Yo no creo que se haya despojado de casticismo a esta Doña Francisquita, lo que ha hecho Luis Olmos es quitarle los elementos que se asocian al zarzuelerismo más tradicional: los decorados no son realistas, no sale la tuna entera cuando suena la rondalla, no hay enaguas ni sombreritos, en el fandango no nos sale el ballet español de María Rosa castañuela en ristre y pegando taconazos, los finales de acto no parecen sacados de la Antología de Tamayo. Es lo que no les gustará a los más tradicionales (entre los que intuyo que está el crítico de La Razón), pero el madrileñismo está ahí, en el texto (¿qué es eso de que han omitido la referencia al Baile de Cuchilleros, está ahí), en la música, en la coreografía, en los figurines. Lo que ocurre es que es una Francisquita... cómo decirlo... desestructurada, como un plato de estos cocineros tan modernos que ahora son tomados como dioses: están todos los elementos, pero no conjuntados como estamos acostumbrados a ver.
La anterior Francisquita del Teatro de la Zarzuela fue modélica por lo ortodoxa, clásica y ultracorrecta que fue. Sagi le quitó toda la chabacanería folklórica. Olmos va un paso más allá: los decorados son esquemáticos, elimina el verso del texto hablado (un descanso, que era superartificioso) y mueve a figurantes y coro de una manera tremendamente natural. Se elimina el folklorismo (el fandango), la cursilería (el coro de enamorados, que habitualmente es insoportable, aquí está fantástico) y los topicazos (el jaque entre Don Matías y Lorenzo está resuelto estupendamente).
No me parece cutre el decorado, salvando la carroza del final del primer acto, que parece un minipatíbulo. Es una estructura móvil que se adapta a cada cuadro. Ahora, no sé cómo funcionará en un teatro tan grande como el Liceo. La iluminación, muy mal. Ya que el decorado es tan sencillo, se podrían haber esmerado más. Los figurines son fantásticos. Un diez. Bueno, la peluca de Francisquita no, es excesivamente caricaturesca.
Escénicamente me ha gustado mucho, y sólo le pondría la pega del anticlímax del final de la primera parte, con un telón que baja después de que hayan terminado los aplausos de la romanza de Fernando.
El nivel musical, pues bueno. La orquesta, poco fina y sin sacarle matices o acentos a la partitura. El coro, muy bien ellos, ellas ininteligibles. Los secundarios, muy bien, desde los que tienen una frase hasta don Matías y doña Francisca (estupenda Amelia Font, la más "zarzuelera" de todos). Julio Morales, muy buen Cardona.
De los principales... pues casi decir que me habría gustado escuchar otro reparto. Bros, la voz de más calidad, empezó tensísimo y no lo vi nada cómodo. De actor ya lo conocemos, pero el papel tampoco da para mucho. Cantarero estupenda en los gorjeos del ruiseñor y muy graciosa como actriz, pero tiene muchas desigualdades en el timbre y tan pronto hace cosas preciosas como suena super rara. La Beltrana no es papel para Nancy Fabiola Herrera. Hasta la segunda parte no se la oía nada, pero eso sí, garbo, salero e interpretación, la mejor.
Creo que es una función muy disfrutable. ¿Una Francisquita del siglo XXI, como anuncian? Pues sí, pero no por rompedora o transgresora precisamente, sino como ejemplo de una puesta en escena de ahora.
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