintora impresionista Suzanne Valadon, a quien llama "mi Biquí" y para quien escribe algunas composiciones, como la pieza
Bonjour Biqui, bonjour! para canto y piano. La historia fue muy bonita pero no tuvo final feliz, y dejó a Satie con una fría soledad como compañera para el resto de su vida y el retrato suyo que ella le había pintado colgado en la pared.
La otra relación fue la que entabló con Maurice Ravel quien había visto las partituras de algunos de los primeros trabajos para piano de Satie como las
Sarabandes y las
Gymnopédies y había quedado totalmente fascinado, a tal punto de pedirle a su padre que les presentara a través de sus conocidos comunes en el café de la Nouvelle Athènes, como así sucedió. En un primer momento Ravel sólo reconoció una pequeña influencia de Satie sobre alguna de sus primeras obras, pero más adelante, concretamente cuando funda la Société Musicale Indépendante en 1910 para reivindicar a los compositores antiacademicistas e ignorados por la Société Nationale de Musique, se explaya a gusto sobre la genialidad y la importancia de Satie, dándole a partir de entonces un prestigio entre las vanguardias que, si bien nunca le sacó de la miseria, le otorgó la fama.
Pero no es este el momento en el que nos encontramos aún, sino a finales de los 90 (de 1890, se entiende) y la situación de Satie es muy otra. Desengañado en el amor, acabado también su misticismo y su fe, sin un trabajo ni un franco en el bolsillo y teniendo que ocuparse de asuntos mucho más mundanos nos lo encontraremos de nuevo en el siguiente cuadro...
(Continuará)[1]: "Je m'appelle Erik Satie, comme tout le monde" (Erik Satie)
[2]: Por ejemplo 100 paraguas, 12 trajes de terciopelo iguales, dibujos de edificios medievales, e incluso dibujitos que hacía de partes de su casa -esto me lo contó el forero Ulysses pero no lo he podido verificar en ninguna otra fuente-, ah, y telarañas en su piano porque no lo había usado nunca para componer sus obras.