¡Vaya, cómo se ha animado esto con la interesante cuestión planteada por EM!
Pero en medio de la tertulia, se ha colado un estupendo mensaje:
Despinetta escribió:
Ea, me animo con Le prophète y/o L'Africaine del mismo Meyerbeer...Muy próximamente...
¡MUY proximamente!
¡Bien por ti, Despinetta!
En cuanto a las versiones de concierto, todos preferimos, supongo, ver la ópera representada con sus decorados, su vestuario, su iluminación, etc. Creo que hasta aquí, unanimidad.
Ahora bien, si ello no es posible, mejor una buena interpretación en concierto o semiescenificada que nada. La del Carnegie, con Ramey, tuvo que ser buena por fuerza. Yo hubiera ido, si me hubiera pillado por allí.
En cuanto al ballet de "Robert, le Diable" es cierto que forma parte de la acción. Lo que yo decía es que no se puede suprimir porque entonces desaparece uno de los momentos más importantes de la ópera. Pero interpretarlo por la orquesta mientras unos subtítulos explican lo que pasa (o debería pasar), o quizá habiéndolo explicado previamente en el programa de mano, puede ser un adecuado sustitutivo. La verdad es que prefiero eso a verlo representado y que lo que veo sea un delirio en lugar de lo que Meyerbeer pretendió.
Esa práctica ya se llevaba a cabo en tiempos del propio Meyerbeer. El de 10 de junio de 1837 se celebró una versión de concierto en Fontainebleau, y además con sólo los actos III y V, con ocasión de la boda del Duque de Orléans. El recién estrenado director de la Opéra, Duponchel, organizó ese concierto para agasajar al duque. En ese concierto fue donde Meyerbeer escuchó interpretar el papel a Duprez y no le gustó nada. Tampoco le gustaba, por cierto, la práctica de presentar las óperas troceadas, pero acerca de ofrecerlas en versión concierto no consta que emitiese ninguna queja.