Situaciones habituales en la Sevilla de Bizet, en versión Emma Dante:
–Hay una gran cantidad de endemoniados por las calles, que molestan muchísimo a los viandantes. Por ello, debe haber siempre exorcistas de guardia, que los controlan a golpe de crucifijo en el lomo.
–A su hora, salen las monjas cigarreras del turno de noche; se quitan la ropa y se bañan en una fuente ante la fábrica de tabacos. La fuente es muy práctica, porque es de quita y pon.
–En Sevilla siempre es de noche, aunque sea de día.
–Como hace muchísimo calor, los atuendos deben ser lo más ligeros posible. A excepción de los soldados, que con las guerreras de cuero se asan al sol que no hay.
–Los soldados del relevo de la guardia llevan niños a cuestas como una de sus obligaciones habituales.
–Es normal que las mujeres vayan acompañadas de su propio capellán y monaguillos, como hace Micaela en su viaje de Navarra a Sevilla. Si es preciso, el capellán exorciza a los pelmazos callejeros para que no molesten.
–Toda mujer debe llevar debajo el traje de novia. Puede ser necesario en un momento dado, y hay que estar preparada.
–Las tabernas disponen de ascensores para comodidad de la clientela. La de Lillas Pastia, por lo menos. Y los saraos privados para clientes habituales, como Carmen y Don José, tienen un aire marroquí muy aparente.
–Escamillo no lleva una cuadrilla al uso. Eso ya está muy visto. Lo acompañan cinco personajes que se parecen sospechosísimamente a este:
Se trata de La Moma, una figura alegórica de la procesión de Corpus en Valencia. Parece que Escamillo la ha contratado como acompañante por quintuplicado.
–Toda Sevilla se dedica al contrabando. Al menos, es lo que parece en el tercer acto, con tantísima gente en escena. Cuando van de contrabandistas, la ciudad se debe quedar desierta. Y se esconden muy bien en la serranía, disfrazados de árboles al más puro estilo Macbeth.
–Antes de la corrida de toros del último acto, hay un auténtico ambiente de sanfermines con procesión incluida, en la que no falta el botafumeiro.
–La venta de exvotos es el negocio más saneado en las inmediaciones de la Maestranza. No hay aficionado que no compre. Hasta Escamillo lleva su exvoto en el paseíllo.
Señor Carestini,por esta crónica se merece usted las dos orejas y el rabo y salir por la puerta grande de Las Ventas o de La Maestranza que viene mejor al caso. Pa matar a la directora de escena y es poco.Que le monten un auto de fé en la plaza y que prendan la hoguera porque parece ser que es el único tópico que le ha faltado sacar.¡Chapó maestro!