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GEORGE LONDON Y EL HOLANDÉSBayreuth, 1959</center>
Cuando en 1959 Wieland Wagner subió al escenario de Bayreuth su nueva producción de
El Holandés errante, su afirmación de que "por primera vez desde 1951 tengo en mis manos cantantes de primera línea" irritó a Hans Knappertsbusch y a la feligresía que ya empezaba a ironizar con la inminente decadencia del canto wagneriano. No era en realidad el primer holandés que se veía en la Colina Verde desde su reinauguración: la nueva producción de Wolfgang Wagner había abierto la temporada de 1955. Entonces Keilberth y Kna se habían repartido las representaciones, habían compartido reparto (Hermann Uhde, Astrid Varnay, Ludwig Weber y un Erik para cada uno: Wolfgang Windgassen para Kna y Rudolf Lustig para Keilberth; así es la vida). Hoy mismo el disco puede juzgar sus diferencias. Keilberth repitió en 1956 ya con London con el vestuario del protagonista, también con Varnay y con un Erik de mayor altura. London cantó entonces un formidable monólogo:
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[youtube]http://www.youtube.com/watch?v=wxeio1RA6_w&feature=related[/youtube]</center>
Pero fue en 1959, con el joven Wolfgang Sawallisch en el podio, debutante dos años atrás con
Tristan und Isolde, cuando London alcanzó el máximo grado de simbiosis con el Holandés. Evidentemente, el arte dramático del cantante parecía hecho para esta parte: un ser solitario, sufriente, cansado, condenado a vagar eternamente, arrastrado por la furia de la marea y de la tormenta, aparecido ante el hombre común como una presencia misteriosa, fantasmal y demoniaca. El cantante se paseaba además con relativa soltura por la tesitura del Holandés, que, tal y como escribe Ángel Mayo, "era en 1841 casi una monstruosidad: los barítonos no podían descender hasta las notas más graves y, sobre todo, no podían prestar al personaje el color sombrío y fatigado que exige, pues el madito de los mares exhala de sí acongojante cansancia vital, deseo infinito de olvido, de no haber existido. Por otra parte, los bajos no tenían la menor posibilidad de alcanzar los campaneantes y dramáticos agudos con que este ser doliente desafía a su destino". Por descontado, la voz de London tenía la personalidad, la solidez granítica, la potencia, la resistencia y los tintes oscuros que que la parte pide una y otra vez, y era además capaz de un heroico temple, de una dicción incisiva y de unos acentos muy dramáticos.
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Todo ello está ya en los primeros compases del monólogo. Así, por ejemplo, en ese breve pero terrible mi bemol que cierra la frase "In kurzer Frist sollst du mich wieder
tragen!" (1:26), o en ese rendido descenso a los abismos en "und euer letztes Naß versiegt!" (2:34). La voz de London se erige poderosa sobre el agitado oleaje, a veces incluso agresiva ("[...] in wildem
Kampfe erhofft ich Tod", 3:33). El tono heroico y un tanto amenazador que adopta en el lento
crescendo que parte de (4:10) lleva a las sobrecogedoras frases "Nirgends ein Grab!" (4:32), "Niemals der Tod!" (4:39), esta última culminada en un firme y desafiante fa natural que cae poco después, en casi dos octavas, a los infiernos del sol natural (4:59) cuando repite eso de "Dies der
Verdammnis Schreckgebot", o sea, "ésta es la terrible sentencia de mi condena".
La partitura pide ahora un
pp para la orquesta. El cantante no renuncia a un canto poderoso, de amplio y duro fraseo, suponemos que de un fuerte impacto teatral. A partir de (7:36) London sigue recreándose en los instintos demoniacos de su Holandés, con aterradores saltos a las cimas ("Ihr
Welten, endet euren Lauf!", 9:37) y un último mi natural (9:55) que por su imperfecto ataque, su descomunal fuerza y su fatigado cierre sugieren un desesperado y derrotado lamento a unas aguas hieráticas e infinitas que responden, inexorables, con toda su ira.
Una selección de éste Holandés:
Dúo con Daland <embed src="http://www.divshare.com/flash/playlist?myId=9341900-2aa" width="335" height="28" name="divplaylist" type="application/x-shockwave-flash" pluginspage="http://www.macromedia.com/go/getflashplayer"></embed>
Dúo con Senta <embed src="http://www.divshare.com/flash/playlist?myId=9342374-5f7" width="335" height="28" name="divplaylist" type="application/x-shockwave-flash" pluginspage="http://www.macromedia.com/go/getflashplayer"></embed>
La primera línea de Wieland: Leonie Rysanek (Senta) y Josef Greindl (Daland), cantantes, como London, de fuerte personalidad vocal y artística, discutibles en otros repertorios pero soberanos en Wagner.
¿Y si Kna hubiera dirigido al Holandés de London en Bayreuth? Ópera ficción. Sabemos, al menos, que en los estudios de la DECCA y con la Filarmónica de Viena, el monólogo sonaba
así[/URL]. No hace tanto de aquello, sólo cincuenta años.
NOTA: no dispongo de la grabación de ese monólogo de Decca con Kna y los enlaces originales ya no funcionan. Si Andrea o cualquier otro dispone de ella, le agradecería que la subiera.