Pues después de la
lógica expectación, seguramente lo más sensato sea pedir cautela y esperar a que las cosas vayan saliendo adelante poco a poco, y me explico:
Tras 15 meses fuera de los escenarios, Carlos Álvarez dio ayer un paso importantísimo al ponerse delante del público y superar lo que imagino que sería una enorme barrera psicológica. No era un
programa exigente y creo que fue un acierto, porque la voz anda con falta de volumen y proyección, muy lejos de sus grandes días, y habría sido un error (re)empezar con otra cosa. Es muy buen artista y cantó decorosamente. Espero que mejore y vuelva a su nivel, aunque, la verdad, no lo tengo claro. Veremos.
Eso sí, el público estuvo con él, nada más aparecer en el escenario se llevó unas ovaciones enormes. Y al final también. Yo mismo me sumé a ellas. Supongo que le vino muy sentir el apoyo de la gente. Fue emotivo, aunque para mí un tanto agridulce.
Me quedo con una frase de
esta entrevista:
Y ha tomado la decisión de volver y lo hace precisamente en el Arriaga.
Este teatro es muy especial para mí. Mi debut fuera de Málaga fue aquí, en el Arriaga, con el por aquel entonces director Luis Iturri. Hice un pequeño papel en Marina en 1990. En ese mismo año, debuté en la zarzuela en Madrid, de la mano de Emilio Sagi, el actual director artístico del Arriaga.
Así, que de esta manera se cierra el círculo.
En lugar de hablar de cierre, prefiriría hablara de una espiral que vuelve al grado 360 y me impulsa hacia arriba. Mucho ánimo para Carlos y mis mejores deseos.
De Rocío Ignacio prefiero no decir nada, y creo que con eso lo he dicho todo. Paradojas. Rubén bien, como siempre.