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Pinkerton centra ahora toda su atención en Butterfly. En las primeras versiones de la ópera, le ofrece dulces (lo que hoy conocemos como –“Ti piace la casetta?”, era originalmente –“Ti spiacciono i confetti?”)
Butterfly responde acompañada por una dulce melodía de clarinete. En el andantino en el que ella muestra los objetos de su manga, Puccini opta por repetir una y otra vez la misma melodía: “El cerezo florecido”.
Al mencionar un estuche, Pinkerton le pregunta si puede ver su contenido, a lo que la orquesta restalla gravemente. Goro le comenta que dentro del estuche hay un puñal con el que el padre de la geisha se había suicidado.
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Butterfly tiene una confesión que hacer:
“Ieri son salita tutta sola in segreto
alla Missione.
Colla nuova mia vita
posso adottare nuova religione.
Lo zio Bonzo nol sa,
nè i miei lo sanno.
Io seguo il mio destino
e piena d'umiltà,
al Dio del signor Pinkerton m'inchino.
È mio destino.
Nella stessa chiesetta in ginocchio con voi
pregherò lo stesso Dio.
E per farvi contento potrò forse
obliar la gente mia.
Amore mio!”
“Ayer subí sola, a escondidas,
hasta la misión.
Con mi nueva vida
puedo adoptar una nueva religión.
Mi tío el bonzo no lo sabe
ni mis parientes tampoco.
Yo sigo mi destino,
y llena de humildad me inclino
ante el Dios del señor Pinkerton.
Es mi destino. En la misma iglesia,
arrodillada al lado de usted,
le rezaré al mismo Dios.
Y para que esté contento,
tal vez consiga olvidar a mi gente.
¡Amor mío!”
El paso que resolvió dar es enorme; es una extrema declaración de fe. Su voz va adquiriendo fuerza y culmina en un gran arrebato amoroso.
En las primeras versiones había dos declaraciones, pero luego se redujeron a una: “io seguo il mio destino”. Para París, hubo grandes cambios en el texto: en la donde declara que rezará en el mismo tempo; antes decía que se mantendrá sin grandes costos. Además, finalizaba arrojando los ottoké y clamando: -
“E questi: via!”.
Acto seguido, se escuchaba el motivo de la muerte.
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El solemne ritual de la boda se sostiene con pequeñas intervenciones de campanillas, cuerdas y una flauta.
En las versiones de Milán y Brescia, la ceremonia es interrumpida por Yakusidé y el niño, que intentaba robar dulces. Se firma el contrato nupcial.
Las amigas felicitan a Butterfly con una melodía llena de gracia:
“El puente Nihon en Oedo”; en el momento que ella se siente americana, la música la describe más japonesa que nunca.
El cónsul y los oficiales se retiran. Sharpless le advierte: -
“Giudizio!”.
Llegamos a la escena de la fiesta.
En las primeras versiones, Pinkerton daba una botella de Whisky al tío Yakusidé, quien se emborracha y es visto con horror y asombro por sus parientes. Pinkerton quiere ofrecer algo de beber a la madre de Butterfly, pero ella lo persuade de no hacerlo.
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Todas las ediciones convergen en el brindis:
“O Kami”; en la versión de Paris, se agregaron frases para hacer a Pinkerton un personaje más respetable. La frase -“Sbrighiamoci a piú presto…”, es dicha de una manera que muestra el buen humor del personaje y no desprecio. Luego del brindis, Butterfly recuerda que es tarde, pero Pinkerton quiere seguir divirtiéndose, y le pide a Yakusidé que cante una canción (
“All’ombra d’un Kaki”, que elogia a las mujeres de Nanki-Nunko-Yama), pero está tan borracho que no puede sostener la canción. Todos ríen.
El brindis termina con un tremolando de violas y violines.
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Acto seguido, aparece el bonzo (en las primeras versiones, solo; luego, acompañado de un pequeño séquito), gritando el nombre de Cio-Cio-San, mientras se escucha un gong.
Éste condena a Butterfly y es renegada por sus parientes, que se retiran de escena con el grave motivo que escuchamos anteriormente; casi como una sentencia de muerte.
Se vuelve a escuchar el tremolo mientras las voces se alejan y Butterfly rompe en llanto.
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Pinkerton llega para confortarla, y se ejecuta el motivo de la muerte en tono dulzón; ella pronuncia unas palabras…
“E quasi del ripudio non mi duole
per le vostre parole
che mi suonan così dolci nel cor.”
...que demuestran que no le interesa para nada lo que acaba de suceder; cumplió la promesa de olvidar a su familia.
Se escucha a Suzuki murmurar sus plegarias, mientras la orquesta hace silencio; la atmósfera se alegra un poco.
Tal como hace en “La Bohéme”, Puccini divide el primer acto en dos partes, una primera donde suceden todo tipo de acontecimientos agitados, y una segunda donde los protagonistas se declaran su amor
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El dúo (
“Viene la sera”) comienza con una romántica melodía, que recuerda al Verdi tardío.
Butterfly pide a su camarera las ropas nupciales y se cambia, mientras Pinkerton la espera. Sus voces se combinan y el momento culmina con el recuerdo de la maldición, que la hace estremecerse.
El tema principal del dueto
“Bimba, dagli occhi pieni di malia” pertenece a Pinkerton, cuya voz se vuelve más brillante, y denota mucho amor y ternura. Butterfly le responde con una melodía de tinte japonés, y parece querer postergar su entrega, teniendo miedo de decir palabras de amor que le causen la muerte. Pinkerton la corrige: el amor da vida, no muerte; sus frases se vuelven cada vez más fogosas y tiernas. Puccini derrocha y derrocha bellísimas melodías italianas.
Cuando Pinkerton intenta acariciarla, ella se retrae y le dice:
“Adesso voi siete per me…” (“También usted es para mí…”). Como vemos, la palabra
‘adesso’ está de sobra; esto proviene de un recorte: antes de eso, Butterfly recordaba cuando le daba horror la idea de casarse con un americano, con el himno de fondo.
Vuelve a sonar el motivo de la maldición, pero Butterfly se recupera y comienza a adular a su esposo:
“Siete alto, forte.
Rideste con modi si palesi
e dite corse che mai non intesi. “
“Sois alto, fuerte.
¡Reís de un modo tan franco!
Y decís cosas que jamás había oído.”
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Se oye una nueva melodía ejecutada por un delicado violín, repetida varias veces. Butterfly muestra un inmenso grado de ternura:
“Vogliatemi bene,
un ben piccolino,
un bene da bambino,
quale a me si conviene.
Vogliatemi bene.
Noi siamo gente avvezza
alle piccole cose
umili e silenziose,
ad una tenerezza
sfiorante e pur profonda
come il ciel, come l'onda del mare!”
“Amadme, por favor,
aunque sea un poquito,
como se ama a un niño,
como a mí me corresponde.
Amadme, por favor.
Nosotros somos gente acostumbrada
a las cosas pequeñas,
humildes y silenciosas,
a una ternura sutil
pero tan profunda como el cielo,
como las olas del mar.”
Illica quería darle a este dueto una gran calidad poética, incluso más grande que en el dueto de Rodolfo y Mimí.
Pinkerton compara a Butterfly con una mariposa, y esta idea la aterroriza: se oye el motivo de la maldición, pero luego se calma y la música se serena.
Luego de un breve silencio, se oye un motivo (oído previamente en
“Vieni, amor mio”) que se convierte en una hermosa melodía de amor.
Los prolongados acordes se condensan en una melodía parecida a la aparición de Butterfly, las voces se van uniendo extáticamente y el dúo se intensifica. Con la última nota, Butterfly alcanza un DO agudo (para el tenor también existe esta posibilidad, pero puede concluir en un tono más grave); los amantes entran en la casa, a medida que la música se pierde en la lejanía de la noche japonesa.
Continuará el Acto II