Hoy ha sido uno de esos días en los que sales del Teatro cantando, con una sonrisilla de felicidad en la cara. Y no es que haya sido una noche excepcional en el terreno vocal, ni mucho menos, pero es que esta obra es tan extraordinaria, contiene tantos momentos cumbre, que es difícil salir del Teatro de otra manera. Marcelo Álvarez, el protagonista, no es Andrea Chénier, no puede serlo. Es un buen tenor lírico, qué duda cabe, con un timbre de voz muy bello y una línea de canto aceptable, pero le falta cuerpo para sacar adelante este complicado rol (me refiero al vocal,
. Cuerpo cuerpo tiene para regalar… ). No empezó bien. Muy corto de fiato, desigual, trompicado. Un
improvviso de semifinal de concurso de canto. Algunos aplausos, e incluso un par de bravos, amables, amistosos. Remontó algo en el segundo acto, aceptable su
credo a una possanza arcana (aunque a años luz de otros cantantes que todos tenemos en mente), y muy bien, para mí lo mejor de la noche, en el dúo, precioso,
Ora soave, sublime ora d'amore! Mal el
sì fui soldado, regulero el
come un bel dì di maggio y muy justito en el dúo que cierra la ópera, con el pilotito de la reserva encendido.
Fiorenza Cedolins me ha gustado bastante. Supongo que tiene que ser difícil arrancarse con esa
mamma morta que todo el mundo tiene en el subconsciente en la voz de otra cantante, muy grande muy grande, y sacarlo adelante con entereza. Ella lo ha conseguido, en mi opinión, y ha sido premiada con ovación y varios bravos.
Marco Vratogna parece un buen muchacho …
Giancarlo del Monaco ha sido otro de los triunfadores de la noche. Desde luego esta escenografía hay que verla...
Cumplidores el coro y los comprimarios, con la ovación de rigor para Larissa Diadkova (Madelon) cuando ha salido a saludar.
P.D.: Un saludo para Fledermaus, nuestro murciélago favorito, con quien he compartido esta velada (la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida
).