DIE WALKÜRE
ACTO III
(Donde, tras tantas horas, hasta Brünhilde se queda dormida...
)
Bien, este acto comienza con la famosa cabalgata de las Walkyrias (con la que me pasa lo mismo que con el bolero de Ravel...tanto oirla por todas partes que no la soporto). Las Walkyrias andan revoloteando de peñasco en peñasco cantando sus hazañas cuando entra Brünhilde a toda velocidad, melena al viento y corcel agotado, con Sieglinde.
-¿Qué te pasa, Brünhilde? -preguntan las walkyrias- ¡Ni que te persiguiese el espíritu de Rossini!
Y Brünhilde les cuenta todo....las Walkyrias se asustan y le dicen que cómo se le ha ocurrido desobedecer a Wotan. Brünhilde sólo piensa en salvar a Sieglinde, pero las Walkyrias se muestran reacias a ayudarla (desde luego, la ira de Wotan es como para temerla).
Entonces, Sieglinde, que había estado callada todo este rato, con un tono muy sereno, dice:
No sufras por mí:
sólo me conviene la muerte.
¿Quién te ordenó, virgen,
sustraerme al combate?
Allí, en la liza,
hubiera recibido el golpe
de la misma arma
que abatió a Siegmund:
¡el fin hubiera encontrado
junto a él!
¡Lejos de Siegmund, de Siegmund,
estoy ahora!
¡Estaríamos unidos por la muerte!
Si no debo maldecirte,
virgen, por haberme salvado,
oye, entonces,
mi súplica:
¡clávame tu espada en el corazón!
Sieglinde sólo quiere morir, pero Brünhilde tiene una noticia que darle (como hija de Erda, Brünhilde tiene ciertas dotes visionarias), algo que va a convencer a Sieglinde:
¡Vive, oh mujer,
por amor de tu amor! (qué maravilla!)
Salva la prenda
que recibiste de él:
¡un hijo crece en tu seno!
Sieglinde, ante esta noticia, se desespera: "¡Sálvame, sálvame! ¡Salva a mi hijo!"...e implora a las Walkyrias su protección. Éstas siguen remisas a ayudarla, pero finalmente Brünhilde le dice a Sieglinde que huya al bosque donde Fafner vive con el Anillo, pues allí Wotan no se atreve a entrar.
Brünhilde se despide de Sieglinde con uno de los momentos clave del Anillo:
¡Vete lejos,
rumbo al este!
Con valiente obstinación
soporta todas las fatigas,
hambre y sed, zarzas y piedras;
¡ríe si la necesidad,
si el sufrimiento te maltrata!
Debes saber una cosa
y defenderla siempre:
¡al más sublime
héroe del mundo
cobijas tú, oh mujer,
en el seno protector!
(Extrae los pedazos de la espada
de Siegmund de debajo de su
coraza y se los alarga a
Sieglinde)
Guárdale bien
los fuertes pedazos de la espada:
del campo de batalla de su padre
los sustraje felizmente.
El que, de nuevo forjada,
blandirá un día la espada,
reciba de mí su nombre:
¡"Sigfrido", la alegre victoria!
A lo que Sieglinde contesta:
¡Virgen magnífica!
¡A ti, fiel,
debo sagrado consuelo!
Por él,
por el que nosotras amábamos,
salvaré yo lo más amado:
¡sonríate algún día
la recompensa de mi gratitud!
¡Adiós!
¡Te bendice el dolor de Sieglinde!
En esas primeras frases de Sieglinde suena por primera vez un Leitmotiv, el de la "redención por amor", que será fundamental en la Tetralogía. Las dos mujeres, la Walkyria que se va a enfrentar con su destino y la mujer embarazada que va a huir sola a un peligroso bosque, se despiden.
(ummmm...creo que voy a hacer un juego de las versiones de este maravilloso momento Sieglinde-Brünhilde)
Entra Wotan, hecho una furia, y pregunta a las Walkyrias que dónde está Brünhilde...ellas intentan disimular, pero Wotan no está como para juegos y Brünhilde aparece: -"Aquí estoy, padre, dispón el castigo"
Wotan la aniquila con la mirada y le dice que su castigo será perder la condición de Walkyria...dejará de ser inmortal, la dormirá y será arrojada a un camino para que el primero que pase la posea.
Las Walkyrias se asustan y claman por el perdón, pero Wotan, más cabreado que cuando Alberich perdió el Anillo, les dice que como no desaparezcan en 0,5 les va a pasar los mismo a ellas. Las Walkyrias (que muy heroicas y todo lo que se quiera, pero en el fondo son unas cretinas
) se esfuman.
Brünhilde, medio desmayada de la impresión (comprensiblemente: es bastante duro que un padre te diga: "Te voy a dormir y a lanzar a un camino para que el primero que pase te viole y te lleve a su casa a lavar los platos"), se recompone poco a poco (momento musical maravilloso, por cierto, y primero tímidamente y después más decidida, le dice):
¿Fue tan infame
lo que cometí,
que castigas
tan vergonzosamente
mi crimen?
¿Fue tan bajo lo que te hice,
que me humillas
tan profundamente?
¿Fue tan deshonroso
lo que perpetré,
que mi falta
te roba ahora la honra?
¡Oh, di, padre!
Mírame a los ojos:
calma la cólera,
reprime el furor,
y explícame claramente
qué oscura culpa
con rígida obstinación te obliga
a repudiar a tu más querida hija.
Wotan le dice que ella le ha desobedecido y ella lo admite, pero también le dice que ella se limitó a seguir su corazón, que por fin ha sentido el amor, y la compasión y que defender a Siegmund fue, en cierto modo, cumplir su voluntad. Wotan cede poco a poco (el diálogo entre ambos dura decenas de minutos, seré breve, pero aviso que aunque sea sólo leerlo ya merece la pena). Brünhilde se siente enardecida por los sentimientos que recién acaba de descubrir, pero Wotan debe castigarla.
Entonces, Brünhilde se atreve a hacerle una petición
-"Castígame, padre, pero no permitas que uno cualquiera me tome! extiende un fuego mágico a mi alrededor! que sólo un valiente pueda pretenderme!"
-"Pides mucho"
-"No, padre, mírame a los ojos, cumpleme esto...cúmplele esto a tu hija favorita, a la que nunca más vas a ver!"
Y Wotan se derrumba (comienza aquí el famoso "Adiós de Wotan"), se despide de ella con mucha dulzura y después, con un beso, la deja dormida y le arrebata la inmortalidad. La tiende en una roca y la mira compasivamente. Entonces golpea con su lanza la roca e invoca a Loge:
!Loge, oye!
Igual que te encontré
por primera vez, siendo ígneo fuego;
como un día te me escapaste
convertido en errabunda llama,
¡igual que entonces te até,
te ato ahora!
¡Arriba, oscilante llama,
rodea de fuego la roca!
Y, al instante, un fuego mágico rodea la roca. Wotan clama:
-"¡Sólo quien no tema la punta de mi lanza podrá atravesar este fuego!".
Como nos dice la acotación que hizo Wagner a este final de la obra, "Wotan extiende la lanza como para el conjuro. Después mira apenado a Brunilda, se vuelve lentamente para partir, y aún mira una vez más hacia atrás hasta que desaparece a través del fuego".
Allí queda Brünhilde, dormida y rodeada de un fuego mágico, esperando que alguien sin miedo la despierte y rompa el conjuro. Wotan nunca volverá a ser el mismo después de este trance...