ÓPERA FANTASMALa muerte de AntoniaSheridan Le Fanu, novelista irlandés y erudito en fantasmología, sostenía en una digresión de su obra «
El tío Silas » que « los fantasmas se ven o se oyen : nunca las dos cosas ».
Nosotros, a nuestra vez, entendemos por ”ópera fantasma” toda ópera que se encuentre en esa zona intermedia entre la pura inexistencia y la completa realización.
Por dónde empezar, cuando casi cada compositor tiene una ópera fantasma?
Los casos más vistosos son probablemente también los más cercanos en el tiempo: Puccini resistiéndose a componer ese final de
Turandot tras la muerte de Liù (clarísismo ejemplo de procrastinación, por miedo a no estar a la altura: parece ser que él mismo había anotado en la parte inferior de los esbozos para ese duo entre Calaf y Turandot « poi Tristano », aludiendo a Wagner) o el de Berg con su
Lulu (quien también postergó el último acto para lanzarse a componer el
Concierto a la memoria de un ángel).
Sin embargo, hay muchos más.
El caso de
Moses und Aron es semejante al de
Turandot. Schoenberg trabajó en ella unos diez agnos y aunque apuntó un par de ideas para el tercer acto, abandonó definitivamente el proyecto en 1937. Semanas antes de morir, dio permiso para que el final fuera leído « en caso de no poderlo completar » (efectivamente, no lo completó).
Sin embargo, en el
Moses und Aron la imposibilidad se integra orgánicamente con lo posible de un modo asombroso: la ausencia de música es absolutamente equivalente a Aron cayendo fulminado.
No obstante la rara perfección de este torso, una versión orquestada del tercer acto, obra del pianista Zoltán Kocsis, fue presentada en enero de 2010 en Budapest.
Otro que tuvo problemas para rematar la faena fue Boito, que había trabajado en su
Nerone unos 40 agnos. Procrastinador
par excellence, prefirió recomponer el primer acto, antes que lanzarse a tumba abierta a componer el quinto. Y es comprensible. La escena final en la que Nerón se vuelve loco, interpretando la muerte de Turno en
La Eneida a la luz de la luna, mientras Roma arde, es tal vez demasiado sublime como para salirse de lo imaginario, donde permanece. Los cuatro actos existentes fueron orquestados por Toscanini y un par de amigos, Pertile la estrenó.
Agnadamos que Boito destruyó otra ópera propia,
Ero e Leandro, de la que no queda nada. Un fantasma muy transparente.
Insigne fantasma y más visible es el
Re Lear de Verdi, al que el Maestro de Busseto dedicó muchos esfuerzos, dándose de bruces siempre con la escena de la locura de Lear en la landa. Finalmente, la música de Lear acabó diluyéndose en
Un Ballo in Maschera y en
Simon Boccanegra. Detrás de esas dos óperas se dibuja en filigrana el espectro del Rey.
Otro ejemplo de disolución de la música en otras obras es el de
Les franc-juges de Berlioz, quien destruyó la casi totalidad de la partitura (es lo que tiene ser un romántico: que a uno le encanta el fuego).
Sobrevivieron a las llamas la Obertura y algo de música que fue a parar a la
Marcha hacia el cadalso de la
Sinfonía fantástica, y al segundo movimiento de la
Sinfonía fúnebre y triunfal.
A diferencia de las anteriores,
Los tres Pintos de Carl Maria von Weber fue terminada, pero uno de los asistentes al velatorio del compositor robó el manuscrito (aprovechando, imagino, que el muerto no podía correr tras de él).
Tiempo después, un sobrino de Weber, que había heredado los esbozos, se los ofreció a un joven director de orquesta y compositor austríaco llamado Gustav Mahler, quién recompuso todo, ofreciéndonos un curioso fantasma en el que participan un genio prewagneriano y otro postwagneriano.
Es excesivo sugerir que
Los tres Pintos es la respuesta a quienes se preguntan : Cómo habría compuesto Mahler ópera?
Pero en todo caso el cuento bien merece ser contado.
El caso de
La africana es bien curioso: Meyerbeer trabajó intensamente en
Vasco da Gama (título original), pero la repentina retirada de los escenarios de la cantante que interpretaría a Sélika paralizó al compositor.
Diez agnos después, cuando Meyerbeer murió, Fétis reorganizó aquel himalaya de música, y lo retituló
La africana (cuando todo en la ópera apunta a que Sélika es hindú, pero bueno).
Hay compositores que cambian de opinión y son un poco veletas. Debussy estaba en plena composición de
Rodrigo y Jimena cuando se lanzó al
Pelléas y la abandonó. Lo que nos queda es un fantasma orquestado muy debussýsticamente por Denisov, que personalmente me parece precioso.
Otros compositores parece que se especializaron en no acabar nada, como Mussorgski. Afortunadamente existió Rimsky-Korsakov, quien se especializó a su vez en colocar sábanas sobre los fantasmas de Mussorgski, de manera que pudiéramos verlos.
Hay obras que permanecen en el más allá y de repente dan un salto a este lado y cobran vida. Es el caso de
Les Boréades. La obra fue completada, pero Rameau murió durante los ensayos, y tras el tercero se abandonó. Nadie se preocupó de continuar, el olvido la cubrió.
Fue estrenada en Aix-en-Provence 220 agnos más tarde, estreno que podemos considerar, si no una resurrección, sí un despertar tras un coma centenario. Sus signos vitales se mantienen estables desde entonces.
De los muchos motivos que pueden hacer que una obra exista fantasmalmente, el más lógico es la muerte, y sin embargo es el que menos se da, como podéis ver.
Sabemos que Mozart murió componiendo los primeros compases del
Lacrimosa de su
Requiem.
Y sabemos que Offenbach murió componiendo
Les contes d´Hoffmann.
A la magnana siguiente de su fallecimiento, un periodista de
Le Figaro vio sobre la mesa de trabajo del compositor « el manuscrito de
Les contes d´Hoffmann, (…), grande, abierto por la primera página del último acto. »
Cuando realmente alguien muere componiendo, es difícil determinar dónde se acaba la música de esta vida, pues la muerte no es una súbita interrupción, sino un desvanecerse, un apagarse. Lo de Toscanini en
Turandot es claramente un golpe de efecto, y de los más kitsch que se recuerdan.
Los cuentos de Hoffmann SÍ fueron interrumpidos por la muerte, así como este post es interrumpido porque me voy a dormir.
Pero tened cuidado: la muerte merodea en esta música.
UUuuuuuhhhhh.