Ayer en el Auditorio Nacional de Música hubo concierto y servidora, parafraseando a la Bicha, fue
tan feliz que tuvo ganas de vomitar.
Durante esta temporada, la programación del Auditorio (sinfónica) ha girado en torno al c¡clo "Poder, guerra y paz" y, como colofón, la Paz traía consigo unos conciertos de los esperados por el público en general -aficionados y no tan aficionados-, el viernes, ayer, y esta misma mañana.
Arnold Schönberg - Paz en la Tierra (opus 13)
Ludwig van Beethoven - Sinfonía núm. 9 en re menor (opus 125, "coral").
Comenzó a las 19:30. Cuando acudí a recoger mis entradas una hora antes del comienzo, observé lo que raramente ocurre: localidades agotadas en las taquillas, y gente preguntándote si te sobraba alguna entrada para comprártela (la Novena es popular, y es aquí donde se nota). Por contra, otras cosas eran más habituales: un público de edad media superior al del Teatro Real -de nuevo constaté que a los jóvenes nos gusta más la ópera que la clásica- y, sobre todo, un comportamiento
impecable en cuanto al silencio y respeto a los artistas: ningún tísico -y el que tosía, lo hacía en los cambios de movimiento-, ningún pelma haciendo ruido con papeles de caramelos, y ninguna señora abanicándose con tropecientas pulseras tintineando. Una pena que en Real el respetable no se comporte igual.
Concierto muy disfrutable en líneas generales: la pieza de Schönberg no la conocía y me pareció muy interesante. Era la primera vez que la Orquesta Nacional de España la tocaba, y tanto ésta como el coro hicieron que la disfrutara bastante: se trata de un poema navideño que confía en que la Paz reine en el futuro, con un texto muy bello y de breve duración pero mucha intensidad. No hubo descanso, y al minuto de concluir ésta y tras los aplausos, comenzaron a sonar los primeros acordes tan suaves del primer movimiento de la Novena Sinfonía.
La Novena, sinfonía de sinfonías, estuvo muy, pero que muy bien: cuando la música es bella, es difícil que suene mal, pero en este caso me gustó mucho la orquesta, bien empastada. La dirección de Josep Pons me pareció acertada y dinámica, y salvo algún que otro momento en el que percibí cierta lentitud -tampoco como para desesperarse, en cualquier caso- me gustaron los ritmos. El cuarto movimiento fue sobresaliente orquestalmente hablando, desde el mismo comienzo, en ese hondo recitativo de las cuerdas graves, hasta la apoteosis final.
El capítulo que tal vez menos me convenció fue el de los solistas: terrorífico el papel de la soprano Measha Brueggergosman (di gracias al cielo por el hecho de que en este movimiento quien sobresalga no sea precisamente la soprano, porque en los agudos que requiere la partitura no tenía problemas, pero la voz era gallinácea a más no poder: definitivamente, no era su noche, y confío en que el concierto de hoy le haya salido mejor, porque lo retransmitirán por televisión en diferido). Bien la mezzo (Charlotte Hellekant) -en lo que se la oía desde las lámparas, que no era mucho- y el tenor (Nikolai Schukoff), de bonita voz y correcta ejecución. Es-pec-ta-cu-lar el barítono (Sir Willard White), de voz precioooosa, bien colocada y de una proyección impresionante (envolvió todo el auditorio, y ojo que es grande, de arriba a abajo traspasando a la orquesta y nos obsequió con una intervención magnífica -y di gracias al cielo de nuevo porque el peso lo llevaba él- que en nada envidiaría a muchas grabaciones que atesoro en casa de esta sinfonía total. El Coro Nacional de España a muy buen nivel, muy compacto y bien dirigido, realizó una interpretación magnífica, acorde con el buen nivel de la orquesta.
En definitiva, estupendo concierto por el que habría pagado el doble y del que habría salido igual de satisfecha (es decir, mucho). Conocí una obra, y redescubrí otra, con la que, en los últimos momentos, llegué a cerrar los ojos y pensar en que, si hay Cielo, la ascensión al mismo seguramente llevará esa banda sonora.
Nota: Si alguien tiene interés, en el programa de mano se indica que la función que tuvo lugar esta mañana será retransmitida en diferido el próximo 7 de junio (nunca será como el sonido en vivo, pero... es gratis).