Muy buenas. Soy nuevo en el foro, asiduo del Villamarta de Jerez, y me he apuntado para discrepar de la crónica oficial, si se me permite
Aunque musicalmente me pareció un buen trabajo, salí del teatro indignadísimo por la escenografía de Stefano Poda.
El director de escena optó por hacerse el protagonista (y al c. Verdi, al c. Shakespeare, viva yo - qué listo que soy) oscureciendo y estorbando a más no poder el seguimiento de la obra.
Primero viste a todos los cantantes igual, y el que no se quede con quién es quién, que le den morcilla. Después los sube a cantar a extraños monolitos, para que no puedan hacer nada excepto cantar con miedo a caerse, en lugar de interpretar actoralmente. De hecho, daría igual que hubieran sido marionetas y playback, tan imposibilitados como estaban para actuar. Luego se dedica a un curiosísimo juego de proyecciones que una vez pasada la sorpresa de los primeros minutos, sólo sirve para ocultar lo que sucede (o debería suceder) en el escenario. La casa o el campo, todo es el mismo cubo blanco. El bosque, lo mismo y además, tras un velo. Y muchos cachivaches que suben y bajan, ruedan por un lado y por otro, y en definitiva todo lo posible para despistar y fastidiar al espectador.
Para redondear la función, bajo el tablado que hacía de suelo del escenario, casi la mitad de la representación estuvo encendido un foco, que a mí y a otros espectadores nos daba de lleno en la cara, impidiéndonos ver. Supongo que el señor Poda no ha tenido tiempo para verificar que sus luces no molesten, porque ha estado muy ocupado diseñando monolitos rodantes, juegos de poleas, y escogiendo imágenes de archivo de la primera guerra mundial (que como todo el mundo sabe, es algo fun-da-men-tal en cualquier producción de Falstaff) para proyectarlas durante el final de la obra.
Pues yo prefiero la sencillez, la claridad, la luz, los cantantes actores, los bosques que parecen bosques, las casas que parecen casas, y no tener que tragarme las supuestamente profundísimas e ingeniosísimas cavilaciones de este tipo, Stefano Poda.
De verdad que no hay nadie que quiera más que yo a mi teatro, y que estoy agradecidísimo hacia todos los que lo llevan adelante, pero de ahí a tragarse que todo aquí es maravilloso, pues mire usté: discrepo.