Seguimos. Es difícil hacer sombra en esta escena a Maria Callas y Tito Gobbi, pues éstos juegan con las cartas marcadas. Están realmente bien. En fin, vamos a ello.
- Sciarrone, che dice il Cavalier?
La voz de Leonard Warren es contundente y firme, no pierde autoridad. Está muy bien dicha la frase “Lo vedremo, signora” (0:12), matizada y sutil en su socarronería. Nunca ladra, siempre canta, como en “No, ma il vero potrebbe abbreviargli un'ora assai penosa” 0:24), donde hay un dibujo nítido, una dirección desde el “no” inicial hasta el mi natural de “un'ora” (0:29), para relajar después. Asistida por un acompañamiento más denso (0:34), Renata Tebaldi propone unas líneas perfectamente cantadas pero un tanto vacías; no obstante, el acento en “stanza” (0:42) es bastante bueno. Warren extrae música de cualquier línea, la prepotencia de sus medios es casi insultante, su barón disfruta, impone, se sabe superior, y si por sí solo no llega a aterrar es Mitropoulos quien, desde el foso, eleva la tensión a base de unos latigazos feroces (0:51) que van a más, que elevan la temperatura, un clima en el que no parece del todo apropiado el llanto de la soprano (0:55), cuyo aceptable pero inseguro Do5 en el segundo “non è ver!” (1:09) precede a un “Sogghigno di demone” (1:11) heredado de los mejores modales veristas, enérgico, demasiado señorial y bien resuelto. Son momentos tensos. Scarpia goza, Tosca sufre, más aún cuando desde la sala de torturas llega el lamento de su amante.
- Orsù, Tosca, parlate
Grave y serio, Warren reanuda el interrogatorio. Los graves de Renata Tebaldi son bastante sonoros (0:07). El barón reacciona con cierta histeria, y la soprano responde (0:20) exhibiendo el instrumento que ya conocemos, entonces puro y pleno, cantando más que interpretando, con una emisión algo agresiva que aquí no viene mal. El ascenso al la natural en el segundo “strazi” (0:28 ) se aproxima demasiado al grito. En todo caso la línea está bien expuesta, y la idea es tomada por Warren (0:38 ) para, con un acompañamiento mucho más intenso, ahondar en su plan, alcanzando sin apuro alguno el fa natural en “quel vostro silenzio” (la diferencia con Tito Gobbi aquí es importante) y diciendo con la ironía exigida “Mai Tosca alla scena più tragica fu!” (0:51). La orquesta nos hace un retrato paralelo del barón, en realidad el auténtico, pues es un ser sádico, cruel, sangriento, cuyo placer aumenta a medida que lo hace el sufrimiento de su deseada, y por ello cuando la cantante dice desesperada “Ah! non so nulla! Ah! dovrei mentir?” (1:14) él no duda en insistir, en torturarla, descubriéndose tan superior, tan insolente, tan sobrado de medios que incluso se le ha de perdonar el error de texto al barítono (1:16), quien recibe desde el foso un terrible aliento, cada vez más asfixiante y eléctrico, sin querer relajar donde antes sí lo hizo, pues el barón es cada vez más vil e impiedoso, y la culminación debe ser, necesariamente, ese Do5 en “Ah! Cessate il martir!” (1:36), aquí calado y malsonante. Tras un desafortunado acento en la última palabra de “Non posso più!” (1:52), y después de unos sollozos fuera de lugar, la cantante recupera la ternura para dirigirse a su amante, éste bastante creíble, por cierto, más que el ahora exagerado Warren en “Ma fatelo tacere!” (2:28 ). A partir de “Che v'ho fatto in vita mia?” (2:39) la soprano vuelve a encontrarse cómoda, Spoletta gruñe, reza, la luz se apaga, la tensión parece irse, pero Cavaradossi grita (3:16) y Tosca, vencida, aquí también aliviada y decidida, desvela el secreto. Hay naturalidad en el “Basta, Roberti” de Warren (3:26), y odio, demasiado exagerado, en el “Assassino!” de Tebaldi (3:36). El barítono vuelve a errar (3:39) y el “Voglio vederlo” (3:41) de la soprano no tiene ninguna credibilidad, pero la escena ha dado para mucho. A pesar de los pesares.
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