El Anillo del Nibelungo (Richard Wagner) (3-8 julio 2012). Dirección Musical: Kent Nagano y escénica de Andreas Kriegenburg. Teatro Nacional de Munich
En los repartos sólo repitieron Catherine Wyn Rogers como Erda, Sophie Koch como Fricka y Wolfgang Koch como Alberich. Brunilda fueron Katarina Dalayman (W), Catherine Naglestad (S) y Nina Stemme (O); Wotan, Johann Reuter (Oro), Thomas J, Mayer (W) y Alan Held (S),
Sigfrido, Lance Ryan (S) y Stephen Gould (O), Siegmund, Klaus Florian Vogt
y además, Anja Kampe (Sieglinde), Ain Ainger (Hunding), Attila Jun (Hagen), Ian Paterson (Gunther), Michaela Shuster (Waltraute), Philip Ens (Fafner-Oro), Rafel Siwek (Fafner-Sigfrido), Stefan Margita (Loge).
Otra producción de éstas típicas centroeuropeas y en la que me llamó la atención que ya no parodian sólo la ópera italiana, ya se meten a saco con Der Gott Wagner, y a la desmitificación de todo el mundo de los Nibelungos, especialmente de Sigfrido y demás. Esa ridiculización ya comenzaba en el hall del teatro, donde puede observarse un túmulo con la espada Nothung..., no, si uno lee atentamente, pone "Nothing!!!!!", es decir nada de nada, Nothung es una caca y vamos a comenzar ya a desmitificar. Al entrar al teatro en el oro, se observa una especie de merendola de chavales en el campo. Estos forman el agua del supuesto Rhin, despúes de pintarse sus cuerpos de azul. Hay que decir que en muchos momentos la producción recordaba a la Fura, por ese uso de los figurantes, que también formaban el dragón en el acto II de Sigfrido colgados de un soporte que contenía las fauces y los ojos del monstruo. Después de ese comienzo, Rheingold continuó más o menos coherentemente (no estuvo mal el Nibelheim en que los trabajadores exhaustos que ya no sirven son arrojados a un pozo crematorio), no sin describir a Loge como una especie de homosexual refinado. EN Walkiria se montó un pequeño escándalo al comienzo del acto III, en que hubo unos 5 minutos en que las numerosas figurantes se marcaban un inexplicable zapateo que provocó abucheos y división de opiniones. En Sigfrido nos encontramos con la parodia y desmitificación del héroe. EL atolondramiento del personaje está expuesto sin pudor con una total ridiculización del mismo. La escena de la fragua es una parodia, con figurantes echando purpurina y confetti cada vez que golpea la espada en el yunque, una figurante accionado el fuelle de manera cómica, Mime realizando el brebaje con vómito de las figurantes y sobre una mesa formada por otros cuatro que llevan escrita la palabra "Hero". En el segundo, (despúes de que Wotan y Alberich se amnazan con dos pistolas y luego terminan dándose fuego para fumarse un cigarrillo-Las carcajadas eran sonoras) el Héroe no es capaz de tocar el cuerno, sonando la música y él, como si fuera Miliki, diciendo que se callaran en el interno (ante las risas del público), que lo iba a volver a intentar y lograr sonar el famoso sólo de trompa. EN el tercero, al despertar a Brunilda (esto va dedicado a la "literalidad" que le gusta a Carestini) aparece una pedazo cama con sábanas de seda y dos pedazos cojines, que ni en un lupanar de alto standing. A todo esto, Sigfrido atemorizado porque va a tener que hacer la caidita sexual (o algo así) con esa exuberante walkiria e imitando a Esteso en sus mejores comedias.
La verdad es que nunca ví un Sigfrido en que las carcajadas fueran tan abundantes (ni en un Barbero, oigan).
En el Ocaso, vemos como en la escena de las nornas sucede nada más ocurrida una especia de catástrofe nuclear. Éstas con el ovillo de lana tejen el tiempo y sus sucesos, entre una gente que debe pasar un control de radiactividad ante unos guardias con trajes de amianto y máscara antigas y meterse en una cámara que les limpie la misma. En el mundo de Gibich, Gunther y Hagen son dos ejecutivos sin escrúpulos que regentan una empresa la que sus trabajadores (los gibichungos)están explotados y alienados. Así, Gunther se presenta con una criada que le realiza una felación (a continuación jugará al golf intentando embocar la bola en la vagina de otra servidora doméstica), mientras Hagen está con otra en paños menores y con botellas de licor alrededor. La llamada a los gibichungos se realiza por móvil y en lugar de llegar con sus lanzas (Hagen llama aihoooooo! Waffen!, es decir a sus guerreros), van con sus móviles en ristre, los mismos conlos que grabaran a Brunilda cuando se rebela en su boda con Gunther.
En fin, en la misma línea "desmitificadora" se encuadraría la dirección musical de Nagano. Lejos del volumen y densidad exuberante, énfasis, grandilocuencia, acelerador pisado, de la más militante tradición, la orquesta estuvo más bien contenida, ningún cantante se pudo quejar de que le taparan, todo pulcro, todo claro, sonido estimable, pero la tensión más bien alterna, y el resultado, globalmente, en mi opinión, aprobado, solvente, pero anodino y falto de fuerza y tensión teatral.
Muy flojos y aburridísimos los tres Wotan. Sin ningún interés ni vocal ni dramático. Nina Stemme que sacó de manera muy inteligente la Brunilda de Walkiria en La Scala, estuvo más apurada en la de Ocaso, que para mí, es aún más dura. Aún así, fué la mejor con diferencia de todo el ciclo, si bien llegó muy al límite al final de la inmolación con los dos últimos agudos, uno calante y otro apenas rozado y cortado bruscamente por la soprano que reflejaba en su rostro el cansancio. Sigo diciendo que no es buena idea su asunción de este papel y si insiste, deberá ser muy poquitas al año y dentro de propuestas orquestales contenidas y muy líricas, como la de Nagano. De vergüenza ajena, sonrojante, el niño cantor Vogt como Siegmund, muy ovacionado por el público y firmando discos en el foyer como si fuera la Gruberova. Él con semejante timbre infantil y sus acentos plañideros, blandorros, evirados (por no hablar de sus miserias técnicas, no sabe lo que es el paso y el la natural conslusivo del primer acto fue un desastre) junto a una Kampe pasota (mejoró en los actos segundo y tercero) y sin sacar la voz (sería para no molestar al nene), coadyuvaron al peor acto Primero de Walkiria que ví jamás. Le abucheamos, pero como nos miraron mal y braveaban como locos, me acerqué al extremo del anfiteatro y cuando volvió a salir le grité "Castrato!!" y "Jaroussky!"
(con perdón de Carestini)
Mejor Sophie Koch como Fricka en oro que en Walkiria, donde no se la vió cómoda en ningún momento. Bueno el ALberich de Wolfgang Koch, de buenos medios vocales, vibrante e intenso dramáticamente. Flojísima la Erda de Wyn Rogers, una voz totalmente desimpostada. La Naglestad cantó muy bien, pero es una Rusalka, no una Brunilda. La Dalayman descontrolada, desigual, gritó y desafinó, aunque en el tercer acto estuvo entregada y llegó al público. Lance Ryan cumple de sobra como Sigfrido. La voz corre que se las pela, falta de empaste y sin squillo, pero da los agudos y llega al final sin problemas. Gould, peor que en Berlín, cumple con un timbre de cierto atractivo, pero sus ascensos al agudo son angustiosos, siempre con golpes de glotis y por las bravas. Horroroso el Hagen de Attila Jun con la emisión en el cogote.