[thumbnail]http://img836.imageshack.us/img836/7992/donizettimuseoscala.jpg[/thumbnail]
Donizetti por Giuseppe Rillosi (Museo Teatrale della Scala)
Anna Bolena es la segunda de las cuatro óperas en las que Donizetti explora la personalidad y pasiones de la corte inglesa en época del Renacimiento.
La primera y menos conocida, totalmente fuera del repertorio, es "Il Castello di Kenilworth" (existe una estupenda grabación con Devia) y la tercera y cuarta ya las conocen todos
y forman junto con la Bolena la llamada trilogía Tudor.
En las otras tres domina la figura de Elisabeth I, la hija de Anna Bolena y Enrique VIII. En Anna Bolena, Romani y Donizetti nos presentan los principales protagonistas ligados al segundo matrimonio de Enrique VIII: Anna, su hermano Lord Rochefort, su primer pretendiente, Lord Percy, el cortesano Mark Smeton, la dama de compañía y futura mujer del rey Jane Seymour, además del propio Enrique VIII.
[thumbnail]http://img255.imageshack.us/img255/1898/enriqueviiiporhansholbe.jpg[/thumbnail]
Enrique VIII por Hans Holbein (Roma, Palazzo Barberini)
En ninguna de ellas, si bien se basan en sucesos realmente ocurridos, se persigue fidelidad histórica, sino que los autores se basan en unos sucesos históricos y los adaptan al teatro lírico y, particularmente, a los códigos del melodrama romántico.
El propio Libretista Felice Romani introduce un
avvertimento previo al libreto. Este que vemos a continuación, según la edición Fontana publicada para el estreno en 1830
[thumbnail]http://img137.imageshack.us/img137/2541/bolenaavvertimentodirom.jpg[/thumbnail]
Romani explica, que Enrique VIII rey de Inglaterra, loco de amor por Anna Bolena, repudió a a Catalina de Aragón su primera mujer y la esposó, pero cansado de ella y cediendo a los encantos de Giovanna Seymour, buscó la manera de liberarse de su seguna unión. Ana fué acusada de traicionar la fé conyugal, declarándose cómplices a su hermano el Conde Rochefort, Smeton,músico de corte y otros caballeros de reino. Es incierto que ella fuese culpable. El carécter falso y cruel de Enrique VIII nos lleva a creer que ella era inocente.
El autor del melodrama acoge esta versión, como la más adecuada para representar en teatro: por ello solicita que le sea perdonado si en algún momento se aleja de la historia realEsta es la clave aplicable a toda la trilogía Tudor y demás obras de la época basadas en suscesos históricos. De todos modos, próximamente, la sagaz criada Despinetta nos hará un repaso a la historia real, siempre conveniente.
Pero vayamos ya con música. La gran soprano australiana
Joan Sutherland se acercó sorprendentemente tarde a Anna Bolena. Ya entrada la deécada de los años ochenta, el lógico declive estaba presente, pero estamos ante una fuoriclasse que aún tiene mucho que ofrecer. Desgraciadamente, y como veremos en el análisis de las versiones discográficas, la grabación oficial es ya demasiado tardía y decepcionante, aunque tiene sus bazas como la interpretación de Ramey y la dirección de Bonynge.
La vemos y escuchamos en la escena del primer acto en una representación en vivo en Toronto con la intervención previa del joven Smeton y su canción "Deh! non voler costringere" que despierta en la reina los recuerdos de su primer amor. Aria "come innocente giovane" y cabaletta "Non v'ha sguardo cui sia dato" En el cantabile, evoca la felicidad de su primer amor y se lamenta de la tristeza de su vano esplendor actual. En la cabaletta advierte a su dama de compañía Giovanna Seymour, que jamás se deje seducir ni engañar por el vano resplandor de un trono.
La mítica soprano sigue impactando por la firmeza de la emisión, la perfección del legato y la fabulosa coloratura en la cabaletta (impecables los trinos), en la que Donizetti no elabora una variación para la repetición, dejándola a la capacidad de la soprano, en este caso Giuditta Pasta, de la que hablaremos próximamente.
[youtube]http://www.youtube.com/watch?v=ol6DLcsgPWU[/youtube]
Algunos se preguntarán porqué el estreno de Anna Bolena, que fué en Milán, no se produjo en La Scala. Pues bien, el gran templo Milanés (en el que Donizetti había fracasado con la ópera "Chiara e Serafina") estaba pasando por problemas financieros y un grupo de aristócratas y
dilettanti decidieron organizar una temporada operística en el modesto Teatro Carcano. Lograron reunir un grupo de solistas de primer nivel: nada menos que Giuditta Pasta, Giovanni Battista Rubini y Filippo Galli y encargar nuevas óperas a los dos principales compositores jóvenes italianos de aquella época: Donizetti y Bellini, para la apertura de la temporada de Carnaval. El Bergamasco contribuyó con
Anna Bolena y Bellini con
La Sonnambula, estrenada el 6 de marzo de 1831.
Próximamente hablaremos del éxito clamoroso del estreno, del devenir posterior de la obra, de su renacimiento en el siglo XX y de los legendarios intérpretes del estreno, con lo que, al mismo tiempo, podremos analizar las características vocales y dramáticas de los personajes.
Escuchemos nuevamente el aria y cabaletta de la protagonista en el primer acto en una interpretación, que para casi todos, palidecerá ante la de la stupenda, pero que nos ofrece el retrato de una las imitadoras más conspicuas de la Callas.
Lucia Aliberti con su emisión entubada y gutural, sus algunas buenas intenciones, pero con una imitación obsesiva de la divina.
[youtube]http://www.youtube.com/watch?v=RNCZJvhtOUs[/youtube]
Aria
"Come, innocente giovane,
come m'hai scosso il core!
Son calde ancor le ceneri
del mio primiero amore!
Ah! non avessi il petto
aperto ad altro affetto,
io non sarei sì misera,
ah no! Non sarei sì misera
nel vano mio splendor"
"¡Cómo, inocente joven, (se dirige a Smeton)
cómo has conmovido mi corazón!
¡Aún están calientes las cenizas
de mi primer amor!
¡Ah! Si no hubiera abierto mi pecho
a otro amor,
no sería tan desventurada.
¡No sería tan desventurada
en mi vano esplendor!,"
cabaletta
"Non v'ha sguardo cui sia dato
penetrar nel mesto core:
mi condanna crudo fato,
solitaria, a sospirar.
Ah! se mai di regio soglio
ti seduce lo splendore,
ti rammenta il mio cordoglio,
non lasciarti lusingar"
"No hay mirada que pueda
penetrar en mi triste corazón:
un cruel destino me condena,
solitaria, a suspirar.
¡Ay! Si alguna vez te seduce
el esplendor de un trono,
acuérdate de mi aflicción,
no te dejes engañar"