UNA APROXIMACIÓN A “EL PRÍNCIPE IGOR DE BORODÍN”
Hola a todos,
Hace algún tiempo (empujado por mi amigo Yuri, que es del mismo Moscú) decidí meterme entre pecho y espalda mi primera ópera rusa, cosa que a priori creía mucho más indigesta que la propia ensaladilla.
Como Yuri (a la sazón amigo de la facultad de química) es químico y ruso a la vez y, además, no tiene la más remota idea de ópera, elegimos el
Príncipe Igor de Alexander Borodin.
Lo que voy a hacer es contaros como he ido descubriendo esta ópera (me queda aún bastante para conocerla en condiciones) para ver si alguien se anima…
SOBRE EL AUTOR Y SU RELACIÓN LA MÚSICA
Lo primero que nos llamó la atención es que Alexander Borodín fue un químico orgánico relevante en su época y nos pusimos a buscar información:
Resulta que Alexander Borodín (o
Aleksandr Porfírevich Borodín o Александр Порфирьевич Бородин o
Sasha, para los amigos) tuvo una vida interesante y (antes de profundizar en el aspecto químico) nos pusimos a marujear sobre su vida.
El bueno de Alexander vino al mundo el 12 de noviembre de 1833 en San Petersburgo (entonces capital del Imperio Ruso) y resulta que era ¡hijo ilegítimo de un príncipe! Pues pasó que Luka Stepanovich Gedianov (1776-1840) un príncipe del cáucaso (Georgia, Armenia o por ahí), que ya no era príncipe ni era na porque la zona se la anexionó Rusia en 1810, comienza a tontear con una jovencilla de la burguesía de San Petersburgo llamada Avdotia Konstantinova Antonova (1809-1873). De una cosa se va a la otra, que si cómo entra este vodka… y ¡zas! Bombo que te crió. Y luego, lo de siempre, que si “pio, pio, que yo no he sido”, que si “qué va a decir la señora”…La cosa tiene guasa porque él era 33 años mayor que ella.
Total, que un criado del señorito Luka dijo “po fale, po dacuerdo” y por la cosa del qué dirán inscribieron al niño como hijo del sirviente Porfirii Ionovich Borodin y de su señora, Tatiana Grigorievna Borodina.
Al final las cosas volvieron a su cauce y, cuando Borodín tenía 6 años, el príncipe hizo un apaño arreglando un matrimonio entre la madre biológica de Borodin y un médico militar jubilado llamado Khristian Ivanovich Kleineke, de reputación intachable y con unos sustanciosos ahorrillos. A mí me da que el tal Khristian no sabía nada, ya que al pequeño Alexander le acostumbraron a llamar a su madre “tita” y así llamó a su madre durante toda su vida. También se dice que el príncipe Gedianov y la madre de Borodín siguieron siendo amigos hasta la muerte del príncipe… En fin un panorama familiar algo agitado.
A decir verdad, el hecho de ser ilegítimo no significó que no tuviera una educación en condiciones: aprendió idiomas (alemán, francés e inglés) y música (violonchelo, piano y flauta) y estudió en la Academia de Medicina y Cirugía de San Petersburgo, donde se doctoró en 1858. Al mismo tiempo estudió química y obtuvo una cátedra y una plaza de profesor de química en San Petersburgo. Empollón, que nos salió el muchacho.
A los 9 años compuso su primera pieza, una polka titulada “Helene”. El chaval se había encaprichado de una chavalilla llamada Elena y le compuso una canción ¿Quién no lo ha hecho alguna vez? Con esa misma edad se divertía tocando al piano el repertorio de las bandas militares y a los trece ya compuso un concierto para flauta. Desgraciadamente, sus obras de juventud se han perdido.
Su formación musical tuvo mucho de autodidacta. Cuando Boridin tenía 12 años se llevaba muy bien con un compañero de clase, Mikhail (Micha) Schchiglev, amistad que duró muchos años. Pues bien, como a ambos le gustaba mucho la música de cámara, empezaron a aprender por su cuenta uno violín y otro el chelo. Los dos tenían un profesor de piano, pero como no les enseñaba lo que ellos querían, después de clase se divertían tocando a 4 manos arreglos de las sinfonías de Beethoven.
Durante su vida tuvo otras inquietudes, a parte de la música y la química. Por ejemplo, abogó por el acceso a la educación de la mujer y su emancipación e incluso ayudó a crear una escuela de medicina para mujeres, donde dio cursos desde 1872 hasta su muerte. Esto es una muestra del genio de Borodín: En el siglo XIX en Rusia (y el resto del mundo) las mujeres no tenían acceso a la educación superior. Resulta que, como sabemos, el imperio ruso ocupaba una parte importante de Asia y allí predominaba la religión islámica. Había un conflicto en el tratamiento médico de las mujeres islámicas, ya que no podían ser atendidas por médicos varones… y las mujeres no podían estudiar medicina. Borodín persuadió al gobierno del Zar para que abriera las aulas para las mujeres (al gobierno no le molaba mucho el entorno universitario, por subversivo contra su totalitarismo). Al principio no le concedió mucho: Clases los domingos, lejos de los varones. Borodín convenció a su amigo Mendeleev (uno de los verdaderamente grandes en la historia de la química mundial) para que impartiera los festivos clases de química inorgánica a las mujeres. Después de mucha insistencia, por fin persuadió al gobierno para que le dejara impartir en su Academia Médico-Quirúrgica cursos de obstetrícia para mujeres en el otoño de 1872. No solo fueron las primeras mujeres en Rusia en recibirlo, sino las primeras a nivel mundial. Ante la falta de financiación, organizaba conciertos para ayudar económicamente a las alumnas. Su compañero de farras
Rimsky-Korsakov cuenta: “
Borodín, que dedicaba muy poco tiempo a la música y cuando yo se lo reprendía me decía que amaba la química y la música a partes iguales, empezó a interesarse por otros asuntos. Se estaba dedicando a apoyar a la juventud estudiantil, principalmente a las mujeres. Creó una sociedad de ayuda y tenía el cargo de tesorero. Abandonó sus investigaciones y su música, siempre estaba de reuniones.”
A decir de mi amigo Yuri, conocedor de la historia de su país, le echó un par de buevos. En 1881 un bombazo se carga al Zar de Rusia Alejandro II. Con la muerte de este zar, que tímidamente había hecho algún avance en la igualdad de clases (firmó un edicto de emancipación de los siervos y tenía un proyecto de creación de un parlamento electivo o Duma), este tipo de reformas se fueron al traste: Leyes anti-judíos (acusados del asesinato), brutalidad policial, recorte de libertades, represión a las clases humildes (“El hijo de criados, criado será”)… los cursos para mujeres fueron vistos como revolucionarios (en el sentido chungo) por el gobierno del nuevo Zar, prohibiendo nuevas matrículas en 1882.
Se dice que perseguía sus logros químicos y musicales con igual entusiasmo, pero la realidad es que la composición musical siempre fue una cuestión secundaria. Estuvo trabajando en su primera sinfonía durante cinco años (1862-67) y con la segunda estuvo seis (1871-77). La propia ópera Príncipe Igor estuvo encima de la mesa durante 18 años (1869-1887) y se fue a la tumba sin acabarla. Su trabajo más conocido es el cuadro sinfónico “En las estepas del Asia central” (1880). Sus trabajos (y disputas) químicas le quitaban la mayor parte del tiempo y, en sus propias palabras: “
Aunque de vez en cuando tengo tiempo libre, casi nunca estoy libre de preocupaciones; debo tener calma para concentrarme con mi música. Mi mente está llena de otras cosas”. Él se consideraba a sí mismo un "
compositor dominguero" o de fin de semana. Se decía que corría del laboratorio al piano que había en su despacho para componer cuando una frase musical se le venía a la cabeza. Nadie que le conoció lo firma, y parece ser producto de su leyenda musical.
Mientras está haciendo el doctorado, conoce a un joven oficial del ejército de 17 años:
Modest Petrovich Mussorgsky (1839-1881) con el que entabla una profunda amistad. Personaje raro, raro, con contínuas depresiones nerviosas, ataques de epilepsia, adicciones alcohólicas y crisis existenciales. Pero Borodín nunca se fue de su lado y se apenó enormemente a la muerte de Mussorgsky, en 1881.
Su interés profundo por la musica surge cuando entabla amistad con
Mily Balakirev en 1862. Este músico actuó como una especie de mentor y fue el que le impulsó a tomar la faceta compositiva. La verdad es que la música siempre rodeó su vida: un año después (el 17 de abril de 1863) se casa con una virtuosa pianista, Ekaterina Sergeyevna Protopopova, quien ya tenía una hija, Liza Balaneva. Se habían conocido porque ella se había ido de Rusia por razones de salud (el clima, ya se sabe) a Alemania, donde se encontraba Borodín entonces. Katia, así la llamaba, le conquistó con sus interpretaciones de Chopin, Schumann y Liszt. Se hicieron muy amiguitos y adoptarían 3 hijos más.
A Borodín le encantaba la música de Mendelssohn, de Beethoven o de Haydn; pero sobre todo su nombre va unido al grupo de compositores “Grupo de los Cinco”, defensores de la música nacional rusa. Eran Borodín, Balakirev, Cui, Mussorgsky y Rimski-Korsakov. Este grupo, el Moguchaya Kuchka (en ruso Могучая Кучка 'poderoso montoncito') fue el nombre con el que Vladimir Stasov, un crítico musical de un periódico ruso, les bautizó en 1867. Parece que el cabecilla de la banda era Balakirev, que es el que los reúne. Borodín sería el último en unirse. Balakirev toma como pupilos a Rimsky-Korsakov, Mussorgsky y Borodin y su objetivo era crear un estilo musical verdaderamente ruso basado en las ideas nacionalistas de Mikhail Glinka. En 1863 Balakirev comienza a dirigir en la Escuela Libre de Música en San Petersburgo y por ahí da a conocer sus obras y las de sus alumnos. El grupo intentaba aproximar la música rusa a sus raíces eslavas y asiáticas sosteniéndola en el folclore nacional, en contraposición al “internacionalista” Tchaikovsky, que se decía que admiraba la música de Borodín. Esa época en la que estuvieron juntos fue prolífica para la ópera rusa: Boris Godunov (Mussorgsky), Ivan el terrible (Rimski-Korsakov)… En noviembre de 1867 Borodín, siguiendo la tendencia de sus compañeros, presenta su primera ópera en el Teatro Bolshoi de Moscú: “Bogátyri” (“Los Héroes”), ópera-farsa en 5 cuadros. La obra resulta un fracaso. Incluso se conoce que hubo un proyecto en 1870 de componer una ópera colectiva entre Mussorgsky, Rimski-Korsakov y Borodín llamada
Mlada, aunque finalmente no se concluyó.
Borodín estrenaría dos años después, en 1869, su primera sinfonía, dedicada a Balakirev (quien le animó a componerla, ya que para él la sinfonía era la “vía de la música pura”). En San Petersburgo, donde se encontraba Borodín, el Grupo de los Cinco no gozaba de buena fama, llegando a burlarse la gente de esa”fraternidad”. La moda entonces era europeizante o como diría el propio Borodín “
todos querían ser franceses o ingleses”.
Musicalmente se le considera como el compositor ruso más original y se dice de él que "
poseía el don de transmitir sentimientos y emociones con una sola frase musical". Yo no diría tanto, pero sí es verdad que su obra está impregnada de una profunda expresividad. Suena a ruso, pero con cierta "voluptuosidad" asiática, lejos de lo ruso "occidentalizado".
El mismo año del estreno de la primera, Borodin inicia la composición de la segunda. La composición de la Sinfonía Nº 2 en si menor le llevaría nada menos que siete años, hasta 1876. En esta sinfonía, estrenada el 2 de febrero de 1877 en la Sociedad Rusa de Música, hay partes que inicialmente fueron escritas para El Príncipe Igor y que posteriormente descartó. Se la conoce como su “sinfonía épica” por su ágil y enérgica orquestación, aunque de apariencia simple. Tampoco fue muy bien recibida en su San Petersburgo, de nuevo acusada de ser ultranacionalista.
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En junio de 1877 acompaña a Alemania a dos de sus alumnos que iban a presentar sus tesis de doctorado y se entera que su admirado
Liszt vive por allí, en Weimar. Borodín no se lo piensa y va a visitarlo. Borodín describe a su esposa el encuentro de esta manera: “
En frente mía, como salido de la tierra, aparece una figura alta dentro de un traje negro, con una gran nariz y una larga cabellera gris. De repente me grita “usted ha compuesto una grán sinfonía”, me extiende el brazo, me aprieta con fuerza la mano y me invita a sentarme en el sofá. Yo solo podía asentir con la cabeza. Su figura majestuosa, su cara enérgica y bella se movía sin cesar y no paraba de hablar, haciéndome un montón de preguntas sobre la música en Rusia, que él conocía bien. Hablabamos unas veces en francés y otras en alemán.”.
A Liszt le encantaba la música de Borodín y fue el principal difusor de su música, organizando una serie de conciertos por Europa. Sin Liszt, la música de Borodín hubiera pasado desapercibida para el resto de Europa. Sin embargo no sería Liszt sino Mendelssohn el que más impresionaría a Borodín y quien influiría en su lirismo y su técnica en aquella época.
En agradecimiento a Liszt por haber estrenado su 2ª sinfonía en Alemania, Borodín compone en 1880 “En las estepas del Asia central”.
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Este poema sinfónico en su tiempo gustó mucho y se hizo célebre por su belleza. Trata sobre una caravana de oriente que atraviesa las estepas escoltada por soldados rusos. Se aprecian tres elementos; el cuerno que representa la caravana, las cuerdas que recuerdan las estepas y la preciosa (y muy rusa) melodía del clarinete que evoca el paso de la escolta.
En marzo de 1881, Borodin se ve profundamente afectado por el fallecimiento de Mussorgski y, además, su estado de salud empieza a deteriorarse con varios ataques cardiacos y verse afectado por una epidemia de cólera.
Con todo, en el otoño de 1885 vuelve a visitar a Liszt por tercera vez (la segunda fue en 1881 para enseñarle su regalo). Entre tanto, su obra comienza a difundirse por Europa, siendo ovacionado en Francia y Bélgica. El año siguiente, emprende la composición de una tercera sinfonía en La menor, obra que quedará inacabada con los dos primeros movimientos.
¿Cómo era Borodín? Veamos lo que un compañero, profesor como él, escribe: “
trabajaba infatigablemente con los estudiantes todos los días. Durante este tiempo Borodin siempre mantenía una disposición solícita y de buen humor con sus alumnos y colegas, estaba siempre dispuesto a interrumpir cualquiera de sus trabajos sin impaciencia, sin irritación, para responder cualquier pregunta que le hiciesen. Cuando trabajaban en laboratorio se sentía como si estuviera en su hogar. Lo que más adoraba era la música. Cuando trabajaba, casi siempre estaba canturreando alguna cosa y siempre estaba dispuesto a hablar con otras personas sobre las novedades musicales, las tendencias y sobre composición musical. Cuando estaba en su despacho, frecuentemente oíamos el sonido armonioso de su piano, que se expandía por todo el pasillo del laboratorio. El buen humor y la actitud de Borodín nos afectaba a todos. Cualquiera podía ir a contarle sus ideas, preguntas u opiniones; nunca trataba a nadie con arrogancia o desdén. Raramente alguien conseguía provocar alguna demostración de irritación en Borodin. La actitud sincera y calurosa de Borodín con los estudiantes no se restringía al laboratorio. Casi todos los que trabajábamos con el éramos aceptados en su familia como los amigos más íntimos. Se preocupaba personalmente del destino de cada estudiante que se graduaba en la Academia, destinando todos sus esfuerzos para ayudarlo. Siempre que te lo encontrabas en algún acto social no paraba de preguntar por todo el mundo o intentaba conseguir alguna cosa para alguien.”
Uno de sus mejores amigos, Rimsky-Korsakov diría de él: “
Cualquiera podía entrar en su casa a cualquier hora y era invitado a comer. Mi querido Borodín se levantaba en mitad de la comida y, entre quejas, te ponía un plato de comida. Su esposa Ekaterina sufría de asma y a menudo pasaba noches sin poder dormir. Alexander se levantaba y la acompañaba durante toda la noche, por lo que a menudo no dormía lo suficiente. Luego se podía dormir de cualquier forma y en cualquier lugar. Su vida doméstica era un desastre total. Para empeorar las cosas, tenía multitud de parientes pobres que utilizaban su casa frecuentemente para dormir y, a menudo, caían enfermos. Borodín se ocupaba de darles trabajo, llevarlos al hospital e ir a visitarlos. Las cuatro habitaciones de su casa eran ocupadas por esos visitantes que dormían hasta en los sofás. Y el pobre Borodín no tocaba el piano para no despertarles.”
Se decía que Borodin era sumamente despistado. Cuentan que una tarde tenía audiencia con el zar de todas las Rusias (no olvidemos que Borodín era militar, general del ejército del Zar), de modo que se vistió con el uniforme de gran gala, se emperifolló y se colocó las condecoraciones en el pecho de la casaca. Bajó la escalera y fue a montarse en su coche, por supuesto de caballos. Ya tenía un pie a bordo, cuando su asistente le sujetó por el brazo:
- Mi general
- ¿Qué ocurre?
- Así no puede ir a ver al Zar.
- Cómo no puedo ir si llevo mi mejor uniforme.
- Sí señor, pero se ha olvidado de ponerse los pantalones.
Era amante de los animales y se sabe que tuvo al menos dos gatos, cuyos nombres eran Dlinyenki y Pescador. Según su amigo Rimsky-Korsakov “
A sus gatos les encantaba pasear por la mesa mientras comían, arrimando los hocicos a los platos. Alexander no les decía nada, porque esos gatos disfrutaban de la protección de Ekaterina”
En la mañana del 15 de febrero del 1887 (27 de febrero según el calendario Gregoriano) le estaba dando vueltas al cuarto movimiento de su tercera sinfonía. Por la noche tenía un baile de máscaras que habían organizado los profesores de la Academia. Pasadas las once y media, en mitad del baile, se apoya en una pared, emite un gemido y cae fulminado de un infarto. Se le practicó la autopsia, ya que al caer se golpeó la cabeza con una estufa y eso le provocó una hemorragia cerebral.
Fue enterrado en el cementerio Tikhvin (junto a Mussorgsky, Tchaikovsky o Dostoievsky) del monasterio Alexander Nevsky en San Petersburgo y su funeral fue apoteósico, ya que asistieron todas las mujeres médicas de San Petersburgo y se cuenta que le enterraron en flores. Su esposa apenas le sobrevivió cuatro meses.
Busto sobre su tumba