3.- Vals y escena de Max
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El elegante vals de los aldeanos (una verdadera prueba del algodón para muchas de las batutas que se han acercado a la obra, ya que a menudo la han hecho o demasiado ramplona, o demasiado sofisticada, o demasiado de trámite, sin encontrar el truco del sencillo y alegre divertimento que anima a los aldeanos) da paso a la larga y complicada escena de Max. En todo menos el nombre, es un Ländler típico del Sur de Alemania que proporciona un contraste muy eficaz con el siguiente número.
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Weber le contó a Lobe que en el solo de Max pretendió describir la ambivalencia entre el miedo a su destino y su amor por Agathe, que se describirá mediante el empleo de las tonalidades relativas de una misma armadura de tres bemoles, donde la tonalidad mayor florece pero la menor permanece latente, agazapada. La escena comienza con un breve recitativo donde el cazador muestra su desesperanza porque la suerte ha dejado de sonreírle, ya que debe ganar el torneo de caza para merecer a Agathe, de la que está enamorado. El recuerdo de la mujer y de sus antiguos éxitos de caza abren la sección lírica, en un precioso tema en Mi b Mayor:
en cuyo desarrollo, al evocar a Agathe, llega a esbozar brevemente su tema, que ya conocemos desde la obertura:
Terminada la ensoñación de Max, un tremolo de la cuerda indica sus incertidumbres actuales (
Hat denn der Himmel mich verlassen? ¿Acaso el cielo me ha abandonado?), momento en que, por primera vez, puede verse a Samiel asomándose para espiar al cazador. Sin embargo, transcurrida la angustia, vuelven a ser los pensamientos felices los que ocupan a Max, pero esto no ocurre, como podría pensarse, mediante una reprise del tema inicial, sino mediante un nuevo motivo, familiar y acariciador, introducido por las flautas y el oboe:
con encantadoras resoluciones a Sol Mayor. Pero, sobre las angustiadas palabras de Max "Doch mich umgarnen finstre Mächte!" Samiel aparece de nuevo en el fondo del escenario esta vez acompañado por el inquietísimo (Allegro) tema en Do menor que también conocimos en la obertura, y que dominará la escena hasta el final. El angustiado Do menor domina el canto de Max hasta el momento en que se pregunta si de verdad hay Dios, momento en que se eleva a un efectivo La natural:
Esa irrupción de la superdominante en modo mayor sobre la palabra Gott (Dios) tiene, además del efecto musical, el añadido teatral de que, ante la mención del Señor, el acechante Samiel se desvanece y huye. Sin embargo, Max termina el aria sumido aún en la incertidumbre, con enérgicos acentos sobre el modo menor, hasta un Do2 grave (optativo) que incomoda a más de un tenor.
MAX
(der allein geblieben ist)
(Rezitativ)
Nein, länger trag ich nicht die Qualen,
die Angst, die jede Hoffnung raubt!
Für welche Schuld muß ich bezahlen?
Was weiht dem falschen Glück mein Haupt?
(Arie)
Durch die Wälder, durch die Auen
zog ich leichten Muts dahin;
alles, was ich konnt' erschauen,
war des sichern Rohrs Gewinn.
Abends bracht' ich reiche Beute,
und wie über eignes Glück,
drohend wohl dem Mörder, freute
sich Agathes Liebesblick!
(Rezitativ)
Hat denn der Himmel mich verlassen?
Die Vorsicht ganz ihr Aug' gewandt?
(Samiel tritt, fast bewegungslos, im
Hintergrund einen Schritt aus dem Gebüsch)
Soll das Verderben mich erfassen?
Verfiel ich in des Zufalls Hand?
(Samiel verschwindet wieder)
(Arie)
Jetzt ist wohl ihr Fenster offen,
und sie horcht auf meinen Schritt,
läßt nicht ab vom treuen Hoffen:
Max bringt gute Zeichen mit!
Wenn sich rauschend Blätter regen,
wähnt sie wohl, es sei mein Fuß;
hüpft vor Freuden, winkt entgegen...
nur dem Laub, nur dem Laub den Liebesgruß.
(Samiel schreitet im Hintergrund mit
großen Schritten langsam über die Bühne)
Doch mich umgarnen finstre Mächte!
mich faßt Verzweiflung, foltert Spott!
O dringt kein Strahl durch diese Nächte?
Herrscht blind das Schicksal?
Lebt kein Gott?
(Samiel eine zuckende Bewegung
macht und verschwindet)
Mich faßt Verzweiflung, foltert Spott!
MAX
(que se ha quedado solo)
(Recitativo)
¡No, no puedo soportar más tiempo mis penas,
el miedo que me roba toda esperanza!
¿Qué culpa tengo que expiar?
¿A qué se debe esta mala suerte?
(Aria)
A través de los bosques, a través de las praderas
marchaba yo despreocupado;
todo cuanto alcanzaba a ver,
lo ganaba con mi certera escopeta.
Por la noche traía un rico botín
y como si fueran suyo,
Ágata contemplaba los trofeos
con mirada feliz y enamorada.
(Recitativo)
¿Acaso me ha olvidado el cielo
y se ha vuelto contra mí?
(Aparece Samiel, casi sin moverse, al
fondo, dando un paso desde la maleza.)
¿La providencia me ha vuelto la espalda?
¿He caído en manos del destino?
(Samiel desaparece nuevamente)
(Aria)
Ahora abrirá ella su ventana
y escuchará mis pasos,
no cederá su fiel esperanza:
¡Max traerá algo bueno!
Cuando crujan las hojas al caer,
se figurará que son mis pasos entre los árboles;
saltará de alegría y saludará desde la ventana...
¡Tanto amor tan sólo para las hojas!
(Samiel aparece al fondo y atraviesa
con grandes pasos, lentamente, la escena)
¡Siniestros poderes me envuelven en sus redes!
¡Se apodera de mí la desesperación!
¿No traspasará ninguna luz estas tinieblas?
¿El destino, ciego, impera?
¿Acaso no hay Dios?
(Samiel al oír la palabra "Dios" desaparece
con un escalofrío.)
¡Se ha apoderado de mí la desesperación!